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Crítica de Los ensayos – Piloto (HBOMax)

Posverdad, fake news, manipulación. Justo por debajo de Internet y las redes sociales probablemente la televisión es el hábitat donde siempre se ha movido con más fluidez y mayor comodidad la mentira. Especialmente en estos días, los medios tradicionales se hallan en una crisis de credibilidad que responde no tanto a sucesos particulares como a una especie de confirmación de la desafección: aunque ahora las descubrimos con mayor facilidad las mentiras siempre han estado ahí. Y en fin, sin querer ponerme especialmente filosófico y mucho menos pretencioso, supongo que todo esto responde a nuestra propia condición humana, cuya vertiente mediática es sólo un reflejo. Somos seres que recurrimos al engaño antes de exponer nuestra intimidad, a la máscara antes que mostrar nuestra auténtica cara, humana y por tanto falible.

Obviedades aparte, Nathan Fielder siempre ha coqueteado con la idea de representar una realidad usando las herramientas de lo aparentemente falso. Su Nathan for You se disfrazaba de reality de coaching para desplegar un arsenal de comedia aparentemente involuntaria que ponía en duda la supuesta veracidad de lo que ocurría y la presunta espontaneidad de personas que nunca quedaba claro si en realidad eran profesionales de la interpretación. En How to with John Wilson, de la que Fielder es productor, el montaje genera flujos de imágenes que responden más a una lírica expositiva y un simbolismo narrativo que a saciar una vocación de subjetividad periodística.

En Los ensayos, su última creación, el trampantojo está más presente que nunca. Porque aquí Fielder no sólo marea la perdiz con el formato (de nuevo, ¿cuánto de docuserie, cuánto de ficción y cuánto de dispositivo pseudoinformativo -cámara oculta- hay aquí?) sino que también usa el concepto de representación como centro temático. Poniéndose de nuevo a disposición de presuntos ciudadanos anónimos Fielder, que de nuevo actúa bajo su nombre y por lo tanto expone su hipotética persona, ofrece una especie de servicio de recreación de posibles situaciones en un escenario futuro. Dicho de otro modo, propone a un «cliente» ensayar infinidad de veces una situación concreta para que cuando esta se produzca no pueda dar pie a ninguna situación inesperada. En este primer episodio, por ejemplo, prepara a un hombre para que pueda reunirse con una amiga para comunicarle que siempre ha vivido engañada por una información falsa que él nunca desmintió.

El despliegue narrativo puede recordar, de entrada, al de Nathan for You: un problema de resolución simple termina desembocando en posibles ramificaciones que requieren de soluciones progresivamente más complejas. Pero aquí la idea se lleva a extremos hilarantes. Al intentar prever la situación en su mayor fidelidad posible Fielder debe tener en cuenta decenas de variables que se ramifican en un gran árbol de posibilidades. Cada una proyecta nuevas situaciones y multiplica la posibilidad de resultados inesperados que comprometerían la solidez de un plan que no debe tener fisuras: para sincerarse con su amiga su cliente necesita una zona de confort total en la que no ocurra absolutamente nada fuera de lo esperado. No alarms, no surprises.

La idea es tratar de encapsular un sentimiento muy humano. La necesidad de control, la erradicación del peligro inesperado, la disolución de la espontaneidad en favor de lo previsible. Y para ello el autor articula una especie de juego de espejos que se extiende no sólo hacia adelante (el ensayo general requiere de otros consiguientes sub-ensayos para poder prever los microsucesos dentro de los sucesos mayores) sino también hacia atrás, mostrando cómo el mismo Fielder necesita ensayar su propio producto. Un Fielder que se convierte, así, en la extensión del anterior, el de Nathan for You: un tipo inseguro, incómodo en una sociedad que se esfuerza, con poco éxito, por comprender. Alguien que trata de huir de la soledad con un mapa en la mano porque sabe que si va sin él se terminará mostrando a sí mismo y acabará perdido en una maraña de interrelaciones peligrosamente espontáneas y absolutamente impredecibles.

Trailer de Los ensayos

Los ensayos: todo bajo control
  • Xavi Roldan
4

Por qué ver Los ensayos

En el piloto de Los ensayos Nathan Fielder riza el rizo y construye una especie de expansión, más compleja y desafiante, de su emblemática Nathan for You. Una nueva mirada a los miedos sociales y las inseguridades de una humanidad que necesita tenerlo todo atado y bajo control.

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Episodio y un poco más he aguantado. Muy machacón el tío, contando y recalcando el proceso. Me pareció un adiestramiento de mascotas con personas. La puesta en escena me resultó cansina dándome igual cuanto fuera real o ficticio de la misma. No voy a caer en la trampa de decir que es mala propuesta, sobre gustos no discuto. En mi caso con una entrega y un poco de la siguiente ya tuve bastante y de sobra.
    Saludos

  2. Oooh, pues es una pena que no sigas, porque luego las cosas van cambiando. Sigue siendo una broma con voz en off del tío y adiestramiento de humanos, pero… le da un girito bestia. Si la dejaste pero no al 100% convencido, desde aquí te recomendamos que sigas por eso, porque va cambiando, y va generando un hilo argumental que desarrolla a lo largo de toda la serie y tal.

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