Crítica de La novia
Luego acaban triunfando apellidos vascos agentes policiales del Atleti, pero ya no es ningún secreto entre quienes quieran ir un poquito más allá, que hay otro cine español, y que goza de una salud envidiable. Si hasta hace poco bastaban los dedos de una mano para contar las Buenas Películas de por aquí, ahora falta tiempo para verlas todas, y cada vez son más las producciones que arriesgan, que se lanzan al vacío sin red de seguridad porque la voluntad pasa por querer hacer una obra de arte por encima de todo, taquillas incluidas. Que el cine no es sólo un trabajo que te permita pagar las deudas, sino algo más, y por fin se ha tomado plena consciencia de ello. Es este marco dorado el que permite la existencia de La novia: quién podría imaginar antes que se iba a dar luz verde al proyecto de adaptar de nuevo para la gran pantalla las Bodas de sangre de Lorca, empleando las últimas corrientes expresivas del lenguaje cinematográfico (que hay que encontrarlas lejos de cualquier cosa que tenga que ver con lo mainstream)… ¡y que encima iba a contar con la más destacada actriz española del momento! Benditos tiempos de gloria artística, que no económica, para el cine español, que nos permiten disfrutar de una de las más estimulantes propuestas desde, quizá, la Blancanieves de Berger.
En esta ocasión es Paula Ortiz quien le da una vuelta de tuerca a la obra, y la todopoderosa Inma Cuesta quien se encarga de dar vida a la novia en cuestión, una mujer que se debate entre dos hombres mientras se acerca el día de su boda. Fantástico tándem (secundado por un equipo técnico y actoral de primera también) que nos regala una experiencia cinematográfica única: La novia es un viaje más sensorial que argumental con el que la directora y guionista juega a su antojo con el original, buscando cualquier recoveco que éste le permita para imprimir su huella. Como ocurre con todo lo que en literatura tenga que ver con un verso, se cuida con mimo la forma en detrimento de un argumento reducido a la mínima expresión, apuntando si acaso a las emociones del lector/espectador. Ortiz estudia cada fotograma al detalle, emplea ralentíes, satura la imagen y luego apunto está de desproveerla de colores, rompe la línea temporal, dibuja lunas digitales en el cielo. Y por su parte, Cuesta compone el mejor papel de su carrera hasta la fecha, se entrega completamente a la novia, canta, llora, desprende fuego interior y se/nos apasiona con historia de amor a dos bandas.
Directora, actriz… el film entero arriesga en todos sus aspectos. Y no siempre acierta, hasta el punto de que si no se entra en su juego, puede antojarse un relamido ejercicio onanista cuanto menos exasperante. Pero al margen de puntuales excesos manieristas en que se pasa de frenada de todas todas, es lo suficientemente accesible para que todos puedan dejarse llevar por él. Cualquiera puede ver este drama romántico (incluso siendo desconocedores totales de la obra de Lorca) y vibrar con su tensión sexual, sentirse excitado con las ardientes relaciones de su trío, emocionado con el clímax, embriagado al escuchar las canciones de la protagonista y de Manuela Vellés. Y es que La novia es técnicamente perfecta, formalmente prodigiosa, pero más que nada, apasionante. No hay que verla, hay que sentirla.
Trailer de La novia
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Adaptación de las Bodas de sangre de Lorca por todo lo alto, en forma de película tan barroca como fascinante. Y con una Inma Cuesta absolutamente radiante.