Crítica de Los perdedores
¿Dónde empezó todo a irse al garete? ¿Cuándo decidió alguien que había que parar máquinas, que el tiro taquillero ya estaba asegurado y ya se podía prescindir del «más difícil todavía»?
¿No añoráis aquella época en que el cine de acción era una montaña rusa en la que cada tirabuzón era más salvaje que el precedente? Aquella época en que cada película concentraba sus esfuerzos en dinamitar los límites de lo creíble marcados por el listón establecido en la anterior. A aquella época me refiero. Entonces no nos importaban un carajo las cuestiones accesorias: ¿Guión? Psé. ¿Personajes? Bah. ¿Coherencia? Claramente sobrevalorada.
Pero es que hemos llegado a un punto en el que, más a menudo de lo que quisieramos (no siempre: gracias a Dios por «El Equipo A» 2010), la maquinaria del chupinazo revientataquillas cinépata se pone en una cómoda velocidad de crucero para perpetrar pequeñas memeces que a parte de eso, memeces, son actioners rutinarios, mecánicos, sin chispa, gracia y valores añadidos por debajo del cero.
¿No añoráis aquella época en que el cine de acción era una montaña rusa en la que cada tirabuzón era más salvaje que el precedente? Aquella época en que cada película concentraba sus esfuerzos en dinamitar los límites de lo creíble marcados por el listón establecido en la anterior. A aquella época me refiero. Entonces no nos importaban un carajo las cuestiones accesorias: ¿Guión? Psé. ¿Personajes? Bah. ¿Coherencia? Claramente sobrevalorada.
Pero es que hemos llegado a un punto en el que, más a menudo de lo que quisieramos (no siempre: gracias a Dios por «El Equipo A» 2010), la maquinaria del chupinazo revientataquillas cinépata se pone en una cómoda velocidad de crucero para perpetrar pequeñas memeces que a parte de eso, memeces, son actioners rutinarios, mecánicos, sin chispa, gracia y valores añadidos por debajo del cero.
Que es lo que es esta «Los perdedores» que ahora nos llega con complejo de musculoca de gimnasio, anatomía esteroizada pero muy, muy poca potencia de tiro real.
Por Dios, que sólo queremos un circo de más pistas que el anterior. Un tipo que pueda arrastrar siete tractores con la fuerza de su mandíbula y piñata. ¿Es tanto pedir?
Nada, que cae en saco roto cualquier esperanza. Porque sí, sobra decirlo: «Los perdedores» es una macrochorrada tamaño Paseo de la Fama, un petardo de narrativa atrofiada, absolutamente asubnormalada en todas sus especificaciones artísticas. Un calvo premeditado y a mala leche (o a buenos mojitos en algún local de L.A.) de Peter Berg y James Vanderbilt, dos guionistas más o menos solventes en lo suyo que han decidido tomar un tebeo de Vertigo como punto de partida argumental y a partir de ahí hacerse su agosto con un trabajo de rendimiento Funcionario del Estado.
Que han colado perchas andantes por personajes y que no han escatimado en elementos de «los que nos gustan a los tíos»: acción a raudales, nenas, motores rugientes, explosiones, cuando salga en un «pack 100% acción» me la compro.
Hasta ahí todo en orden. Resignación.
Por Dios, que sólo queremos un circo de más pistas que el anterior. Un tipo que pueda arrastrar siete tractores con la fuerza de su mandíbula y piñata. ¿Es tanto pedir?
Nada, que cae en saco roto cualquier esperanza. Porque sí, sobra decirlo: «Los perdedores» es una macrochorrada tamaño Paseo de la Fama, un petardo de narrativa atrofiada, absolutamente asubnormalada en todas sus especificaciones artísticas. Un calvo premeditado y a mala leche (o a buenos mojitos en algún local de L.A.) de Peter Berg y James Vanderbilt, dos guionistas más o menos solventes en lo suyo que han decidido tomar un tebeo de Vertigo como punto de partida argumental y a partir de ahí hacerse su agosto con un trabajo de rendimiento Funcionario del Estado.
Que han colado perchas andantes por personajes y que no han escatimado en elementos de «los que nos gustan a los tíos»: acción a raudales, nenas, motores rugientes, explosiones, cuando salga en un «pack 100% acción» me la compro.
