Crítica de La Yuma
Tras doce años curtida en la realización de documentales, la directora Florence Jaugey debuta en la dirección de largometrajes con “La Yuma”, la historia de una chica dispuesta a cumplir su sueño a toda costa: ser boxeadora. Sólo de esta manera podría abandonar el pueblo en el que vive aprisionada y ofrecer a sus hermanos la vida que se merecen, lejos de un padre desempleado y borrachuzo, y de la peligrosidad incipiente de cada uno de sus vecinos.
Con este argumento se presenta la primera producción nicaragüense en 20 años, que además hace gala de una lógica escasez de recursos y de un reparto debutante en su mayoría; su mayor baza es por tanto el nombre de su directora (y co-guionista), cuyo corto debutante, “Cinema Alcázar”, fue multipremiado en la Berlinale de 1998.
Eso, y la buena acogida que suelen recibir las películas de corte realista, pobladas de personajes de la calle y con algo de denuncia social, escondida en este caso en la descripción de la extrema situación por la que pasa el pueblo en que la protagonista vive.
El problema es que tal vez, esas valías sean insuficientes para justificar su visionado, en especial cuando el espectador ya haya visto cintas como “Barrio” (de Fernando León de Aranoa) o cualquier otra de similares características.
Y es que “La Yuma”, en realidad, tiene muy poquito ofrecer.
Desde luego, no conviene escarbar demasiado en cuestiones cualitativas, pues sus limitaciones son obligadas y a partir de ellas, literalmente, se hace lo que se puede. Así, la actriz principal, Alma Blanco, es de las pocas mínimamente capaces de hacer creíble tanto su trabajo como a su personaje, sobresaliendo en un reparto acorde a su condición de amateur (que, por otra parte, nada tiene que envidiar a la propia “Barrio”). La principal consecuencia de esa falta de experiencia se refleja en la incomprensión de prácticamente la totalidad de los diálogos, que llegan al extremo de requerir el empleo de subtítulos para el público castellanoparlante (no nicaragüense) como si de una película hablada en otro idioma se tratara.
Por su parte, la directora opta por un estilo casi documentalista para esconder carencias técnicas, recurriendo a las virtudes visuales de los lugares de rodaje, verdaderos transmisores de las sensaciones que busca el film. Delincuencia, jóvenes deambulando por las calles, edificios en ruinas… condiciones de gravedad en las que la vida intenta abrirse paso con la mayor naturalidad, y donde tienen lugar los acontecimientos, más novelizados de lo esperado, que implican a los diversos protagonistas.
Llegados a este punto, un servidor no sabe muy bien cuáles son las intenciones reales de Jaugey: si su idea era simplemente dar a conocer esa sociedad desde un punto de vista 100% real (tanto como para resultar anticlimático), su guión peliculero y bucólico le hace un flaco favor; si en cambio buscaba una estrategia algo más efectista, entonces falla la apatía con la que todo transcurre, y la casi total ausencia de sucesos realmente aprensivos.
Y es que a lo largo de sus ochenta y pocos minutos, no hay nada en “La Yuma” que llame demasiado la atención. Muy poco de lo que sucede se antoja realmente trascendente, y además todo suena a visto una y mil veces en ocasiones anteriores y con mejor tino. Ese miedo por decantarse hacia el drama o el retrato social acaba significando un continuo flirteo con el tedio, que al no aliviarse con prácticamente ningún recurso cinematográfico, en más de una ocasión acaba haciendo muy cuesta arriba su visionado.
Sin embargo, decía al principio que a quienes gusten esta clase películas, con etiqueta de comprometidas, verá en “La Yuma” un producto tan válido como cualquier otro. Con sus más y sus menos, cabe reconocer que la propuesta sigue siendo digna, y su argumento, pese a saberse de memoria, resultando medianamente interesante.
Pero sobre todo, su valor más importante es el de descubrir de manera internacional que Nicaragua existe (a nivel cinematográfico, se entiende), por lo que si ésta va a ser la película que posibilite la reactivación de la industria, su relevancia puede llegar a ser definitiva en la historia del país, y simplificarlo todo a una discusión sobre si es buena o mala carece de sentido.
6/10