Crítica Le Mans ’66
Tan ecléctico como siempre, James Mangold ha dejado a un lado las garras de adamantio de Lobezno para lanzarse a por el oro de los Oscars con una película pensada para la salivación inmediata del público estadounidense. Le Mans ’66, o Ford v Ferrari, es la adaptación de la historia real en que los Estados Unidos derrotaron a Europa. Otra vez. Bien sabido es que los primeros sienten la necesidad de sobresalir por encima de los segundos, y en esta película se llega al extremo de comparar la pugna Ford/Ferrari con la actuación de las tropas norteamericanas en la Segunda Guerra Mundial… ganando a Europa.
Cuando se acercan los periodos de nominaciones y premiaciones diversas, estos enaltecimientos patrióticos se van estrenando con regularidad; tanto da que aquí el interés se centre en una competición de interés cuestionable, y a la postre, se busque sólo satisfacer el ego de un rico hombre de negocios (Henry Ford II) a quien le da por medírsela contra otro (Enzo Ferrari). Pero en fin, lo cierto es que tenemos nueva película de carreras de coches (no confundir con la, a mi juicio, superior Rush), nuevo ondeado de barras y estrellas, y nuevo bollo salido del horno del cine oscarizable. A saber: larguísimo metraje con espacio para el héroe anónimo, el bigger than life y el devenir del buen ciudadano (que Christian Bale haga de inglés es relativamente poco importante, pues a la que puede se calza un buen sombrero de paja a lo cowboy). Con sus tres actos bien definidos, y el habitual arco dramático del héroe que tiene todas las de perder al principio y tal y cual. Vamos, que Le Mans ’66 la hemos visto ya mil y una veces. Y lo cierto es que molesta mucho que se nos haga recorrer los mismos raíles una vez más, debiendo invertir casi dos horas y media delante de una pantalla para completar el viaje.
Sin duda, el principal mal de Le Mans ’66 es justamente una necesidad más que evidente de un tijeretazo aquí y allá. Le van a la zaga una serie de personajes, la mayoría de los secundarios de hecho, esquemáticos hasta rozar lo paródico. Y una dirección que pone en evidencia cuán necesario es a veces el equipo que rodea quien se sienta detrás de las cámaras: la película es vistosa, el montaje es muy ágil especialmente en las escenas de carreras. Pero no hay ni un solo plano mínimamente personal. En realidad, un poco lo de siempre, cuando toca hablar de las películas de Mangold.
Con todo, el otro lado de la balanza tiene los pesos muy bien puestos. En especial dos de ellos. Matt Damon y Christian Bale hacen suyos sus personajes hasta conseguir sacarlos del antes mencionado aroma de parodia generalizado. Las vidas de ambos generan un interés infinitamente superior al de cualquier mejora que pueda necesitar este o aquél coche de carreras. Asumen las sombras con las que sus respectivos personajes son creados, pero construyen una relación muy cercana a la buddy movie, que le sienta que ni pintada a una película que pese a su etiqueta de drama y su extensísimo metraje, busca a la desesperada la aventura, la ligereza, la comedia incluso. El tono humorístico es, de hecho, el que mejor le sienta a Ford v Ferrari: si algo consigue destacar de este batiburrillo de refritos, es todo lo relacionado con la caricaturización de Italia. ¿Ofensiva para el país de la bota? No creo que nadie pueda tomarse en serio la broma. Como tampoco creo que nadie pueda tomarse demasiado en serio la película, en verdad. Lo absurdo de la propuesta (pretender ensalzar el patriotismo norteamericano mediante una carrera de coches que, sí, marcó un hito en la propia competición, pero poco vaya), el redneckismo de Matt Damon pero también de Christian Bale, su anticlimático final… Quizá esta haya sido, de hecho, la gran broma de Mangold: enarbolar un discurso crítico limitado a la medición de tamaños de los… eh… motores de unos y otros.
Sea como fuere, Le Mans ’66, Ford v Ferrari, es una suerte de exitoso tiro por la culata. Es previsible y vulgar hasta la médula, no esconde sus intenciones, ni despierta emociones especialmente intensas, quizá a causa de sus innecesarios 140 minutos. Pero busca entretener y dibujar una sonrisa en las caras del respetable, y lo consigue. Será la suerte de su reparto, pero al final, hay que darle al César lo que es del César.
Trailer de Le Mans ’66
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Tan correcta como poco estimulante película-de-Oscar, que sin embargo exprime todo el potencial de Christian Bale y Matt Damon para conseguir una inesperada empatía con el espectador.