Hasta ahí todo en orden. Resignación.
Pero es que la cosa sigue siendo defectuosa. Porque no se puede poner al frente del aparato a un tal Sylvain White y esperar que te lo dirija como si fuera John McTiernan. Que lo único que se va a conseguir va a ser, en el mejor de los casos, un cruce bastardo entre el Michael Bay de «Dos policías rebeldes» y el Guy Ritchie de «Snatch. Cerdos y diamantes». Solo que sintetizando los peores tics de cada uno y amalgamándolos en una feliz mezcla tocada por la gracia de la MTV, todo ralentizaciones, fotogramas congelados (de esos que motivan la blasfema frase «es muy de cómic»), parafernalia hi tech en abundancia y banda sonora metalera de mercadillo.
Resultado: un producto de acción descafeinado y unas imágenes que se han quedado sin la anfetamina que pedían, rapiñada toda por el propio White, que confunde segundo sí, segundo también «trepidante» con «espídico». Y al «montador» con el «VJ ibicenco».
Y con esas, las chapuzas de guión que deberíamos pasar, esas que nos colaban Berg & Vanderbilt, empiezan a destacar como con letras de neón. Y termina todo convertido en un festival del tópico de aquí te espero: hay uno de esos Villanos Sociópatas Con Clase (y que no se olvida ni de enfundarse una mano en un guante), las consabidas secuencias de espionaje con ruptura de cortafuegos informático, las traiciones y giros de guión «inesperados» (nótese que entrecomillo), los escenarios exóticos y el humor de parvulario. Y una galería de protagonistas tipo «remedo de Equipo A» en el que no falta ni el geniecillo nerd (pero buenorro, ojo), ni el infalible matón, ni el jefe elegante, ni el… bueno, el hispano. ¿Qué más da? Al fin y al cabo no se pretende que nadie le busque un más allá a esta auténtica colección primavera-verano de G.I. Joes.
Resultado: un producto de acción descafeinado y unas imágenes que se han quedado sin la anfetamina que pedían, rapiñada toda por el propio White, que confunde segundo sí, segundo también «trepidante» con «espídico». Y al «montador» con el «VJ ibicenco».
Y con esas, las chapuzas de guión que deberíamos pasar, esas que nos colaban Berg & Vanderbilt, empiezan a destacar como con letras de neón. Y termina todo convertido en un festival del tópico de aquí te espero: hay uno de esos Villanos Sociópatas Con Clase (y que no se olvida ni de enfundarse una mano en un guante), las consabidas secuencias de espionaje con ruptura de cortafuegos informático, las traiciones y giros de guión «inesperados» (nótese que entrecomillo), los escenarios exóticos y el humor de parvulario. Y una galería de protagonistas tipo «remedo de Equipo A» en el que no falta ni el geniecillo nerd (pero buenorro, ojo), ni el infalible matón, ni el jefe elegante, ni el… bueno, el hispano. ¿Qué más da? Al fin y al cabo no se pretende que nadie le busque un más allá a esta auténtica colección primavera-verano de G.I. Joes.
Y es que todo está, en fin, mil veces visto y con el habitual sentido de la cretinez desprejuiciada. Pero que, frente a la estilización de la acción puesta de moda por cosas tipo «Bourne», y sin el sentido salvaje de animaladas como el cuarto «Rambo», queda anticuado, obsoleto y sin posibilidad de redención por nostalgia.
Y entretiene muy a medias.
Garrafón, garrafón.
Y entretiene muy a medias.
Garrafón, garrafón.
3/10
Una película muy decepcionante, al contrario que la digna "El Equipo A", con la que guarda más de un parecido.
Sin dar muchos detalles diré que es una de las peores cintas de acción que me he zampado.
Saludos !!
Jolín, pues sí que me la pintáis bien entre tú y Bluto! que por cierto, está de vacaciones, de ahí que hasta ahora tengas que conformarte con mi respuesta!
Saludos, y larga vida a El equipo A!
Odiarme…pero me gusto, y a mis amigos 0 frikismo…tambien.
Pues nada, odiado quedas, jeje…
A mí es que ya digo, me pareció uno de esos momentos en que todo el mundo se lo pasa muy bien con la película… excepto el espectador
Pero vamos, que si por la zona oeste hay base fan, pues oye, eso que se lleva…
Salud!