Crítica de El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)

el lado bueno de las cosas

Toda una filosofía basada en la épica de los desclasados apuesta por mandar al resto del mundo a tomar por saco, por la idea de que en un ejercicio de delicada y frágil endogamia toda sociedad, por descompensada que sea, puede subsistir en si misma. Es decir, qué narices, un microsistema estanco de perdedores apartado del resto de sociedad más o menos estandarizada puede existir por si mismo como núcleo freak de convivencia. Es a lo que se ha venido a circunscribir gran parte del cine indie americano de los últimos años y es a lo que se agarra el guionista y director David O. Russell, que en una nueva cepa de su interés mutante por los grandes géneros cinematográficos ha querido ahora detenerse en la comedia romántica. Pero, eso sí, en la comedia romántica con un plus de presunta qualité: el que otorga ese sello indie y el que garantiza ese cosmos de personajes contracorriente.

En este caso, se trata de una familia ligeramente disfuncional cuyo miembro más destacado es Pat, un hijo balaperdida (Bradley Cooper) que acaba de salir del psiquiátrico, sus brotes bipolares apenas controlados. Pero que no es sino la cabeza visible de una familia que también incluye un padre exagresivo (Robert DeNiro), una madre repelentemente conciliadora (Jacki Weaver) y una exmujer harta de los ataques de irresponsabilidad y violencia (Brea Bee). A este caldo de cultivo se añade una nueva amiga, Tiffany, también bipolar y de arranques ninfomaníacos (Jennifer Lawrence), con quien Pat pone en marcha una truculenta relación de tensión romántica. Es decir, la parada de los monstruos convertida de nuevo en reducto de improbables supervivientes.

bradley cooper y jennifer lawrence

Así que el acercamiento y el enfoque general, a pesar de estar planteado desde una firme sinceridad (Russell gusta de contar las cosas sin ambages), desprende un innegable cariño y respeto por los personajes y sus tribulaciones, más a menudo marcadas por el estallido emocional y la reacción refleja que por el trabajo reflexivo y el raciocinio intelectual. Lo que comentaba del amor por los chiflados, por los que se encuentran en el lado opuesto a los personajes clásicos hollywoodienses en el espectro de las relaciones humanas, no solamente en una esfera psicológica: esta vez la historia no transcurre en un Nueva York cosmopolita, obvio hábitat de neuras y psicopatologías urbanas, sino en la mucho más provincial Philadelphia de los suburbios. La de los barrios residenciales y las familias de toda la vida, los pubs irlandeses y el «hogar de los Philadelphia Eagles».

Entonces ¿significa eso una tajante voluntad por parte del realizador de cortar con las reglas establecidas, dinamitar las expectativas de los espectadores casuales de romcom? Pues no, todo lo contrario, en realidad. El lado bueno de las cosas plantea sus principios sin cortapisas, pero nunca renuncia a un suave tono de bienestar generalizado, casi de feelgood movie; el que procuran los códigos más genéricos y los cánones de la comedia romántica. David O. Russell siempre ha basculado entre géneros (del bélico de Tres Reyes al drama con vena pugilística de The Fighter), pero nunca ha terminado de apuntillar su visión al respecto, de meter su zarpa autoral para rubricar productos finalmente memorables; y lo curioso del caso que nos ocupa es que aquí ha parecido pretender ajustarse lo máximo posible a ese género sin quererse apartar de lo esperable e incluso previsible.

bradley cooper

De modo que la película está construida a partir de convencionalismos y lugares comunes para en rara ocasión subvertirlos. Más bien es como si quisiera evocar los modos de la comedia clásica (pocas comedias puramente hollywoodienses se seguirán entendiendo y sintiendo tan bien como esa dentro de, pongamos, cincuenta años) y trabajar desde los clichés para, simplemente, usarlos a su favor en un producto bien acabado. Es decir, que no hay lectura autoconsciente, porque simplemente no hay interés en ofrecer algo rompedor. Hay sólo un enfoque superficial distinto para un relectura del mensaje claramente conservadora en sus planteamientos argumentales.

