Crítica de Madres & hijas
Rodrigo García se arranca a por su quinta película lanzándose a la piscina con todos los riesgos calculados. Está claro que el director de «Cosas que diría con solo mirarla» se encuentra cómodo en el drama más o menos intimista centrado especialmente en los sentimientos de las mujeres, y por ahí es por donde va esta su nueva propuesta. Así que a nadie tiene que sorprenderle ya encontrarlo por estos fueros, tan empeñado él en explorar los recovecos de la psique colectiva y las triquiñuelas de las relaciones interpresonales.
Ahora lo que pretende es, con sus herramientas habituales, crear un gran tapiz coral alrededor del grande, espinoso tema de la maternidad, intentando abarcar múltiples puntos de vista centrando su foco en distintas mujeres de diferente condición y generación. Otra de vidas cruzadas, sí, pero en la que las interioridades y los resortes psicológicos toman una importancia capital.
Ahora lo que pretende es, con sus herramientas habituales, crear un gran tapiz coral alrededor del grande, espinoso tema de la maternidad, intentando abarcar múltiples puntos de vista centrando su foco en distintas mujeres de diferente condición y generación. Otra de vidas cruzadas, sí, pero en la que las interioridades y los resortes psicológicos toman una importancia capital.
Con estas, por aquí pasan una triunfadora y fría abogada (Elizabeth, Naomi Watts) sin ningún tipo de atadura emocional desde que su madre la dio en adopción al nacer. Una joven (Lucy, Kerry Washington) que pretende adoptar y debe enfrentarse, futura madre contra futura ex-madre, a otra joven que quiere entregar a su hijo a punto de nacer. Una mujer madura (Karen, Annette Bening) que también, hace más de treinta años dio a su hija en adopción y ahora, tras el fallecimiento de su propia madre, se arrepiente de nunca haber llegado a conocer a su bebé.
Así que el título lo dice todo. Esto va de madres e hijas. De maternidades ausentes que sin embargo ejercen un peso invisible de por vida sobre la persona. Del compromiso emocional y los nexos afectivos que ligan a madres e hijas y de cómo estos las condicionan. Tanto Karen como Elizabeth se encuentran perdidas, presa de terribles dificultades de comunicación la primera, inconscientemente desesperada por rellenar huecos emocionales la segunda. Mientras que Lucy está consagrando su propia vida, sacrificando quizá sus propios vínculos con su marido, por convertirse en madre.
Así que el título lo dice todo. Esto va de madres e hijas. De maternidades ausentes que sin embargo ejercen un peso invisible de por vida sobre la persona. Del compromiso emocional y los nexos afectivos que ligan a madres e hijas y de cómo estos las condicionan. Tanto Karen como Elizabeth se encuentran perdidas, presa de terribles dificultades de comunicación la primera, inconscientemente desesperada por rellenar huecos emocionales la segunda. Mientras que Lucy está consagrando su propia vida, sacrificando quizá sus propios vínculos con su marido, por convertirse en madre.
O sea que así es, Gracía se siente infinitamente más cómodo creando personajes femeninos que masculinos. De hecho, en «Madres & hijas» los hombres suelen ser accesorios, complementos o apoyos para las historias de las mujeres. Algunos están mejor definidos (los interpretados por Samuel L. Jackson o Jimmy Smits), otros son meros trámites (el vecino de Elizabeth, el marido de Lucy) pero todos vienen a aportar profundidad a las historias de las tres protagonistas.
De modo que este es precisamente el punto fuerte de la película. La delicadeza con que traza los distintos caracteres femeninos, como los va matizando poco a poco, dándoles la profundidad psicológica que se merecen y cómo las hace evolucionar. Siempre tratándolas desde la comprensión, claro: el carácter hostil de Karen no es gratuito, y no está exento de detalles milimétricos. Por su parte, Elizabeth folla cuando y con quien quiere y no por ello es tratada como una furcia o una ninfómana. Y Lucy no se doblega ante su propio destino de mujer estéril y lucha contra los elementos por tener un bebé. Todo lo cual no quita que algunas de las historias queden impregnadas al final de una amargura, pero en cualquier caso esa misma dará pie a nuevas situaciones esperanzadas, quizá algo más positivas.
El problema de todo ello es que, como ya pasaba por ejemplo en un «producto 100% García» como era aquella estupenda «In Treatment» para la HBO, la descripción psicológica de los personajes se convierte en el máximo punto de interés de la historia. Por eso la película empieza a flaquear en el momento en que abandona el tratamiento de esos personajes para centrarse puramente en los hechos. En ese punto en que las contradicciones personales y la pura descripción cede paso a las acciones de unos personajes ya totalmente definidos; es entonces cuando la película escora hacia un cierto sentimentalismo blandurrio o un drama algo forzado. Aquellas situaciones dramáticas que dan pie a momentos de buen rollo positivo del que hablaba algo más arriba.
El problema de todo ello es que, como ya pasaba por ejemplo en un «producto 100% García» como era aquella estupenda «In Treatment» para la HBO, la descripción psicológica de los personajes se convierte en el máximo punto de interés de la historia. Por eso la película empieza a flaquear en el momento en que abandona el tratamiento de esos personajes para centrarse puramente en los hechos. En ese punto en que las contradicciones personales y la pura descripción cede paso a las acciones de unos personajes ya totalmente definidos; es entonces cuando la película escora hacia un cierto sentimentalismo blandurrio o un drama algo forzado. Aquellas situaciones dramáticas que dan pie a momentos de buen rollo positivo del que hablaba algo más arriba.
El buen rollo de la realidad ideal en el que las familias no tradicionales, improvisadas o mestizas tienen un perfecto hueco social. Las vibraciones positivas de que al final todo terminará encajando a las mil maravillas y, más o menos, cada uno encontrará su lugar en el mundo.
Globalmente, estas concesiones finales terminan por desmerecer una película que por lo demás está admirablemente conducida, con mano sutil y sensible por el propio Gracía. Y, claro, fabulosamente interpretada por un elenco estupendo, que ofrece resultados a la altura de sus nombres. Probablemente sea casi mejor quedarnos con todo ello y con la idea de que «Madres & hijas» confirma a García como un director con un gusto impecable y una clase probada y lo afianza en la senda de la excelencia que podía haber despistado con aquella flojucha «Passengers«.
Dejaros engatusar, que la cosa merece la pena.7/10
Globalmente, estas concesiones finales terminan por desmerecer una película que por lo demás está admirablemente conducida, con mano sutil y sensible por el propio Gracía. Y, claro, fabulosamente interpretada por un elenco estupendo, que ofrece resultados a la altura de sus nombres. Probablemente sea casi mejor quedarnos con todo ello y con la idea de que «Madres & hijas» confirma a García como un director con un gusto impecable y una clase probada y lo afianza en la senda de la excelencia que podía haber despistado con aquella flojucha «Passengers«.
Dejaros engatusar, que la cosa merece la pena.7/10
La noto interesante, john tu y tus películas.. jejeje