Crítica de Los descendientes
Los políticos habían estado prometiendo una nueva pista de aterrizaje en la que los aviones más modernos pudiesen aterrizar. Se hablaba de desarrollo turístico y de regeneración de la isla. (…) Pero las lágrimas no eran por eso, o por él, ni siquiera por ella, sus recuerdos de pareja. Eran lágrimas por su propia estupidez. Y por su arrogancia. (…) Y en los meses y años por venir, esperaba que el dolor le enseñase otras muchas cosas. Ésta era tan solo la primera.
(Julian Barnes, Las líneas del matrimonio)
No se trata de ponerse especialmente existencialista, ni de alcanzar, por la vía piscotrópica que sea, nuevas autoconsciencias, ni de proyectarse hacia ningún estado metaconsciente extraño. Simplemente creo que deberíamos darnos cuenta de que resonamos en el tiempo igual que el tiempo lo hace en nosotros. Que dejamos una impronta en el mundo por venir, que no sólo nosotros somos producto de un pasado, sino que dejamos un legado al futuro. Es una cuestión de pura responsabilidad que requiere una cierta consciencia, nada más. Porque todo es más grande que nosotros, que al fin y al cabo somos insignificantes insectos. Y no es miserabilismo autocompasivo, ni mucho menos un arranque new age, es un simple golpe de sinceridad.
Se necesita mucha para enfrentarse a Los descendientes. Se requiere descontaminación, destierro de cinismos (que, si son necesarios, ya los pone la propia película) y un principio de pureza en la mirada. Porque Los descendientes pone en práctica esa metodología para con su espectador. Ir de cara y hacer oídos sordos a todo el ruido blanco que pueda generarse a su alrededor, habida cuenta de que esta es «la nueva» del creador de Entre copas, archipublicitada, bien ponderada película que unió en una de esas citas periódicas (a una por año, dos a lo sumo) a público, industria (premios) y crítica. Suficiente para levantarle la ceja a unos cuantos.
Pero sinceramente opino que bastante de todo eso nos la debería sudar. Yo propongo una perogrullada: poner en crisis definitiva, o por lo menos en barbecho, nuestros criterios en torno a la radicalidad y la independencia autoral. Asumir que esto último no existe podría antojarse demasiado drástico, demasiado definitivo, una pérdida de la fe en la autonomía del creador que se rendiría abiertamente a la máquina, de pie ante (y a punto de ser zampado por) sus engranajes malvados. Bueno, lo que sea. Pero por qué no desprendernos ya de la idea de etiquetas relacionadas con lo indie, con lo comercialmente legítimo y con el compromiso hacia un ideario: qué narices, un autor sólo se debe a sí mismo. Todo lo demás es taaan Lars Von Trier circa 1995…
Así que a un servidor, y a lo mejor cambio de idea al girar la esquina de la siguiente película, se la va a traer sin cuidado que Alexander Payne sea un tipo más indie o menos, más cool o menos trendy. Más «tiro de George Clooney porque me va a asegurar butaca en el Kodak Theatre». Por lo menos así va a ser mientras este Señor facture cintas tan -ya llego- rematadamente buenas como Los descendientes.
Es esta una de aquellas películas-alcachofa (cebolla habría sido desafortunado) que admiten el exfolio de todas las capas de lectura que se quieran. Mejor, que se necesiten. Es un producto ligero, sí, pero también puede ser una reflexión que abarque desde la cotidianía más inane hasta las grandes verdades de la vida, con lo cósmico como límite, en función de la propia lectura del espectador: si la hay, cualquier insinuación maximalista está planteada, irónicamente, desde la mayor sutileza. Es, vamos, una peliculita sencilla que encierra muchas cosas; una comedia dentro de un drama dentro de una comedia. Un relato sobre la catarsis y sobre lo sublime, entendiendo esto último como lo que podemos controlar y lo que la naturaleza y la Historia controlan por nosotros sin que podamos evitar que la mandíbula del alma nos caiga a los pies. Es un toque de atención entorno a la huella que debemos decidir dejar en este mundo que nos va a sobrevivir a todos. O la mediocridad que podemos optar por legar a nuestros hijos. Decisiones. Azar. Y torrente de sensaciones -donde también puede caber la indiferencia, depende del ancho de banda emotivo que uno pueda compartir con mr. Payne- que vendrá determinado por cada espectador. Será él quien deba decidir qué le inspira todo esto. A mí, responsabilidad, Bob Dylan, mucho Sam Shepard, maduración y autodescubrimiento, Richard Ford, John Cassavetes, Nick Drake, soledad, choque generacional, Seth, Joyce Farmer, toneladas de humanismo, David Milch, Philip Roth y Tobias Wolff.
