Crítica de Louise-Michel
Excepto, por supuesto, en la parte de «anarquía». «Louise-Michel», la película, se presenta como una comedia burra con una marcada voluntad, eso, anárquica. En la que prima lo absurdo por encima del sentido común y la astracanada sobre lo convencional.
La cosa va por estos derroteros: Tras ser despedidas de la fábrica en la que trabajan y recibir por ello unas indemnizaciones ridículas un grupo de mujeres deciden hacer frente a su situación y contratar a un sicario para que se cepille a su jefe.
De esta guisa -y poco más- se presenta la película, especie de parodia dislocada de las tramas negras de asesinos a sueldo, comedia de (algo así como) amor outsider entre dos personajes que se desplazan paralelos a los caminos de «lo normal» y relato costumbrista con poco que ver con las costumbres reales.
O sea que ya aviso: que nadie se espere sutileza, ni delicadeza, ni ironía excepto, quizá, la más directa, la que entra al trapo con esa fauna de personajes estrambóticos y ajenos a todo comportamiento lógico.
Pero «Louise-Michel» no engaña a nadie: un prólogo negro nos pone en situación al principio y un epílogo surrealista cierra la historia. Y entre medio todo se rige por la lógica de la historia pero obvia todo el resto de lógicas relacionadas con el comportamiento humano y los avatares del mundo real.
Así que fácilmente «Louise-Michel» resulta grotesca, salvaje, desmesurada, caricaturesca, irreverente, careciendo de ningún tipo de sentido en bastantes momentos. Exhibiendo un humor negro, bizarro, incómodo y absurdo, dudoso en algunos casos, políticamente incorrecto en muchos otros. Como un punto intermedio entre la salvajada aquella de «Taxidermia» y el Kusturica más delirante, el de «Gato negro, gato blanco». O como si a Jean Pierre Jeunet se le hubiera ido la olla tras «Delicatessen»: «Louise-Michel» es una especie de «Amélie» en una realidad paralela en la que el director tuvo un brote sociópata y ahí se quedó.
Lo malo es que poco más se puede decir de «Louise-Michel». Calificaciones y descripciones, admite hasta la saciedad: visualmente es roñosa, sebácea; de ambientación tóxica, sulfúrea. Poblada de personajes patéticos y miserables, que se arrastran por la vida, con dignidad cero. Precisamente por eso con un cierto toque entrañable (ese final deja la puerta abierta a cierta esperanza en la humanidad). Pero aún así cercanos al desencanto por la raza de una especie de «Little Brittain» gala.
Podríamos seguir. Pero el alcance real de la película tampoco es tanto: progresivamente, «Louise-Michel» va perdiendo punch y el vitriolo va aguándose, se convierte en rutinario y mecánico. Algunos gags siguen funcionando, pero la sorpresa se pierde y todo termina pareciendo un catálogo de ocurrencias macarras sin ton ni son: un vecino conspiranoico recrea el 11-S con maquetas; una niña con leucemia moribunda, casi vegetal, se convierte en infalible asesina; y así.
Con lo que esta desmitificación a lo bestia de los asesinatos por encargo y las películas de golpes maestros queda en poco más que comedia idiota, divertida en algunos casos, sí, pero poco inspirada en muchos otros. Que se cree más salvaje y anárquica de lo que afirma ser. Y que no ofrece un mal rato, al contrario (sus 90 minutos se pasan en un suspiro), pero que igual debería plantearse ofrecer algo más.
5’5/10