Crítica de Los límites del control
Oops, tenía esta crítica pendiente desde hace varias semanas, y no ha sido hasta hoy que me he decidido. Me disculpo, porque a quien le pueda interesar probablemente ya habrá visto la película. Pero como sabéis, el compromiso de La Casa con la actualidad cinematográfica es una de nuestras señas de identidad y el interés por el cine de calidad (no digo de qué calidad) nuestro objetivo vital.
En fin, que no podíamos dejar un agujero tan gordo abierto. Voy.
Existen infinidad de maneras de rodar una historia de gángsters, tráfico de diamantes y asesinos despiadados, pero dos son extremas y antagónicas.
La primera de ellas estaría adornada con gran cantidad de tiros, espectaculares explosiones y trepidantes persecuciones. En esta, unos personajes «buenos» y otros «malos» lucharían por conseguir sus objetivos enmarcados en una trama más o menos enrevesada, pero siempre entretenida y vibrante.
«Los límites del control» es la forma en que Jim Jarmusch aborda esta historia tomando como metodología y filosofía cinematográfica la segunda opción.
Según esta, toda la virulencia de la trama está completamente enterrada bajo capas y capas de silencio, cruces de miradas y repeticiones de acciones que crean ciclos rítmicos, algo así como si viéramos la representación visual de una canción, un tema musical con sus estrofas, sus estribillos y su coda final.
El protagonista de «Los límites del control» (un Isaach De Bankolé de inquietante simetría facial) es un asesino embarcado en un viaje físico (por varios puntos de la geografía española, principalmente Madrid y Andalucía) y espiritual cuyas motivaciones sólo «suponemos» a lo largo del metraje de la película, ya que el realizador no quiere dejarnos claro en ningún momento qué mueve sus acciones ni qué guía sus pasos. Sólo nos muestra a un tipo silencioso, frío y metódico, tanto como el Alain Délon de «Le samouraï» (Jean-Pierre Melville, 1967) y probablemente regido por un código ético de raíz oriental, igual que el Forest Whitaker de «Ghost Dog» (1999) y con un objetivo de importancia casi vital, como el del Johnny Depp de «Dead Man» (1995).
No cito estas dos últimas de manera gratuita: «Los límites del control», aun siendo una película en las antípodas de las verborreicas «Bajo el peso de la ley» (1986), «Noche en la Tierra» (1991) o «Coffee & Cigarettes» (2003) es una película muy jarmuschiana en tanto que relata la odisea personal de un tipo regido por su propia lógica ética y lo hace con unas herramientas fílmicas alejadas del cine americano más comercial.
Vamos, que estamos ante una película eminentemente indie, con una personalidad autoral muy marcada, reforzada por un look visual que oscila entre lo realista y lo onírico gracias a una fotografía etérea y rugosa al mismo tiempo, con especial mimo hacia el tratamiento de las texturas y los ambientes. Estupenda en todo momento gracias a la mano de Christopher Doyle, habitual de Wong Kar-Wai que convierte los paisajes españoles en exóticos parajes lunares o en hermosos lugares de paso que encierran a partes iguales encanto tradicional y esencia cool.
Por otro lado, aunque el peso de la película recae prácticamente en el personaje de De Bankolé, la galería de invitados es de campanillas, empezando por una muy enigmática Tilda Swinton y terminando por Bill Murray, John Hurt o Gael García Bernal, rebientapelículas profesional que en este caso no llega a meter la gamba, con una representación española que pasa por Luis Tosar, Óscar Jaenada y Paz de la Huerta.
Se dice que el guión de la película contaba con no más de 25 páginas, y que el resto vendría dado por una serie de anotaciones visuales, ideas formales y moods que el loco Jarmusch guardaba en su cabeza, dejando espacio además para la improvisación y para lo que el propio ritmo de rodaje fuera sugeriendo progresivamente. No es extraño, teniendo en cuenta esto, que la película dé vueltas sobre sí misma, y su línea narrativa esté conformada por una serie de reiteraciones argumentales, de escenas que van repitiéndose con pequeñas variaciones, de modo que el resultado va perfilándose poco a poco. Encuentros en bares ante dos tazas de café, intercambios de cajas de cerillas, frases que sirven como introducción repetitiva a las conversaciones, visitas al Museo Reina Sofía, sesiones de Tai-Chi… van conformando el tapiz de una película que cuenta poco pero dice todo lo que el espectador quiere que le diga hasta su inevitable final, tan sobrio como el resto de película y tan aséptico como su propio protagonista.
Por este motivo no será raro comprobar que «Los límites del control» divida las opiniones del respetable entre «tostón infumable» o «pretenciosa paja mental» y «brillante obra maestra». Y, para qué engañarnos, amigos, no culparé a quien se decline hacia lo negativo. Jarmusch no nos da ni agua y pone a prueba «los límites… de la paciencia del espectador», componiendo una obra que de tan personal es casi inaccesible.
Pero bien sabemos que cuanto mayor es el esfuerzo, mayor es la recompensa, ¿no? Así que la decisión final recae en el espectador y sus ganas por aplicar, o no, ese esfuerzo.
En lo que a mí respecta, estamos ante un nuevo hito (y van) de un tipo incapaz de hacer una mala película.
