Crítica de Los exámenes (Bacalaureat)
No vamos a extendernos a estas alturas en cantar las bondades del nuevo cine rumano, tan en la primera plana de la autoría europea desde hace ya bastantes temporadas: para ellos casi cada año es un buen año. En concreto en la temporada 2015-2016 han sido varios los títulos que han protagonizado los sueños más húmedos de los críticos festivaleros de turno. Un piso más abajo, de Radu Muntean; Aferim!, de Radu Jude; El tesoro, de Corneliu Porumboiu; Sieranevada, de Cristi Puiu. Y Los exámenes, de Cristian Mungiu. Un puñado de títulos que marcan todos del notable para arriba y que ratifican un año más la fortachona salud de un panorama cinematográfico único, siempre con espacio para propuestas estimulantes.
Más específicamente, en esta la última obra de Mungiu (responsable de la rotunda y magnífica 4 meses, 3 semanas, 2 días) se nos presenta el drama de un padre divorciado que recibe la noticia de que su hija adolescente ha sido agredida por la calle. Eso pondrá en entredicho la capacidad de la chica para afrontar los exámenes de acceso a la universidad, de cuyo resultado depende que pueda acceder a Cambridge. Ante esta perspectiva, el padre hará todos los posibles para que esos resultados no se vean perjudicados y por el camino intentará dilucidar las circunstancias de la agresión. Y eso incluye tirar de hilos y pedir favores.
Lejos de quedarse en un plano de costumbrismo superficial, Mungiu plantea un profundo dilema moral que se va desplegando sutilmente. Varios de los personajes de su obra se ven obligados a intercambiar favores, renunciando con ello a unos ideales basados en los méritos propios, dependientes de la capacidad de influencia. Un choque entre los ideales y el pragmatismo en una sociedad desestructurada, superada, corrupta, en plena renovación generacional que no se sabe si jamás llegará. Por eso el protagonista de esta película está entregado a su hija, a velar por su futuro, a que consiga lo que sus precedentes no lograron. De nuevo, el cine poniendo el dedo en la llaga de un país que sigue arrastrando fantasmas del pasado en forma de carencias presentes. Un contexto marcado además por los procesos burocráticos que se imponen al bienestar de los individuos.
Mungiu cuenta todo esto articulando un planteamiento visual riguroso, frío, pero no aséptico, no carente de valores escénicos. Al contrario, a pesar de lo que pueda parecer su puesta en escena y su despliegue dramático no están empapados de esa afectación hierática y esa pose hueca de callado malditismo que desde hace unos años tanto abunda en el cine de autor europeo. De algún modo, Los exámenes es, en su sosiego, una película magnética y llena de sugerencias estimulantes. Sirva como ejemplo el posicionamiento del realizador a la hora de grabar casi todas sus conversaciones, desde la economía de planos y siempre encarando a los dos personajes para filmarlos de perfil. Un enfrentamiento que pretende ser reflejo del permanente conflicto en el que se encuentra la película (¿hacer lo correcto o hacer lo necesario?). Y sirva también esa atmósfera cotidiana que se ve empapada por un permanente estado de alerta casi propio del thriller hanekiano: los vidrios reventados por pedradas inexplicadas, el niño con la máscara de lobo…
Con todo, un apasionante thriller sentimental y otro título imprescindible en el ya de por si esencial panorama de cine rumano moderno.
Trailer de Los exámenes (Bacalaureat)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Otra muestra más de la excelencia del cine rumano actual, ahora en forma de thriller sentimental tan gélido y riguroso como impactante.