Crítica de The Karate Kid

Igual es que todo es cosa de las malvadas e imprevisibles fuerzas de la expectativa, que en realidad estamos ante un lógico boñigo fílmico, que esto no pasa de pornográfica operación comercial, que… Pero el caso es que (ay, AY) el remake de «Karate Kid», 25 años después de que la original preocupara a los padres de medio mundo ante la perspectiva de ver a sus hijos vestidos de kimono… no está del todo mal. O está bastante mejor de lo que cabría esperar.
Probablemente si mi tesis es correcta, con esta crítica no le hago un favor a nadie, va a ir a verla y efectivamente se encontrará con un congo de película apiñado de topicazos y absurdidades flagrantes.
Pero, que alguien me lo eche en cara, a mí me ha gustado.
Y eso que en esencia no aporta nada nuevo a aquella original protagonizada por el acélguico Ralph Macchio y el mitquísimo (o mitificadísimo) y ya criador de malvas Pat Morita. Se ha rebajado la edad del «niño karate», la mudanza pasa de Los Angeles a la mismísima China y alguna cosa más que ni se me ocurre. Hace un par de guiños (divertida la nueva «secuencia de la mosca»), cambia de lugar alguna cosa (ahora el «poner cera, pulir cera» es «poner chaqueta, quitar chaqueta»); pero lo demás es estrictamente heredado de su abuela fílmica, casi secuencia a secuencia. De modo que la palabra remake cobra todo su significado con un «The Karate Kid», que se limita a tomar el referente original y ponerlo al día con eficacia y bastante salero.
Lo cual no deja de ser un caramelo envenenado. En los años ochenta la globalización no había desgastado los conceptos de espiritualidad, armonía, chi y demás. De modo que, si bien la nueva versión pretende transmitir unos valores parecidos, estos ahora han quedado un poco rancios. ¿Universales? Bueno, si lo queréis ver así… A mí es que todo eso del espíritu de superación, la disciplina, el autocontrol y alrededores, se me hace como un poco repetitivo.
Eso, y que uno debe de aprender a obviar las implicaciones morales que puede tener ver en pleno 2010 a un adulto hecho y derecho propinando la paliza padre a un grupo de niños malotes.
Pero es que de eso se trataba. De guiñar el ojo al hijo de los 80 y volver a mostrar la cara más populista del choque de civilizaciones (en este caso simplificado en hip hop versus kung fu, puro afine antropológico, oigan) y de retornar a esa la historia de un maestro y su alumno para llegar al consabido relato de maduración, de aprendizaje y de superación de una etapa vital, la infantil. ¿Que los ha habido mejores? Por supuesto, pero este (y con «este» me refiero indistintamente a las dos versiones y ni me paro a fijarme en las secuelas de la primera) es condenadamente entretenido.
Y efectivo. Que la química entre los dos personajes está ahí, que Jaden Smith se llega a tolerar (¿buscaba Will jr. un insoportable niñato teenager? lo consigue) y Jackie Chan hasta a sorprender (sacrifica la esencia camp de Morita, pero a cambio aporta una admirable sobriedad amable). Que no le falta épica grandilocuente, ni momentos que combinan con acierto la comedia tontil con el drama deportivo, narrando con cabeza, agilidad y buen gusto, y que no se entrega a la primera de cambio al fast food audiovisual barato. Ni cae, en su vertiente «sopapos a 24 fotogramas», en modismos tipo «Matrix», optando por tirar más hacia el cine de artes marciales tradicional y la creatividad coreográfica del propio Chan.

Quizá la manera más inteligente de acercarse a la nueva «Karate Kid» si se tienen más de trece años es manteniendo la original en un plano de «recuerdo entrañable» (tampoco era un peliculón, precisamente) para ir recordando con esta nueva la aventurilla ochentera de Daniel San. Y si la del diminuto Dre aspira a convertirse en lo que fue la original hace más de 25 años, hay que reconocer que lo tiene todo de cara.
No se le pidan peras al olmo, no se la saque del ámbito adolescente y uno podrá concederle sin rubor un aprobado holgado. Como este.

6/10

Sending
User Review
0 (0 votes)
Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

Te puede interesar...

Comentarios

  1. Sabía que al final gran parte de la crítica doblaría sus rodillas un poco ante este producto…

    Hay algo de la mano del Sr. Smith que resulte totalmente pésimo?

  2. totalmente totalmente, no… pero digamos que su cassette (sí, entonces no compraba discos aún) dejaba bastante que desear ;)

  3. JUAS!

    NO TE CREO!!!

    No comprabas sus cintas en la gasolinera FIJO.

    Will es GRANDE

  4. Gasolinera? ahí se vendían cintas? te referirás a las de pegar, para que no se te joda el parabrisas, no?

  5. Cintas de Camela, de Máquina Total 3 con Terminator2 y bueno, si Dover estuviera saliendo ahora como gruop seguro que vendían ahí.
    De parabrisas total.

  6. Estoy completamente de acuerdo con esta crítica. No estamos ante el peliculón de año (aunque no creo que nadie fuera a verla con esas expectativas), pero me ofreció la dosis de entretenimiento que esperaba. Muy acertado ese 6.

  7. Vaya, entre todos me estáis despertando el gusanillo… puede que acabe viéndola, aunque jamás he visto nada de las originales! (infancia extraña, la mía)
    Muchas gracias por tu visita, Rachel!

Escríbenos algo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más en Acción