Crítica de Leche

Perdonad si repito algunos recursos y vuelvo a mencionar algunos temas, pero es que vista la «trilogía de Yusuf» al completo uno termina dándose cuenta que si algo la caracteriza es una unidad autoral férrea y unas líneas temáticas y estilísticas más o menos recurrentes.
En esta ocasión, nos encontramos con un Yusuf en una etapa de su vida crucial: la de una post-adolescencia en que los lazos con su madre se han estrechado, pero sólo para verse comprometidos por las inquietudes del joven poeta. Recién graduado, y mientras se gana la vida (y la de su madre) a trancas y barrancas como lechero, sus escritos empiezan a ver la luz en pequeñas publicaciones más o menos underground. Una encrucijada vital que se complica en el momento en que el joven es requerido para ir a cumplir el servicio militar.
Es probablemente la primera vez en que Yusuf debe tomar las riendas de su vida y decidir si dar salida a sus inquietudes intelectuales o ceder al peso de su predestinación. Si relativizar los lazos con su madre o convertirse en una persona independiente. En definitiva, si mantenerse en la infancia o pasar a la edad adulta.
Es el centro del discurso de «Miel«. El paso de una etapa a la otra caracterizado por la toma de decisiones, por el tirayafloja entre concesiones a uno mismo y renuncias. Siempre con la relación maternofilial como telón de fondo y simbolizada, además, por esa dualidad entre el ambiente rural y el urbano: Kaplanoglu se sigue moviendo y articulando su película entorno al campo (el pasado) y la ciudad (el futuro). E incluso en este caso, y respecto a la anterior «Huevo» existe una relación más intensa con la naturaleza, en la que la importancia del sonido (viento, insectos, hierbajos al ser pisados) y la fotografía (preciosos pasiajes campestres) son preeminentes. Una relación casi chamánica, pues, con la propia tierra y con los animales: el abandono del campo respecto a la ciudad es progresivo a lo largo de la vida de Yusuf… hasta un momento clave en su existencia (reflejado en la primera «Huevo») en la que se ve obligado a retornar a él.
A este respecto, «Leche» se abre con una terrible secuencia que establece un vínculo entre ese entorno natural y la importancia del plano espiritual, de ancestrales supersticiones, que empapa la trilogía a medida que avanza. Se trata de un momento desasosegante que no revelaré por respeto al choque del espectador que pase por ahí, un pasaje crudo, más terrorífico que en cualquier ficción de horror. Quizá porque «Leche» se mueva en ese plano indefinido entre el costumbrismo y el naturalismo que ya reinarán en la posterior «Miel» y la abierta fantasmagoría de la anterior «Huevo».
De nuevo, en «Leche» hablan más los gestos que los propios personajes, más los silencios que los diálogos. Porque se consigue que una sola mirada (de Yusuf, de su madre) dé la medida de los personajes, de sus conflictos internos y especialmente de sus dudas y temores. Y de nuevo, Kaplanoglu dilata su montaje, cuida el plano y el ritmo para establecer un estado de ánimo concreto; el de la expectativa, el de la incertidumbre y la reflexión. Es más, aquí las formas (los encuadres, el tratamiento de los paisajes) ya van acercándose a las del Kiarostami de los 80 y 90 y en cierto modo a las de Erice, tendencia que cristalizará definitivamente en la tercera «Miel».
Siendo justos, la verdad es que es complicado mantener ese mood toda la película, y es necesario apuntar que a «Leche» le sobra alguna concesión dramática que consigue que lo que era natural (esa suspensión del ritmo y extensión de los planos) sea en esos momentos impostado, artificial. Una pequeña mancha negra en un conjunto más que satisfactorio y que nos encamina directamente hacia lo que es la culminación, y de momento la cumbre, de la trilogía y de su director.

7/10

Sending
User Review
0 (0 votes)
Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

Te puede interesar...

Escríbenos algo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *