Crítica de Made in USA (Kentucky Fried Movie)
John Landis es uno de los maestros del terror (a tenor de la serie homónima emitida, con más pena que gloria, entre 2005 y 2007 en la cadena Showtime) gracias a Un hombre lobo americano en Londres y a, bueno, al corto Thriller que sirvió para el videoclip de la canción homónima de Michael Jackson. Pero a nosotros nos pone infinitamente más su faceta humorística, y preferimos considerarle como uno de los redefinidores de la comedia norteamericana. Demonios, en este sentido, su carrera es envidiable: sólo por Desmadre a la americana y Granujas a todo ritmo ya cuenta en su casillero con más películas míticas que la mayoría de directores dedicados a las risas. Y sin duda cabe añadir al dúo la que iniciaba su trío cómico por excelencia, esta Made in USA que seguramente sea más conocida por su título original (The Kentucky Fried Movie) y que ahora edita A contracorriente, no sin un gran riesgo por su parte. Y no por la trascendencia de la película: tras el debut en forma de comedia de terror titulado El monstruo de las bananas, la que nos ocupa es fundamental en el apuntalado de la filmografía de Landis; no, el riesgo surge de la condición de inclasificable de la cinta, de su humor extraño, absurdo y cambiante que puede chocarle a más de uno.
Para poner en situación al lector que jamás haya oído hablar de la película, un apunte: ya no es tanto el hecho de que tras las cámaras se encuentre quien se encuentra en su primer asalto a la comedia pura. Es que Made in USA supone también el debut de un trío de guionistas que se acabarían convirtiendo en los capitostes absolutos del género justo cuando Landis cedía su trono para probar suerte con el terror. David Zucker, Jim Abrahams y Jerry Zucker, los ZAZ responsables de Aterriza como puedas, Agárralo como puedas o Top Secret!, empezaban su andadura cinematográfica en 1977 con esta película, tour de force desquiciado y desquiciante, que aglutina mil y un estilos de película diferentes y gags que navegan entre lo picante y lo familiar, lo grotesco y lo absurdo, lo original y lo paródico. Se trata de una sucesión de sketches de diversa duración y contenido, que en algunos casos sirven de conexión argumental y en otros, simplemente, de fogonazos o exabruptos momentáneos.
La idea, y ojo que se las trae, parece clara: componer una suerte de programación televisiva de variedades puramente norteamericana. Eso incluye noticiarios, ficción, anuncios y adelantos de próximos estrenos… hasta la supuesta franja horaria parece respetarse con una temperatura en aumento hasta un colofón final que roza el cine erótico. Tarda poco, nada en verdad, en descubrirse la principal fuente de inspiración que por otra parte, ni los ZAZ ni John Landis esconden: ver Made in USA viene a ser algo así como un episodio del Flying Circus de los Monty Python trasladado a los Estados Unidos, conservando prácticamente intacto ese humor tan extraño de los ingleses (en no pocas ocasiones se diría que ni siquiera se molesta en buscar la risa del espectador), sin que por ello se tenga la sensación de estar frente a un mero exploit. Al contrario, por muy mutante que sea la que nos ocupa mantiene una personalidad fortísima, que es la que a la postre acaba logrando la perdurabilidad.
Y es que unos gags pueden salir mejor que otros; sus sketches pueden antojarse insuficientes o eternos (el de la parodia de Bruce Lee); y algunos momentos pueden resultar más incómodos (el de la blacksploitation) que divertidos. Ya lo decíamos al principio, Made in USA es un riesgo porque más que una comedia, es un reto al espectador. Pero es de aquellas cintas que por un motivo u otro, no se olvidan. Una película que conforme se consume va formando de manera automática e inmediata un universo particular que queda en el recuerdo. Te sientas a verla sin saber muy bien por qué, sigues viéndola sin tenerlo del todo claro, pero cuando acaba da la sensación de que podría haber durado siete horas más y tú, maldita sea, te hubieras quedado delante de la tele a mirar. Y eso es la magia del cine en estado puro. Bueno, eso… y un tío disfrazado de gorila liándola en un estudio de televisión, que siempre bien.
Y en el DVD…
A contracorriente films es quien se encarga de distribuir Made in USA en España. Lo hace con una única edición en DVD que incluye un tráiler (de cuatro minutos, eso sí) y las habituales fichas técnica y artística. Poquita cosa, pero a saber las condiciones en que debe pulular la cinta en todo caso. Cinta que, por cierto, aglutina diversos estilos en función del sketch, por lo que es de imaginar que el formato aguanta el tipo de manera más que correcta. El sonido, 2.0 digital mono tanto en inglés como en castellano, queda a años luz de cualquier virguería en alta definición actual, pero ha sido depurado lo suficiente como para, al menos, permitirse un visionado audiovisual correcto, que ya es.