los fabelman spielberg critica

Crítica de Los Fabelman

Las cartas de amor al cine están colmando la paciencia del espectador. Pero si había alguien que tenía todo el derecho del mundo de escribir la suya, y de hecho era prácticamente su deber moral, era Steven Spielberg. Imposible no pensar en él al hablar de historia viva del cine, pero sobre todo del principal amante y devoto profeta del mismo (con permiso de Scorsese). De manera que, aun estando hasta arriba de películas semi-autobiográficas de cineastas con el ego demasiado subido, Los Fabelman era una apuesta casi segura. Porque si todo lo demás fallaba, por lo menos tenía la victoria hecha en honestidad y sinceridad en cuanto al amor que su responsable profesa hacia, bueno, su vida, de hecho: porque no se entiende el cine sin Spielberg de la misma manera que no se entiende Spielberg sin el cine. Claro que si esto también fallase, siempre quedaria una última red de seguridad: las garantías de una historia bien contada por parte del mejor contador de historias detrás de la cámara.

Escrita por el propio Spielberg, la película presenta a una familia en cuyo epicentro está Sam. La primera vez que sus padres lo llevan al cine (a ver El mayor espectáculo del mundo, por cierto y no por nada) supone para él un momento definitorio: a partir de entonces, su vida quedará ligada para siempre a un hobby, según su pragmático padre; un sueño por el que luchar, según su madre, artista frustrada y silenciada ante el inapelable éxito del hombre de la casa. Poco más hay que saber de una trama que se mueve por derroteros conocidos y, sobre todo, esperados, por su condición de (otra más) semi-autobiográfica. Así, la última película del director de Tiburón se convierte en un retrato social de los EEUU de los años 50 y 60, a la vez que un coming of age y una dramedia familiar. Pero también, y sobre todo, compone una disquisición sobre el efecto que el cine (aunque pueda aplicar a cualquier otra pasión) puede tener sobre un ser humano. Y sobre su magia.

Esa es la palabra que mejor define Los Fabelman: magia. La que se desprende de la exquisitez formal de un film sencillísimo sólo en apariencia, pero que no deja de regalar pasajes dignos de recuerdo: en sus primeros compases, con una conversación entre mamá, papá y niño, en un solo plano y centrado en la mirada del último, que es la que sigue protagonizando los posteriores momentos dentro de la sala de proyección. A media película, con el descubrimiento del chico montando su película casera, al tiempo que la madre toca el piano y el padre atiende desde la distancia más figurada que real. O en esa conclusión que es un regalo, un caramelo para los amantes del cine emocionante y descacharrante y que, además, culmina con un último movimiento de cámara para ensanchar la sonrisa de propios y extraños, momentos antes de que la sala encienda sus luces de nuevo.

Magia que se da también en las películas caseras que Sam va rodando y con las que se va obsesionando conforme pasa el tiempo. Mediante ellas, Spielberg crea un vínculo entre el protagonista y el cine que, a su vez, se transfiere al espectador: poco tardan en entrarnos ganas de ponernos a hacer nuestras propias película, porque parecen un lugar mejor, una ruptura de la cotidianidad para embarcarnos en una fábula (ya sea haciendo o asistiendo al cine). Spielberg consigue que estas mini-películas dentro de la película, parezcan al alcance de cualquiera: no hay excusa para sentir una realización y felicidad mayores cumpliendo nuestros sueños. Todo parte de la magia del cine: a poco que se quiera, no costará ver planos marca de la casa en cada uno de estos cachitos de cine amateur, reconociendo el trabajo qye hay detrás de los mismos.

Hay más magia en los personajes, escritos e interpretados con tanta naturalidad y personalidad, que hasta el más secundario se hace con un huequito para el recuerdo. También la hay en la banda sonora, de John Williams, como no podía ser de otra manera. O en el propio tono de la película, que pese a no ir mucho de nada y alejarse de toda épica, consigue transformarse en una aventura que vivir con una sonrisa en la boca, ocasionalmente substituida por momentos de gran emotividad o por una gran fiesta del cine, como es todo su último acto. Y sobre todo, en el hecho de que, pese a alejarse sustancialmente de su filmografía, se pueda ver claramente la impronta Spielberg en ella. Y es que al final, nadie como él es capaz de entender, absorber, crear y transmitir la magia que genera el cine.

Y a todas estas, Los Fabelman ni siquiera es perfecta. Es demasiado larga, tiene pasajes en los que parece que vaya dando tumbos sin un objetivo claro, no es muy original… Curioso, el contador más perfecto de historias, no la cuenta de manera impoluta esta vez. Pero, justicia divina, tales males no juegan en su contra. Le infieren, en su lugar, un extra de humanidad y honestidad. No es un trabajo perfecto, porque es el trabajo de un artesano y, como tal, tiene sus impurezas. O mejor, el trabajo de quien ha antepuesto la pasión y el sentimiento, al academicismo y lo impostado. Y es desde ahí, desde el corazón, desde donde deberían escribirse todas las cartas de amor, ¿no? Congratulémonos de que aún exista este amante real del cine, y sumémonos a su apasionante oda al mismo, con sus tachones pero también su pura, inmaculada, magia.

Trailer de Los Fabelman

Los Fabelman: aún puede haber magia en el cine
  • Carlos Giacomelli
4.5

Por qué ver Los Fabelman

Turno de Steven Spielberg de escribir y dirigir su propia carta de amor al cine. La diferencia es que esta vez, la carta se siente sincera y sumamente apasionada, mágica, y siendo un regalo para un espectador a quien se le invita a soñar una vez más frente a una pantalla de cine. Ni hombrecillos azules, ni aviones de combate, ni fiestas locas en los años veinte. El cine de verdad es esto.

Sending
User Review
0 (0 votes)
En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

Te puede interesar...

Escríbenos algo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *