las ocho montañas critica

Crítica de Las ocho montañas

En 2007, Sean Penn llevaba a la gran pantalla el libro de Jon Krakauer y se marcaba un hito generacional. Hacia rutas salvajes hizo que muchos espectadores salivaran con la idea de dejar todo lo urbano y lo ruidoso, para marcharse a la montaña, siguiendo los pasos de Emile Hirsch a ritmo de Eddie Vedder. Todo muy bucólico e ingenuo, pero la gran baza de aquella película era poner en entredicho las teóricas bondades de la evolución de la humanidad; dar forma a un sentimiento que muchos llevaban dentro, y a la vista está: Penn creó escuela entre una multitud de cineastas que han ido semiplagiando al de Yo soy Sam desde entonces. A veces de manera bastante descarada (Alma salvaje, de Jean-Marc Vallée) y otras, aportando miradas personales y expandiendo el terreno de juego (la reciente e inclasificable La montagne, de Thomas Salvador).

El caso de Las ocho montañas se ubica en un término medio: la propuesta de Felix Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch, adapta el libro de Paolo Cognetti para contar la historia de Paolo y Bruno. El primero, un niño de ciudad que va a pasar el verano a la montaña, donde conoce al segundo, oriundo del lugar, y con quien entabla una relación de amistad que confluye en una vida cada vez más alejada de la urbe en pos de las bondades de la vida en el campo. De nuevo, pues, crisis existenciales, necesidad de desligarse de las ataduras del capitalismo, pajarillos revoloteando y banda sonora entre folk y melódica; aunque esta vez a cargo de un Daniel Norgren que está a años, siglos, eones luz del de Pearl Jam. Hasta el punto de antojarse una banda sonora impostada y antinatural. Ejemplo, el más evidente quizá, de los males de una película bonita, nada más faltaría; emotiva, claro; que invita a soñar con una vida de ensueño, qué duda cabe. Pero que no consigue, salvo en contadas ocasiones, desprenderse de cierta sensación de falsedad y de forzado manierismo que impiden la comunión total entre espectador y pantalla.

Insisto, la película es de una belleza inapelable: los parajes en que se ubica cortan la respiración, la relación entre sus personajes se antoja creíble con independencia de quién los interprete (hay un par de saltos en el tiempo con su consiguiente cambio de actores), y no se puede sino estar en comunión con los ideales que defiende. Es un trabajo exquisito que invita a respirar aire puro, se contagia de los tempos propios de los lugares en que ocurre, y no tiene prisa alguna por precipitar los acontecimientos (hasta que lo hace). Un notable holgado, vaya. Pero no excelente, porque todo ello se vive con cierta distancia; la misma que imprimen Van Groeningen y Vandermeersch, cuya mirada es la de alguien ajeno. La de unos urbanitas que han salido de su ciudad sólo momentáneamente, sin ningún interés por llevar a cabo una inmersión real. Unos pixapins que van a las afueras, les gusta lo que ven, elucubran lo justo… pero por la noche a casa a ver la tele. Un prisma que, en definitiva, les evita entender lo que su propio proyecto requería.

Porque si Las ocho montañas es preciosa, lo es a pesar de sí misma. Los que aparece en pantalla de manera natural, es lo suficientemente bueno como para reponerse a las decisiones artísticas, en ocasiones hasta contradictorias: la sensación de libertad e inmensidad se acaba anteponiendo a los inexplicables 4:3 de la pantalla, formato que choca con el abuso de planos aéreos, que a su vez supone un palo en las ruedas a la sensación de comunión íntima del protagonista con la montaña. Lo dicho, contradicciones. Del mismo modo, los valores y reflexiones que se desprenden de ella son suficientes como para mantener despierto al espectador pese a los innecesarios y mal administrados 147 minutos de metraje, contemplativos durante buena parte del film, para luego querer desarrollar demasiadas situaciones en los pasajes finales. Y la sugestión del espectador es lo bastante fuerte como para conseguir emocionarlo de manera decente, pese a la incapacidad de los autores por hacer buen uso de las metáforas (el detalle de los pájaros al final es una tomadura de pelo), de la información no verbal (qué manía con la voz en off) o de la ya antes citada, desconcertante como poco, banda sonora.

Al final, Las ocho montañas es una de esas películas que cuaja y de qué manera. Insisto, de notable alto. Pero no gracias a unos cineastas que si algo demuestran, es que no han entendido lo que su película pedía, no han sabido captar el tono. sólo han demostrado ser los que menos se han creído lo que nos han querido vender. Así que sí, vedla, complaced vuestros arrebatos de salir de ciudad y permitid que la propuesta coquetee con vuestras endorfinas. Es una postal sumamente agradable. Pero para experiencias realmente viscerales, yo me quedo con Carla Simón, con Alice Rohrwacher o Li Ruijun (Return to Dust es algo que nadie debería perderse)… o con la propia La Montagne, antes citada y con la que Thomas Salvador lleva el concepto de comunión hombre-montaña por unos derroteros mucho más arriesgados y personales, y hasta catárticos. De Las ocho montañas se sale un poco mejor de lo que se entra, pero poco más.

Trailer de Las ocho montañas

Las ocho montañas: una postal bonita
  • Carlos Giacomelli
3.5

Por qué ver Las ocho montañas

Nuevo grito por la libertad y la ruptura con todo, que se queda en un poco más que un susurro, un lamento sin demasiada convicción por parte de unos directores que se han subido a la montaña a sacar un par de fotos, y pa’ casa. Las fotos, qué duda cabe, son preciosas. Y la bocanada de aire fresco más que bienvenida. Pero Las ocho montañas se queda muy lejos de la comunión hombre-naturaleza que se cree que es.

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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