Crítica de Juntos y revueltos (Blended)
Ya está, aprendida la lección. Juro solemnemente no volver a caer en la trampa, que ya lo he hecho en demasiadas ocasiones. Pero es que algo tiene Adam Sandler con crítica y público norteamericanos, que cuando estrena una nueva película, parece como que sólo le atizaran cuando realmente no hubiera posibilidad de hacer lo contrario; que si no, se habla de «la mejor película del actor en años» y claro, no conviene olvidar que el de Un papá genial es también protagonista de Punch-Drunk Love (su horrible traducción al castellano me la ahorro) que es Buena Película en mayúsculas, así como de comedias aceptables (Ejecutivo agresivo) o propuestas con enjundia, loables al margen de su resultado final (Hazme reír). Demonios, que este tío tiene un pasado SNL. Así que nada, a darle el enésimo beneficio de la duda, y a caer en la trampa. Porque a la postre «su mejor película en años» se traduce en «menos insultante de lo habitual». Y eso, al menos por estas latitudes, sigue siendo rematadamente insuficiente para salvar su carrera de la quema. Porque si Juntos y revueltos es menos insultante que, no sé, Niños grandes, se debe a que nos encontramos ante la faceta familiar de la filmografía del actor; es decir, la más comedida por dirigirse a todos los espectadores, incluidos los de más de 14 años que puedan acompañar a sus hijos a la proyección. El Sandler circa Más allá de los sueños, antes que el de Little Nicky. O sea, que puede que de aspecto sea distinto, pero no nos engañemos, que por olor, tamaño y sabor, es el mismo zurullo de siempre.
Ahora la cosa va de un padre viudo y una madre separada, ambos con hijos (cinco en total) que se conocen en una primera cita desastrosa cuya inesperada/indeseada continuación, caprichoso destino, tiene forma de viaje a África. O sea que en verdad, más que rodar una película, lo que pretendían Sandler, Drew Barrymore (la protagonista femenina, de nuevo con el actor tras 50 primeras citas) y el temible director Frank Coraci (Click, Zooloco, El aguador…) era buscarse una excusa para pegarse unas vacaciones pagadas. Ningún problema por nuestra parte, ojo, siempre y cuando la complicidad con el espectador sea total desde el minuto uno. Ejemplo: Todo incluido hacía lo mismo, pero no molestaba porque el pitorreo desenfadado y la total falta de pretensiones era evidente. Juntos y revueltos busca un disfraz apatowiano para luego pretender dárselas de gran comedia lúdico-exótico-familiar. Sin el toque humano de las comedias de Apatow, ni el ánimo absolutamente generoso y honesto de, pongamos, Noche en el museo. No, porque está Sandler. Y Sandler, antes o después, hará alguna gilipollez de las suyas que provoque ya no sólo vergüenza ajena, sino el absoluto rechazo de una película que por lo demás, algún gag de valor sí incluía. Y es que durante unos minutos, vaya si intenta vestirse de seda: ¡un gag funciona! Y siendo generosos, justo es reconocer que incluye algún punto extra de interés en forma de niño hiperactivo, niña que habla con fantasmas, niño pajillero y niña tirando a machuda. Pero tranquilos, que por contenida que esté, la imbecilidad de Sandler siempre acaba haciendo acto de presencia. Siempre.
Normal que así, a los diez minutos ya se haya ido todo al traste. Desprendida de cualquier atisbo de valores elevados, queda una producción vulgar por recorrer de manera desganada la senda de siempre con las formas de siempre; aburrida por contar con un porcentaje de gags logrados rematadamente inferior al de fallidos (y si encima se ve doblada al castellano, la desproporción se agranda: atención a ese chiste plagado de juegos de palabras como Dick, The L Word…), y finalmente ridícula. Ridícula porque un guión incapaz acaba dotando de mayor madurez y verosimilitud a personajes que no superan los 15 años, que a los protagonistas adultos, y no lo hace de manera voluntaria. Porque recurre a la gran revolución nunca vista: incluir una banda de cantantes (capitaneada por un Terry Crews cuyas desmedidas proporciones generan algún momento de hilaridad, todo hay que decirlo) para ¿animar? ¿subrayar? ¿quemar minutos? Y porque conforme progresa, las patilladas que se saca de la chistera acaban invitando al abucheo. Y en este sentido, que de todas las canciones que hay en el mundo, casualmente se vaya a elegir dos veces la misma por parte de dos personajes separados hasta por estados vitales opuestos, clama al cielo.
Remate final en forma de esperabilísima moraleja narrada por todo lo alto con acompañamiento de violines desmelenados y ya tenemos la confirmación final: Sandler nos la ha vuelto a meter doblada, y seguramente ahora se esté riendo de nosotros en su caserón forrado de oro. Pues bien, yo ya paso, de verdad, ha sido la última vez. Lo juro.
3,5/10
Suena a una hora y media perdida…. gracias por advertirnos
hora y media? jeh, hora y media… ¡CASI DOS HORAS DURA!
Interesante reseña de Carlos, muy extremista eso si, si es verdad una pelicula tipica de Sandler, pero tengo que refutar, ya que yo la vi junto con toda mi familia, y la he recomendado a mas de 1000 personas y practicamente a todos les ha gustado no es una 1:57 perdidos es verdad la pelicula que no se merece un Oscar, pero sigue siendo buena con un humor muy bueno y una quimica entre Sandler y Barrymore que te haran ver "50 PRIMERAS CITAS Y THE WEDDING SINGER". no opino igual que Carlos Giacomelli, pienso que el ya esta aburrido de Sandler que es muy diferente. Personalmente la recomiendo es muy buena.
Hola me llamo Tom, eso me pareció superfino, no está mal la recomiendo…