Crítica de Los fisgones (Sneakers)

Los fisgones (Sneakers)

Estamos de acuerdo en que La cuadrilla de los Once fue el no va más en su día, como mucho más adelante lo fue el triple remake que llevó a cabo Steven Soderbergh. Pero como paso intermedio apareció, en 1992, una mutación de similares características, que bien podría considerarse la hermana menor de ambas, y sólo porque competir contra Frank Sinatra y compañía por un lado, o George Clooney y los suyos por el otro, es misión imposible. Porque por lo demás el reparto de Los fisgones también es de traca: Robert Redford, Sidney Poitier, River Phoenix, Dan Aykroyd, David Strathairn, Ben Kingsley y Mary McDonnell, enfrascados en un thriller de alto standing, otra de ladrones y giros de guion esta vez según Phil Alden Robinson, que se pone al servicio de tanto nombre de primera escribiendo y dirigiendo en plan elitista. Planos elegantes, humor elevado, y en general toda la asepsia que puede esperarse de esta clase de proyectos, más bien un encuentro de estrellas que una película en sí. Y lo bien que entran.

Aunque es precisamente en este último aspecto donde Los fisgones se desmarca de los dos ejemplos citados. Y es que tras una escueta presentación inicial más que atractiva, se atraganta con rapidez cuando empieza a tejer su entramado: genera una distancia de vértigo entre espectador y pantalla por el planteamiento del director, que confunde elegancia y elitismo con gélida altivez, de modo que el film se hace antipático. El argumento no es especialmente estimulante ni original, y el plus de interés con que contaba a priori, facilitado por el carisma de su reparto, se descubre insuficiente para cargar con absolutamente todo el peso del producto. Se ahoga al pretender ser cool a toda costa, lo cual implica bromas pretendidamente brillantes centradas en la política o los defectos de la sociedad norteamericana, y planos rayando en lo manierista (las fichas de Scrabble en la mesa de cristal, el violín…) al no acabar de decidirse por potenciar esta vía o, por el contrario, mantenerse en un más contenido seguimiento de un thriller de espías al uso. De todo ello se resiente un argumento canónico y de ritmo muy desigual (interminable la cena entre amigos, o la secuencia del maletero) que curiosamente, mejor funciona cuando más serie B se pone.

Los fisgones (Sneackers)

Cuando se olvida de pleitesías y onanismos, cuando apunta a una de espías rematadamente noventera, con sus encargos bien pagados pero sin opción a preguntas, sus trampas y sus demenciales patilladas de puro jolgorio cafre, es cuando Los fisgones adquiere color y calor. Mientras se va desprendiendo de esa pretenciosidad en pos de una imposible misión trufada de hackers comunistas, ciegos que parecen ver mejor que nadie (Strathairn), guaperas socarrones (Redford) contrarrestados por la archiconocida voz de la conciencia afroamericana (Poitier), el espectador va saliendo de su apatía y entrando en el juego, sonsacado por dentro entre la BSO de James Horner y los cachivaches retro que salen a colación.

Y así hasta que el cambio acaba haciéndose efectivo en su totalidad. Los pequeños conatos de tensión acaparan toda la segunda mitad, con infinidad de momentos climáticos dignos de recuerdo. Con la maquinaria bien engranada, todo lo que antes había fallado funciona ahora de maravilla: los personajes adquieren todo el peso que se les requería, los gags funcionan y el guion, ya con todo el pescado vendido, se limita a no entorpecer la difícil y trepidante empresa que debe acometer el equipo. Y a todas estas, lo dicho, escenas imposibles e infinidad de aparatos de la más avanzada tecnología: el sistema de detección de movimiento que puede evitarse si se camina lo suficientemente lento, el radiocasete con una grabación para burlar el mecanismo de seguridad por voz… Un festín para los nostálgicos que, además, se acompaña de un hilarante broche de oro que confirma sensaciones: de haber hecho uso de tijeras en la sala de montaje, eliminando excesos prosopopéyicos y apostando por la sinceridad del género al que pertenece (y por una duración menos), Los fisgones hubiese sido una fiesta total.

Por Carlos Giacomelli

Los fisgones (Sneackers)

Y en el Blu-Ray…
La Universal reedita y distribuye por aquí Los fisgones en alta definición, con un solo disco carente de extras. Ofrece una imagen nítida y definida, si bien se aprecian bajones continuos (principalmente en las escenas más oscuras) traducidos tanto en una bajada de nivel de detalle como en la presencia de ruido. Con todo, permite verle hasta la última arruga a Robert Redford, por lo que cumple tranquilamente con lo deseado. Hay numerosas pistas de audio, siendo la mejor un Mater DTS-HD 5.1 en inglés que nada tiene que ver con el sencillo, pero depurado y nítido, DTS 2.0 castellano.

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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