Crítica de La ciudad es nuestra – Piloto (HBOMax)
Generation Kill. Treme. Show Me A Hero. The Deuce. La conjura contra América. Todo lo que siguió a The Wire en el historial creativo de David Simon rozó la excelencia. El showrunner, uno de los más relevantes guionistas para televisión de las últimas décadas, nunca ha bajado revoluciones, siempre se ha mantenido lúcido en sus retratos corales y corrosivo en su mirada ácida hacia las instituciones. Pero nada de todo ello era como The Wire. Lógico, una mente tan inquieta nunca se conformará con repetir una fórmula, con prescribir una y otra vez una misma receta para el éxito. Pero aquellos a quien nos cambió la perspectiva del alcance de la ficción seriada tras ver el épico drama callejero de Baltimore -no me las doy de nada: somos casi todos- quiero pensar que de algún modo buscábamos un poco más.
La ciudad es nuestra podría ser la metadona para tan prolongado síndrome. Simon ha vuelto a acompañarse de uno de sus hombres fuertes, el escritor George Pelecanos, para armar lo que parece que va a ser otra ópera criminal coral en los suburbios de la ciudad más poblada, y con mayor tasa delictiva, de Maryland. Y el movimiento no es casual. Al guionista le gusta rodearse de algunas de las más destacadas firmas de la literatura negra norteamericana contemporánea: Dennis Lehane o Richard Price también han pasado por las writers’ rooms de Simon. Y recuperar a Pelecanos, ya que no a Ed Burns -aparentemente sólo escribe un episodio, el segundo de seis-, era un paso lógico. A resultas de ello y de su origen literario (adapta el libro de no ficción del periodista del Baltimore Sun Justin Fenton) La ciudad es nuestra tiene, vuelve a tener, ese aire de novela policíaca contemporánea, sabia, sosegada pero tensa, realista y minuciosa, pendiente de varios frentes al mismo tiempo, expansiva y diversa. Y, especialmente, muy cimentada en un conjunto de experiencias reales que garantizan a sus autores, blancos liberales privilegiados, un street cred que se han ido ganando a pulso obra a obra.
Ya veremos si estos personajes llegan a volar a la altura de Stringer Bell, McNulty, Kima, Omar, Freamon, Bubbles y compañía. Por el momento la condición de miniserie de La ciudad es nuestra andará en paralelo más bien con The Corner. Pero la colocación de las piezas en sus varios tableros (calles, comisaría, despachos) está siendo por el momento muy, muy excitante: por un lado el choque entre dos departamentos de la Policía de Baltimore, narcóticos y rastreo de armas, a raíz de unos indicios de sospechas de corrupción. Por otro el departamento de Asuntos Internos del FBI empezando a husmear para investigar a estos últimos. Y por otro más, una fiscal de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia tirando de otro hilo de polis corruptos que la conduce a uno en concreto, una mala bestia desatada en las calles.
Todo esto plantea una exploración transversal de la tensión ciudadana y la desconfianza en unas fuerzas de seguridad, a menudo sobrepasadas, en un contexto, no obstante, radicalmente distinto al de The Wire: en esta ocasión nos movemos entre 2017 y un 2015 en el que el asesinato de Freddie Gray a manos de seis agentes de la policía de Baltimore sigue fresco en la memoria: ahora la brutalidad policial vuelve a generar debate social y las agresiones y asesinatos son grabados en móviles y posteriormente viralizados. Es una sociedad a las puertas de un cambio de gobierno, la esperpéntica administración Trump, que terminará echando aún más leña al fuego del racismo institucional y la crispación ciudadana. Ese tiempo y lugar decisivos (casi todos los años en los últimos cinco lo están siendo, en realidad) en la que descubriremos si la América más olvidada, la de los callejones, los projects y el desequilibrio social empieza a vislumbrar algo de luz o sigue anclada en los paradigmas que planteaba The Wire.
Seguiremos al lado de Simon y Pelecanos para tratar de llegar a algún tipo de conclusión al respecto.
Trailer de La ciudad es nuestra
La ciudad es nuestra: siguiendo la estela de The Wire
Por qué ver La ciudad es nuestra
Empieza rozando la excelencia la nueva producción del nunca satisfecho y siempre imprescindible David Simon. En su piloto La ciudad es nuestra rescata el pulso callejero policíaco de The Wire y lo contrapone a la tensión institucional inherente a un gobierno que debe decidir si airea la corrupción o la barre bajo su propia alfombra.