Crítica de La belle époque
¿Sabéis las típicas comedias románticas francesas, pensadas para el espectador medio, que se estrenan sin parar semana tras semana? Bien, pues sabréis también que a veces, cuando los astros se alinean o por una mera cuestión de probabilidades, una de estas fotocopias cuaja. La belle époque pasó por Cannes 2019, si bien fuera de competición. Este dato a día de hoy de poco sirve, pero se marchó del festival con críticas bastante positivas, lo cual sí es un poquito más novedoso habida cuenta de que la crítica extranjera tiende a cargarse todo producto franco-comercial que pase por dicho certamen. ¿Qué ocurre, pues, con la película de Nicolas Bedos? Pues que sin romper ningún esquema ni mucho menos volar cabezas del respetable, se descubre como un ligero cuento relativamente sorprendente que, además, consigue conectar emocionalmente con el espectador.
La belle époque navega a medio camino entre un episodio asuecado de Black Mirror y El show de Truman; a un hombre entrado en años y en depresiones, se le regala un vale para ir a algún lugar en el tiempo, el que él quiera, que la compañía que ofrece tales servicios ya se encargará de recrear la época. Ante la infelicidad de su día a día, acepta, y decide ir a los 70, en concreto al momento en que conoció al amor de su vida. A partir de aquí, y no sin cierto escepticismo por su parte, (re)vivirá un tiempo que, como todo pasado, fue mejor. Pero en el presente, y siendo consciente de ello en todo momento (o casi, al menos). Primer punto a favor de la propuesta de Bedos: lejos de partirse en dos realidades, no hay ningún interés por parte de nadie, en desprenderse de la actualidad en pos de un viaje bucólico que pudiera hacer las delicias de Michel Gondry. Quedan perfectamente delimitados los escenarios y personajes ficticios, de la misma manera que, en El show de Truman, el espectador podía ver dónde acababa el truco. Con la diferencia de que esta vez, como decía, también lo sabe él. Y de este modo, se invita a la reflexión.
No se me confunda, la película que nos ocupa es una comedia romántica y como tal, su principal objetivo es hacer reír y emocionar a partes iguales. Cosa que tampoco es que consiga a las mil maravillas: en su segundo bloque se aprecia más de un trompicón rítmico. Y fue más divertida La cena de los idiotas, por ejemplo. Pero es que el guion (del propio director) apuesta por ofrecer además diversas lecturas sobre la rutinaria realidad, el acomodamiento, la búsqueda de la felicidad personal y la correcta ponderación de una(s) relación(es). Con ligereza, sonrisas y un ritmo ágil, La belle époque va calando conforme va aumentando en matices. Tanto, que se diría que forma parte del juego el hecho de que el espectador pueda adelantarse perfectamente a todos los giros de guion. Y es que en el fondo, estamos del lado de quienes dirigen y guionizan este viaje al pasado. Y desde esta posición, quien quiera, que lea también un discurso sobre el cine de antes, cuando los efectos especiales se hacían a base de maquetas y decorados…
Queda, por tanto, una comedia comercial, romántica y francesa, como tantas otras: 100% esperable en el tono, el ritmo, la moraleja y el humor. Pero que, esta vez, consigue aguantar el interés hasta el final, e incluso propone que nos llevemos deberes a casa (ya me diréis si no salís con ganas de replantearos ciertas cosas). Un reparto perfecto con la mejor versión de Daniel Auteuil, pero ojo a Doria Tilliery a Fanny Ardant, pone la guinda definitiva a una La belle époque que a lo mejor intente ser más emotiva y divertida de lo que en verdad es, pero que no por eso deja de ser entrañable, sumamente entretenida y refrescante. Una muy grata sorpresa, vaya.
Trailer de La belle époque
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Divertida y entrañable comedia romántica francesa que propone un nostálgico y artesanal viaje al pasado, invitando a la reflexión sobre eso de que cualquier tiempo pasado es mejor. Inesperadamente agradable.