Crítica de Killers
He aquí un argumento original: chica rubia y pija conoce a chico morenito y musculado del que se enamora perdidamente y del que ignora su verdadera condición de agente especial/espía/asesino. Antes o después ella se ve involucrada en la verdadera actividad de él, y se dan situaciones de acción que demuestran las imposibles aptitudes de uno como profesional y los límites tonales de la otra como chillona. No, sus protagonistas no son Cameron Diaz y Tom Cruise, sino una pareja algo más joven aunque de rasgos y servicio de peluquería similares: Katherine Heigl y Ashton Kutcher.
Efectivamente, este “Killers” que ahora nos llega no deja de ser una nueva versión del “Noche y día” que tan bien ha mantenido el tipo (inexplicablemente) en nuestras carteleras, repitiendo prácticamente sus mismos patrones y variando apenas un par de detalles argumentales insuficientes para evitar que, a la larga, ambas películas se acaben confundiendo. En otras palabras, es como la pegatina que, además de distar mucho de ser tu favorita, te sale repetida; sólo que la segunda está mal impresa.
Si para algo sirve la enésima comedia romántica de acción es para poner en evidencia la situación actual de los guionistas de Hollywood, quienes salvo en casos honrosos, parecen basarse en el mismo par de ideas. Porque si ésta o “Noche y día” hubieran aparecido con unos de años de distancia, todo hubiera quedado en un pseudo-plagio, una continuación o remake no oficial, y santas pascuas. No, el problema es de base, y más grave aún, ya que han sido concebidas más o menos al mismo tiempo viniendo a decir que (a no ser que se haya dado una terrible estrategia de espionaje) esa ha sido la brillante y novedosa idea de distintos guionistas en distintos lugares y sin relación entre ellos (que sepamos). Que en Hollywood no dan para más, vamos. De este modo, a “Killers” se la puede valorar desde dos perspectivas, en función de si se ha visto o no la versión Diaz&Cruise.
En caso afirmativo, la de Heigl&Kutcher supone más bien una suerte de segunda parte (vale, son más jóvenes y están más turgentes que los dos cuarentones en estado de decadencia inminente), ya que aquí se conocen, se casan, y pasan tres años antes de que se desate la acción, mientras que en aquella todo pasa en un lapso de apenas unos días. Ahora pesa una recompensa de 20 millones de dólares sobre la cabeza de él, que además es un asesino a sueldo en vez de agente de la CIA… y ahí van dos de las tres o cuatro novedades en relación a la anterior. Sea como sea, habría que preguntarse a quién podría interesarle una continuación de un producto ya de por sí decepcionante y todavía demasiado fresco en nuestra memoria ,a nuestro pesar. Peor todavía, resulta que “Killers” es bastante más endeble, mucho menos glamurosa (pese a su tramo inicial en los parajes de Niza) y carece de dos actores realmente carismáticos.
Si por el contrario, no se ha visto el blockbuster rival, la película que nos ocupa no es sino una versión (más) descafeinada de la misma, al contar con un diseño de producción francamente pobre y con un nivel técnico digno de la pequeña pantalla (sólo hay que ver la explosión inicial) a lo que poco o nada ayuda la dirección automática de Robert Luketic, quien coincidió con la actriz de “Anatomía de Grey” en “La cruda realidad”. El resultado de todo ello son secuencias de acción apáticas y desganadas, rodadas con un gusto más bien dudoso que lo mismo captura puntuales escenas con cámara digital, que hace botar la imagen sin motivo aparente. Por lo que si hay que elegir entre una y otra, sepa el lector que, por lo menos, la otra cuenta con un mayor cuidado técnico y mayor dinamismo en general.
Por su parte, el guión, que desaparece en los momentos más trepidantes, debería ser el que amenizara las situaciones de pausa, aquellas en las que se debería dar paso al desarrollo de los personajes y de la trama, así como ofrecer las mejores dosis de humor. Pero lejos de ello, las cuatro manos (de Bob DeRosa y Ted Griffin) que firman el libreto se muestran incapaces de provocar cualquier atisbo de interés o gracia, limitándose a gags basados en los tartamudeos de él frente al cuerpo de ella (y viceversa), en la torpeza de ella ante sus primeros encontronazos con retos de vida o muerte, o incluso (y añádase un sic de aquellos estratosféricos) en ventosidades varias. Ni siendo lo más benevolente del mundo puede uno encontrar graciosos más allá de uno o dos fugaces resquicios de humor.
Ni qué decir tiene que los actores principales, con menos profundidad que sus secundarios (Tom Selleck y Catherine O’Hara, ahí es nada) no convencen en ningún momento, como si fueran los primeros en no creerse ni sus personajes, ya de por sí bastante improbables, ni la relación que se establece entre ambos. En resumen, muy lejos de la complicidad con la que contaban Jamie Lee Curtis y Arnold Schwarzenegger en la genial “Mentiras arriesgadas”.
De este modo, ni los que hayan visto “Noche y día”, ni los que no lo hayan hecho, encuentran en “Killers” justificación alguna que compense la pérdida de tiempo que supone su visionado. Los primeros, porque para qué demonios pasar por el mismo calvario (pero peor) en tan sólo unas semanas; los segundos, porque ya puestos, pueden evitar complicaciones y pasar olímpicamente tanto de una como de otra, pero si necesitan ver algún ejemplo del género, deberán optar por la primera.
Con tan sólo un par de fugaces gags logrados y unos cinco minutos que realmente valen la pena (en especial su final, único momento en que los guionistas demuestran algo de mala leche), “Killers” es un triste ejercicio de repetición agotado y agotador, carente de gracia y con la sensación de haber sido terriblemente descuidado por parte de sus creadores. Por muy fan que se sea de la pareja protagonista, no hay por dónde cogerla. Literalmente.
3/10