langosta the lobster

Crítica de Langosta (The Lobster)

En algunas noches de insomnio, entre vueltas y vueltas que damos en la cama, muchas veces nos vienen ideas a la cabeza, ideas que en ese momento parecen geniales pero que, al despertarnos, desechamos por trasnochadas, excéntricas o irrealizables.

Eso no le pasa a Giorgos Lanthimos. El director griego parece tener una idea para una película genial y diferente, y cuando se levanta por la mañana sigue tan convencido en realizarla como la noche anterior. De esta manera, encontramos en su corta pero creciente filmografía cintas como Canino, donde un matrimonio encierra a sus hijos en la casa y les enseña cosas tan arbitrarias como que los aviones son juguetes o que el mar es un tipo de silla. O como Alps, donde un grupo de extraños personajes se dedica a reemplazar a los muertos a cambio de dinero.

En La langosta, la historia cobra tintes más distópicos y cómicos, pero sin dejar de lado esa frialdad de cirujano, con un humor ya no negro, sino del color de las paredes de un hospital. En esta ocasión, la trama se traslada de la Grecia actual a un no-lugar y con actores de primera talla como Colin Farrell, John C. Reilly o Rachel Weisz. En ella el personaje de Farrell interpreta a un hombre que, al quedarse soltero, es conducido a un hotel-cárcel donde se le obliga a encontrar una pareja en menos de 45 días. Si no lo consigue, se le convertirá en un animal. Eso sí, a su elección.

En este mundo distópico y extraño, hay ciertas reglas. Y todas son igual de trasnochadas. Aun así, el Lanthimos logra abrirnos las puertas de este mundo con maestría, dosificando la información de manera que mantengamos el interés. Hay escenas incómodas, otras divertidas, y entre los resquicios de escena y escena subyacen ideas muy interesantes sobre nuestra sociedad, sobre la estigmatización de la soledad, la incomunicación y la extrañeza de compartir la vida con alguien.

Durante una hora, cuando está claro que es una comedia, la película se disfruta enormemente. Pero entonces algo cambia, y con una rápida elipsis nos encontramos con una trama completamente diferente, como si fuera una película en dos (o seis) actos. Es entonces cuando la historia pierde fuelle, enseña costuras y empieza a aburrir.

Las ideas extrañas cuestan muchas veces de redondear, de definir y acabar. Y es lo que parece haberle ocurrido a La langosta, que, sin embargo, sigue siendo una película valiente, reflexiva y en ocasiones muy divertida; con unas interpretaciones de lujo y una creatividad desbordante.

 

 

 

Valoración de La Casa
  • Iván Correyero
  • Carlos Giacomelli
3.3

En pocas palabras

Una película extraña y que lo arriesga todo por sus excéntricas ideas. Puede que la jugada no siempre salga redonda, pero sigue confirmando a Lanthimos como el más terrible de los enfants del momento.

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