la lista de schindler

Crítica de La lista de Schindler (Schindler’s List)

El año 1993 marca, en la filmografía de Steven Spielberg, el punto de inflexión más trascendente de su carrera. Antes ya había hecho espectaculares blockbusters que formarían parte del patrimonio inmortal del cine, de la misma manera que había abordado intensos dramas de corte histórico. Pero en 1993 estrenaba los dos máximos exponentes tanto de una variante como de la otra. Por un lado llegaba el divertimento palomitero más grande (al menos, conceptualmente) del momento: un alter ego (más) megalómano del director creaba un zoo con dinosaurios mientras que el Spielberg de carne y hueso reinventaba la acción, la ciencia-ficción y las monster movies. Pero por otra parte veía la luz su proyecto más ambicioso y deseado. Su golpe en la mesa, la culminación de once años de trabajo, y un cambio de carácter irreversible. Se estrenaba La lista de Schindler, impactante sumersión en los horrores de la Segunda Guerra Mundial, y a partir de entonces Spielberg adoptaba una nueva posición en Hollywood: ya no solamente se le consideraría un gran narrador de historias (o el más solvente creador de entretenimiento cinematográfico); aquel era el arranque oficial de su campaña, aún en liza, por convertirse en el mejor cineasta de la historia.

Con el guión de un Steve Zaillian hasta entonces aún por descubrir, la cinta adapta la novela El arca de Schindler de Thomas Keneally, para contar la historia de uno de los héroes del gran conflicto. El salvador de más de 1.200 judíos que da título a la obra, adopta el rostro de Liam Neeson, y adquiere de paso una imagen mucho menos controvertida de lo que a priori cabría imaginar. Y es que si Spielberg es reconocido por muchas cosas, una de ellas es cierta debilidad por la banalización de conceptos en sus acercamientos siempre maniqueístas a los acontecimientos históricos a tratar (escena clave en este sentido, la del oficial nazi disparando desde su balcón… es el bien contra el mal, y para ello debe quedar perfectamente claro qué es el bien y qué es el mal). Pero ahí reside parte de la gracia: lo icónico de sus personajes, la lucha del bien contra el mal y la sensación de no abandonar nunca, bajo ningún concepto, la norma de que el cine es ante todo espectáculo. Por eso es el mejor narrador del momento detrás de una cámara, y por eso sus películas acostumbran a estar perfectamente dosificadas, en un equilibrio que rara vez se descompensa del lado de lo denso, ni de lo trivial. De nuevo, La lista de Schindler es en este sentido uno de los mejores ejemplos de tan medida compensación, si bien ello ponga en entredicho su rigor histórico.

A niveles más prácticos, el mismo intercambio de golpes en direcciones divergentes puede apreciarse a lo largo de los 195 minutos de su metraje. Spielberg apuesta por un blanco y negro rigurosísimo, que sin embargo quiebra durante apenas unos instantes con dos puntos de color igualmente rompedores por su significado. Un par gotas de esperanza, finísimas gritas que permiten entrever el triunfo de la vida al otro lado del muro de desazón frente al que choca el espectador. Contrastes, como el del contenido cineasta que retrata con sobriedad los pasajes más discursivos de la cinta, liberando después todo su poderío dramático en secuencias que hielan la sangre. Quizás todo ello responda a la voluntad del director por hacer oficial la otra gran contraposición conceptual que hace de leitmotiv a lo largo de toda su carrera: el clasicismo versus la explotación de las últimas tecnologías y, en menor medida, de las nuevas fórmulas de discurso cinematográfico. Su blanco y negro es casi expresionista, la elegancia de alguno de sus planos es equiparable a la de Orson Welles, y sin embargo, La lista de Schindler es una cinta claramente reciente, moderadamente rompedora. Y puestos a hablar de contrastes, uno más, no por obvio menos importante: son más de tres horas de película, que sin embargo transcurren con gran agilidad, más por la labor del director como tal que otra cosa.

Y es que al margen de la relevancia de sus actos, la historia de Oskar Schindler no pasa de una anécdota, a fin de cuentas. Y además, lo apuntábamos antes, si de algo peca La lista de Schindler es de ofrecer una imagen demasiado simplificada, un mensaje masticado en demasía que no da demasiado pie (apenas se ofrece la opción) a pensar en la doble moral por la que el hombre empezó a salvar vidas en realidad. Más bien al contrario, su imagen de gran salvador se ensancha a ritmo galopante hasta dar con un último arco (incluyendo los minutos finales del clímax y el epílogo ante la tumba del verdadero Schindler) excesivamente teatrero. Resbalón que a punto está de costarle caro a las tres horas precedentes. Nada, queda en un susto, mero regurgito sin mayores consecuencias que no impiden rendirse a la evidencia. Steven Spielberg es un director total, personal y revolucionario y a la vez amante del cine clásico; y así lo demuestra la primera de sus grandes obras cumbres. Una película en la que todo funciona a la perfección, que convirtió en oro todo lo que tocó (descubrió a Ralph Fiennes, redescubrió a Liam Neeson, encumbró por enésima vez a John Williams…), y que ha entrado a formar parte de la historia del séptimo arte significando uno de los acercamientos recientes al Holocausto de mayor intensidad dramática.

 

Y en el Blu-Ray de La lista de Schindler…

Conmemorando el 20º aniversario de la cinta, la Universal lanza la Edición Definitiva de la misma, presentándola con una imagen totalmente restaurada y pasada a los 1080p, y con un segundo disco dedicado exclusivamente al contenido extra (además, y en función de los gustos del comprador, de contar con libretos y postales varias). El resultado es una experiencia sobrecogedora, casi mejor que lo vivido en cines, debido a una calidad visual inapelable que le da, tanto al blanco y negro como a los flechazos de color, una viveza inesperada. Es posible que en ocasiones se note el truco (en algunos pasajes se nota cierto bajón cualitativo), y que a estas alturas la tecnología BD da aún para más, por lo que eso de edición definitiva está por ver. Pero los resultados son, en todo caso, plenamente satisfactorios. Igual que la imagen, el sonido ha pasado, al menos en versión original, por un proceso de mejora llevando a un nuevo master DTS-HD espectacular. La versión doblada, en cambio, se presenta en un 5.1 algo más forzado, por lo que recomendamos disfrutar de ella en condiciones, esto es, en inglés.
Por su parte, el segundo disco es un DVD con los siguientes extras:

  • Las voces de la lista: Sobrecogedor documental de poco menos de hora y veinte con testimonios de los supervivientes del Holocausto, gracias a Schindler, y la activa participación de Spielberg.
  • La historia de la USC Shoah Foundation con Steven Spielberg: unos cinco minutos de documento centrado en la creación de esta fundación, que también celebra los veinte años de su existencia debido a haber surgido como respuesta a la película.
  • IWitness: Spielberg fundó dicha organización buscando la voz de las víctimas de la gran guerra, y a esta organización se dedica este segundo minidocumental que culmina una edición más que satisfactoria (si bien no hubiera esta de más algún otro documento sobre el rodaje, la adaptación de la novela, declaraciones y demás…) de una cinta de visionado obligado, al menos una vez en la vida.

 

Y de regalo: este mini documental sobre Oscar Schindler

 

 

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. digo sos son criticas? si la pelicula fue echa de una novela no de hechos historicos con rigor, que ademas falta decir en la novela original el es un agente de la SS

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