O algo así. Es lo que me sugiere y con eso me quedo. Porque como digo, a cada uno Los descendientes le supondrá una experiencia propia, pura, de cualquier clase (positiva, negativa, insisto) y probablemente imbuida de su propia vivencia y experiencia. Es el resultado de un trabajo depurado de simplificación de las líneas, de pulido literario (un guión diamantino en su estructura, definición de personajes y construcción de diálogo) que pretende, logra, alcanzar la humildad y la honestidad a través de la transparencia de sus planteamientos y la sinceridad de sus modos. De su claridad expositiva y su diáfana exposición de los sentimientos más sencillos.
Y lo suyo es que el Payne-director no arriesga en exceso, es cierto, no se construye una personalidad autoral basada en la histrionización de sus formas. Pero es que una operación semejante no vendría al caso, desvirtuaría un conjunto que lo que pide es aplomo, serenidad y precisión. Fijarse en el detalle, trabajar la línea clara. Y ofrecer regulares muestras de genio basado en la oxigenación del relato: el momento catárquico del buceo en la piscina o esa secuencia clave, centro temático de la película, en el que el personaje de Clooney toma consciencia de su propia existencia: bajo la atenta mirada de sus antepasados, él, descendiente, es sólo un quiebro de la Historia. La magnificiencia del entorno sobrepasando la ridícula individualidad, en este caso la de un tipo que debe decidir vender las tierras hawaianas que serán escenario de un macrocomplejo turístico. Menos mal que los ancestros guardan el curso de las cosas con el simple peso de sus existencias pretéritas.
Pero igual eso es irse demasiado lejos. Más cerquita quedan cuestiones no por íntimas menos trascendentalistas. El paraíso no es tal, en Hawái existe el estrés tipo siglo XXI, la recesión y los embotellamientos. Y también las crisis de mediana edad que se solventan con divorcios desastrosos -si es que llegan- e incomunicación hacia la prole adolescente. El brete en el que se encuentra el personaje de Clooney, con su esposa en un delicado coma (y varias revelaciones de categoría richter que vendrán después), solo podrá resolverse con la toma de responsabilidad, con el crecimiento personal y la colocación de Cada Cosa En Su Lugar.
El resultado de todo ello, una película sobre la verdad y de verdad. Que transmite calor, que divierte genuinamente y es capaz de emocionar como pocas, con armas sencillas y recursos clásicos. Con un dominio metronómico del hecho cómico y del giro dramático.
Y, en fin, no me resulta agradable apedrearme mi propio tejado, pero llegados a este punto igual aconsejaría un cierto relativismo hacia mis propios argumentos. No dejéis que un torrente de palabras encadenadas más o menos torpemente os condicionen la experiencia. Los descendientes se vive con mucha más sencillez que todo esto y llegará hasta donde uno permita que llegue, independientemente de las palabras y las valoraciones que se viertan respecto a ella. Pero eso es porque la película nace desde una especie de hipotético punto anatómico intermedio donde se cruzan todas las funciones vitales, sensoriales y racionales. De modo que anda por su propio pie con total autonomía y, a pesar de lo que pueda parecer desde el exterior, no se casa con nadie ni con nada.
Por eso, con todo, Payne se las apaña para parecer avant la lettre cuando su discurso es más viejo que el mundo (justa esa es la clave y la tesis) y su metodología y artillería formal muy tendentes a una especie de clasicismo independiente. Pero ya me diréis, esto pasado mañana puede ponérsenos perdido de trascendentalistas feel-good y de una nueva, enésima camada de hijos bastardos de la filosofía Payne. No sería la primera vez pero, de nuevo, sería él the one and only. Y a eso, señoras y señores, yo lo llamo ser un indie.
Aunque, de todos modos, ya digo yo que qué más dará.
8’5/10
Totalmente de acuerdo con la excelente crítica. Peliculita peliculón. Sencillita y poente. Ironía sutil atravesando el melodrama salvaje. Rara. Emociones contradictorias en situaciones que rondan el surrelismo (SPOILER me hacía cosita estarme carcajeando viendo a la esposa abroncar a la "otra" en coma XDD, o a él besandola al salir de la cabaña, jajaja FIN SPOILER). Clooney lo hace muy bien y se llevará el Oscar. Y Shailene Woodley me ha gustado mucho, muy bien, justo en el tono que pedía la peli.
Especial mención a la música (me ha encantado, todo cuerdas sencillas y "neutras", sin buscar lo facilón) y a la "humedad" de la peli, el agua como símbolo emocional (el mar, la lluvia, la brisa marina, el grito subacuático….), toda la peli tiene una atmósfera saturada de humedad, como si tuvieras que tener el kleenex preparado en cualquier momento (aunque, por cierto, no he soltao ni una lagrimilla y eso es mérito de esta inteligente película). Un 8,5 también para mí.
Mola! ¿La viste en el cine de tu casa o en el cine de la casa del cine?
