Crítica de Las niñas
Flamante ganadora de la Biznaga del festival de Málaga 2020, Las niñas se presenta como la película española del año. Y muy probablemente lo sea, pero es necesario poner un poco en situación, no vaya a ser que al público menos preparado se le acabe rápido la paciencia. Porque la propuesta escrita y dirigida por Pilar Palomero no debería asociarse a ningún comentario de semejante grosor de brocha, siendo como es una película basada en los detalles. Las niñas celebra la sutileza de una cámara colocada de una determinada manera, de un plano con una mirada cargada de intención, de una escena de sentido más lírico que narrativo. Y antepone todo ello a resoluciones peliculeras, giros lacrimógenos o trucos baratos de banda sonora (del mismo modo que, pese a ambientarse en los años 90 y presentarse en 4:3, huye de burdos homenajes técnicos con los que tan empachados nos tienen títulos más comerciales). Nada es obvio, nada es burdo, así que no, Las niñas ni siquiera se merece una simplificación tan rupestre como la de película española del año. Por mucho que lo sea. Es una joya que está por encima de tales etiquetas.
Retrato generacional, viaje contemplativo al pasado, drama personal (probablemente no exento de pasajes autobiográficos), o puesta de puntos sobre las íes. Pilar Palomero ofrece un inabarcable abanico de lecturas partiendo de una premisa mínima: Celia va a un colegio de monjas y, coincidiendo con los inicios de los 90, entra en la edad de plantearse cosas. Quizá condicionada por su entorno, sus compañeras del cole, lo que sea; pero que algo no cuaja se demuestra ya desde la potente escena inicial, donde el desarrollo natural de una situación (sencilla también) se ve truncado por una forzada imposición que no se acaba de entender. Supongo que Las niñas encontrará un buen puñado de espectadores que se identifiquen con lo que a partir de entonces va sucediendo porque, de nuevo, la película huye de todo lo que no sea contar una historia que podría ser sumamente real, y desde una aproximación sumamente realista. Y cercana a los ojos de la niña, pues la cámara se aleja de su hombro en contadas ocasiones (cargadas de significado).
Y a partir de aquí entramos en los detalles de la cinta, que son infinitos, y la hacen única. Como el duo de escenas en las que Celia está en el baño, como atrapada en un plano aún más estrecho de lo que los 4:3 confinan, iluminada en el primero y en sombras en el segundo, cuando su terremoto interior ha empezado. O que a la madre (Natalia de Molina) cueste encuadrarla, como si pese a compartir apartamento con la hija, estuviera en una dimensión totalmente alejada e incomunicada. O las miradas, todas y cada una de ellas. Por vía de esta clase de piezas es por donde la trama (pequeñita, íntima) va tomando forma, sin despegarse ni un ápice de lo que cualquiera podría interpretar como sus propios recuerdos, y sintiéndose con intensidad cada vez mayor. Y por el camino, va entrelazándose con habilidad con una disertación sutil, casi invisible al principio pero implacable a la postre, sobre la herencia de esa desfasada educación, esas imposiciones sociales absurdas, en quienes ahora están llamados a llevar la batuta. Quienes, en definitiva, vivieron ese mismo periodo de encallamiento religioso enfrentado a una cierta apertura de miras, que aún está a medio hacer. Y que acabaron encontrando su voz de un modo u otro.
Porque en el fondo, de eso va Las niñas por encima de todo: de encontrarse a uno (una) mismo, cuando toca, por difícil que parezca. Esa edad en la que no sabes muy bien a qué has venido y hacia dónde vas, pero te empiezas a plantear por qué tenemos que tomar por buenas las directrices de un libro escrito hace tropecientos años, que habla de hombres que crean a mujeres partiendo de costillas de otros hombres, para que éstas les hagan compañía. Sí, en teoría hemos evolucionado… pero, ¿suficiente? En fin, tómese como reflexión y retrato social, como coming-of-age, o como excusa para regresar al pasado y ver Los fruitis mientras se escucha una cassette de los Héroes del silencio. O como lección de cine. En cada una de esas facetas, Las niñas triunfa, y de qué manera. Si es que al final, sí bastaba con decir que era la película española del año…
Trailer de Las niñas
Valoración de La Casa
En pocas palabras
La Biznaga de oro de Málaga 2020 es una pequeñita pero gigante película con infinidad de lecturas, y compuesta a base de detalles que componen, cada uno, una joya cinematográfica. Preciosa.