8’5/10
Aunque el comentario esté tremendamente desfasado, necesito dejarlo reflejado:
Por dejado y por culpa del mercado que no aguanta este tipod e películas más de una semana, me quedé sin ver la peli…Ya sé que debe ser muy personal, pero porqué todo loo que hemos de ver tenga que ser igual? Me gustaría que dejaran un poco más de espacio para lo "diferente"…en fin, me disgusta sobre todo n o haber podido ver la fotografía de Doyle en nuestro país y la narrativa silenciosa (en cuanto a diálogo) pero habladora, en cuanto a imágene y sonidos de Jarmush
Tranquilo, Anónimo (¿podrías firmar la próxima vez que pasaras por aquí? así nos entendemos mejor, jejeje…), ningún comentario está desfasado si aporta cosas.
En este caso sí, a mí me desespera particularmente ver cómo desaparecen películas de la cartelera en apenas una semana mientras que otras, auténticos truñacos, se mantienen meses y meses. Es una putada que por cuestiones de trabajo o lo que sea no puedas ir una semana a ver una película de estreno y al viernes siguiente ya te la hayan quitado.
Y claro, esto pasa con las propuestas más arriesgadas o "autorales". Y más aún si vives en una ciudad a la que este tipo de material no llega (afortunadamente, no es mi caso…)
Pero claro, también se entiende (y lo digo a mi pesar) que una sala no pueda permitirse proyectar cierto tipo de productos si el público no termina de acompañar. Sin ir más lejos, el otro día vimos "Yuki & Nina" en una sala en la que estabamos totalmente solos Bill H y yo. La verdad es que no creo que una proyección exclusiva para dos personas pueda salir demasiado rentable.
No sé cuál es el problema, pero supongo que surge de una combinación de falta de riesgo por parte de las distribuidoras/exhibidores y escasa cultura cinematográfica por parte del público.
Sea como sea, si puedes píllate "Los límites del control" en DVD, porque vale la pena. Como todo lo que hace este señor, vamos.
¡Saludos y gracias por pasarte!
Difícil, ecigente película, y comentario aún más desfasado el mío! La he visto y, aunque no comparto tan elevadas cotas de entusiasmo (qué tienen las escenas de flamenco en las películas, que siempre me parecen horrorosas?), sí creo que es una de las importantes del año, que no pude ver porque en Barcelona se estrenó y duró algunas semanas, sí (creo que aún se puede ver por alguna parte), pero luego acabó relegada a horarios funestos en cines donde la zapatilla perdida de Cristo.
Como sea, mi pregunta vendría a ser otra, ligada muy de soslayo al discurso de anónimo:
ya que comentas lo de la fotografía, ¿por qué diablos prácticamente no se habló del rodaje de una película así en España, mientras que de Woody Allen estuvimos hablando hasta la afonía y el vómito? No sólo considero que Los límites del control es una película Mucho Más importante para el cine y para la península en general, sino que además cuida las ciudades que visita con un mimo inaudito, reflejando imágenes tan bucólicas como las de la Bcn de Allen, pero desde un prisma ultra-realista, cercano… en fin, casi parece como si Jarmusch haya vivido las ciudades que luego ha decidido rodar, en vez de limitarse a contemplar los edificios más emblemáticos de cada una (de hecho, apenas aparecen a lo largo de toda la peli).
En fin, cuestiones de intereses publicitarios y pedigrí a parte, la película no es, para mí, la mejor del director, ni mucho menos (y eso que me faltan muchas por ver).
El tema del guión que comentas en la crítica puede que acabe haciendo demasiada mella (en mí) ya que algunos puntos se me hicieron excesivamente pesados, aun siendo made in Jarmusch.
Con todo, desde luego, notable propuesta, de esas que te obligan a darle a la mandarina. Y la Swilton casi, casi ha llegado a atraerme (pero no)
Bueno, sí se habló del rodaje de "Los límites del control" en España, pero claro, no lo hizo tevetré, ni las marujas discutían de ello en el Justmetro.
Para empezar, Jarmusch no es Allen (afortunadamente), y en su peli no sale la Johansson. Allen tiene un tirón popular irritante, fomentado por gente entre los 40ytantos y los 60 años, los que le descubrieron al principio de su carrera, en los 70. Nuestros padres, vamos. Allen gusta a todo el mundo (a mí también, ojo), pero es esa generación la que lo convierte en la contradicción esa de "figura de masas para culturetas". Jarmusch sin ser el colmo de lo outsider, no trasciende de lo alternativo.
Además, Jaume Roures y su Mediapro no está tras "Los límites del control". Como el aparato publicitario no fue tan brutal, en los bares no se habló de ello, y como en los bares no se habló de ello, Jordi Hereu (o el alcalde de turno) no se hizo la foto con Jarmusch, y como el alcalde no…
En fin, sea como sea ya has tardado en verla, tío! No es su mejor película, en eso estamos de acuerdo. Pero sí una de las grandes del año, y en eso creo que también.
Salud!
ya ya, está claro todo lo que dices, pero aun así, ya digo que creo que sería mucho más importante que Españñña se moviese más por producciones así que por guías turísticas (que ojo, a mí me gustó Vicky Cristina, pero a mucha distancia de Los límites…)
PD. sí que lo es, sí, aunque MUY difícil de recomendar y ya digo, en ocasiones se me hizo (demasiado) pesada. Ahora, que Jarmusch sea un director (ahora me refiero a ponerse detrás de las cámaras solamente) como la copa de un pino, no lo niega nadie, qué grandeza de planos