Es decir, un puñado de intenciones tan meridianas como, al cabo, insuficientes. Porque, sí, El lado bueno de las cosas tiene el potencial para llenar salas y dejar por lo menos a la mitad de la platea satisfecha. Para hacer reír en los momentos en que se pone cómica y levantar una ligera reflexión cuando tiene a lo circunspecto. Pero no es menos cierto que descuida las vastísimas posibilidades dramáticas de la enfermedad y tampoco que quien busque mordiente y vitriolo, no tanto en sus formas como en su fondo, se verá decepcionado. Y sobre el papel la cosa no funciona mal, y a un par de metros de distancia incluso cumple su objetivo: estamos ante una película innegablemente bien ejecutada, bien realizada desde su posicionamiento estético indie, tratada con inteligencia y que no cae en melodramatismos innecesarios ni en excesos de azúcar, aunque sí en algunos subrayados emocionales. Que cuenta con un reparto deslumbrante bien adaptado a un abanico de personajes estupendamente dibujados, de los que logran transmitir a menudo una mayor gravedad -más subtexto de lo que parece- de lo que sus erráticas e infantilizadas conductas podrían empujar a pensar.

jennifer lawrence y bradley cooper

Pero que, resumiendo, también es incapaz de ofrecer nada nuevo ni genuinamente excitante para los que quieran ir más allá en el cine de filia indie y especialmente en el género de la comedia romántica. Un terreno cada vez más polarizado entre los gatos que Hollywood quiere ofrecernos a nosotros a precio de liebre y lo que algunos kamikazes (Kaufman y compañía) pueden querer arrebatarle a Hollywood para regalárnoslo en forma de frescura radical y deslumbrante originalidad. No es el caso.

6’5/10

Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Un 6,5 de cabeza también para mí, pero un 7 de disfrute. Comedia romantica sin nada nuevo, pero bien interpretada (Cooper chirría en algún moentito pero en general es lo mejor que le he visto), Lawrence lo hace muy bien y lxs secundarixs van sobradxs. Un pelín larga como la mayoría de pelis últimamente, demórándose en la parte central, pero bueno, esperando el happy ending asegurado tampoco cargaba.
    Ayer se lo comentaba a Caps, ésta es como "Philadelphia" para mí, ni mucho menos una gran peli pero hace labor social, acerca el mundo de los desórdenes mentales a la masa, sugiriendo pero sin repaparse en la parte oscura y mostrando la parte healer que siempre es más agradable. No sé, me entró bien, mejor de lo que me esperaba.

  2. Jmmm… ya, pero se puede hacer un happy end sin caer en las mismas repeticiones, no? I mean, apelando a la comedia clásica de toida la vida, pero sin sucumbir a lo facilón…
    Y sí, no está de más que haga un poco de pedagogía sobre las enfermedades mentales. Pero ¿tú crees que va a ser fructífero? Que el público potencial va a pensar en ello o más bien van a quedarse con lo guapetones que salen ellos dos (que salen; y mucho).

    Nostamal anyway. Tampoco muy bien. Pero celebro que la hayas disfrutado en cualquier caso :D
    (mola tu comment)

  3. Desde que aparece el item "carta" ya se ve por dónde va a ir todo, y la verdad, como me apetecía final feliz, ya me coló…. y, bueeeeno, vaaaale, lo reconozco: las pelis en las que "[email protected] dos" bailan, llevan medio punto de más en mis corazoncitos.
    ¿Guapetones? Bueno, ya sabes que Cooper no es santo de mi devoción y a Lawrence, aunque me gusta mucho, le veo una cara de pan considerable, aunque como ella me mola, ya la veo guapa, pero vaya…

    En cuanto al tema divulgación, sí, ya sé que es como un suspirito en medio de la ventolera, pero al menos algo queda ("¿No te acuerdas de aquella en la que Cooper hacía de locatis? ¿Bipolar o algo así?" "Y no se medicaba, bailaba" (esto ya es un segundo nivel de reflexión ;)). Piano piano si anda lontano.
    En todo caso, está claro que aunque pase a engrosar la lista de "Pelis sobre la locura (mental diseases)" está en el saco de "A Beautiful Mind" o de "Mejor imposible" no en el de "Das Kabinett..", "Recuerda" o el Cuco…

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