Por cierto, muy guays tus puntualizaciones…
Em, ¿puedo copiarlas, pegarlas en mi crítica como si fueran mías y luego borrar tu comment como si nunca hubiera existido?
Sí, verdad? sí
Todo lo mío es tuyo, que ya sabes que yo soy hippie de esencia y de existencia…;))
La vi en el cine de mi sala, pena, en sala de cine creo que le hubiera puesto medio punto más, la fotografía es preciosa, como todo el resto, mesurada pero expresiva y significante. Uno de los logros de esta peli es el ambiente, la atmósfera… y en el cine debía ser todavía más evocadora. Cuanto más pienso en la peli más buena la veo; no es fácil conseguir el punto justo, hacerte resonar, conmover, reir y pensar sin caer en el melodrama o en el estereotipo y todos (dirección, guión, música, actores) se escapan de patinar en lo facilón e irritable. Es más buena de lo que parece a simple vista, por decirlo de alguna manera.
(SPOILER SPOILER PREGUN: Bluto, todavía me viene a la cabeza y me sigo riendo del beso de Clooney a Judy Greer al salir de la cabaña: ¿Tú porqué crees que lo hace? Es un beso de "jódete, así te la devuelvo -al amante-? (eso es lo primero que leí), ¿o lo hace para "advertirla", para ponerle la mosca tras la oreja? ¿Tú que crees? FIN DE LA PREGUNTA SOBRE EL SPOILER
Por cierto, no me puedo aguantar un APRENDE STEVEN SPIELBERG!!!!! (a manejar emociones complicads sin retrúecanos melomanipuladores, torticeros, ñoños y estupidizantes). Que alguien le regale un cursillo de maduración a Steven YA!!!
En tu cara, Stevie.
En cuanto a "Los descendientes", yo entendí lo primero que entendiste tú, Sid. Que [SPOILER] se pegaba el gustazo devolviéndole la broma al marido [FIN SPOILER]. Pero oye, que ahora me lo haces ver bajo otra perspectiva…
…
nnnnnnnaaaahhhhh…
(me alegro mucho de que te haya gustado, I mean it)
Hay pobre hombre, se le junta todo eeh…me ha gustado la película, visualmente van a lo seguro, no hay momentos marca Payne…a excepción del grito en la piscina, momentazo la verdad, todos en esa familia intentan ocultar sus momentos de desmorone. También me ha gustado la progresión de Clooney como padre de familia, es algo progresivo…no encuentras un punto en el que digas aquí ha cambiado, como en gran parte de las producciones gasta pañuelos.
Muy buena la química padre-hija, mas pensando que la actriz es famosilla por una serie MOJIGATISIMA.
Yo la dejaba en un 8, correcta en todos los aspectos, cálida y con el plus de mostrarnos el otro Hawaii el que no es verde y no sale en Lost.
Pues yo te sumo al momento de la piscina el momento de detrás de la puerta, el momento del mar al final, los momentos footing, el momento tras el seto, todo el momento encuentro entre dos familias en la playa…. tío, está plagada de momentos Payne, entendiendo como Payne la versión sutil e inteligente, presente pero nunca por delante.
Ahora me sobo y digiero, mañana leo crítica de Xavi y sigo comentando, pero vamos, maravillosa y como no gane en los Oscars, que sea por El árbol de la vida o Hugo, pero NO por The Artist (sí, empieza aquí mi campaña oficial antiArtist. Y mira que me gusta la película, en su justa medida)
son unos hijos de putas
¿Quiénes? ;))
Todos Syd, todos. Maldita sociedad y maldito gobierno y maldito mundo y maldita crisis (imagino que tamaña profundidad va por ahí…)
A mi la pelicula me ha gustado…no me rei en ningun momento(buenoSPOILER cuando le dio un beso a la mujer del otro..ligeraa sonrisa finSPOILER) me parecio muy deprimente todo…el pobre hombre con toodo lo que tenia encima me dio mucha pena…vamos que acabo la peli y me quede un poco choff..no me gustan este tipo de peliculas yo pensaba que iba a ser algo mas alegre..y menos mal que no le dieron el oscar(a la pelicula claro porque George se lo ha currado)…en fin la peli esta bien pero no es para tanto..(como siempre doy unos razonamientos muy profundos y llenos de sentimiento, pero no me gusta darlos para eso ya tenemos a varios criticos aqui para que venga otro)saludos
Ronin, tío, no te confundas: que haya cuatro o cinco personajillos por aquí publicando críticas no implica que tú tengas que ahorrarte tus razonamientos. Que se agradece el respeto a nuestro curro, pero nosotros queremos saber la vuestra siempre! Esta te ha parecido que sí, pero que ñeh? Ok, opinión disidente: ardiendo en deseos por oírla nos tienes ;)
yo lo que dice el payaso zombi