Crítica de Maggie
Hete aquí una película digna. Fallida, pero digna. Quizá sea decir poco o nada para cualquier espectador, pero para el que año tras año padece maratones cuanto menos dudosas en el festival de Sitges, o se baja hasta la última película de terror con la esperanza de encontrar una sorpresa, significa un mundo. Y si el certamen catalán es, como dicen algunos, un reflejo del estado del cine fantástico, creedme cuando os digo que encontrar una película con zombies (¡y con Arnold Schwarzenegger!) digna, es mucho. Y es que al margen de cómo lo cuente, que no es muy bien, Maggie tiene algo que contar: se divierte al plantear un drama sobre una enfermedad mortal, con la particularidad de que dicha enfermedad es un contagio vía mordisco de un muerto viviente. Así ha acabado la hija mayor (Abigail Breslin) de Arnie, y suerte tiene Terminator, que consigue dar con ella antes de que la deporten a una zona de cuarentena, a tiempo de llevársela para casa con el fin de apurar juntos de sus últimos días de vida.
A partir de ahí arranca el drama familiar que propone el debutante Henry Hobson, con guion del también novato John Scott 3 (sí, con el 3). Y ya digo, juntos se sacan de la chistera una propuesta con más carencias que aciertos, pero con voluntad, por lo que aunque se padezca más que se disfrute, consigue remover ni que sea mínimamente al espectador por tener alma, o algo que se le parezca. Hay cierto romanticismo decadente en ella, que diría la Emma Stone de Irrational Man, y eso resulta sumamente atractivo. Eso, y la constatación de que Arnold Schwarzenegger puede actuar.
Tranquilamente podría ser el mejor trabajo interpretativo de Governator hasta la fecha. Una lástima que el film no acompañe como debería, y es que por más que sus intenciones sean de lo más nobles, Maggie yerra el tiro. Lo hace, en primer lugar, al no acabar de definir a su personaje principal: parece que se vaya a hacer un seguimiento del padre afligido, luego aparecen varias ramificaciones en paralelo, para ceder rápidamente el paso a la hija infectada, quien ocupa buena parte de su encorsetado bloque central, limitando al padre (quizá una figura mucho más interesante) a un rol muy secundario, por debajo incluso de una madrastra (Joely Richardson) de dibujo francamente previsible. Sin embargo, después vuelven a difuminarse los roles, y semejante descolocación impide que el espectador llegue a emocionarse ni con uno, ni con otro. Máxime cuando el entramado que los une se descubre bastante más previsible de lo deseado, en un film al que le falta riesgo.
Pero ojo, lo compensa con cierta voluntad artística. Hay por ahí quien ya dice de Maggie que se trata de un intento de emular a Terrence Malick en un género distinto al del de El árbol de la vida. Eso es pasarse de frenada y de qué manera, pero sí pone en evidencia las nada desdeñables intenciones de Hobson. Su película es bonita, está bien hecha, y bien interpretada. Lo dicho: digna. Y en realidad quizá su problema no sea tanto el de su falta de originalidad o de definición del peso de sus personajes, sino un ritmo demasiado desacompasado, fruto de contar con una materia prima menos grave de lo que sus propios responsables creen: a la que Maggie pone toda la carne en el asador, pone en evidencia que no da más de sí; que no pasa de una excusa argumental con muy poca chicha que exprimir, por lo que no le hubiera venido mal un enfoque más desenfadado. Decisiones discutibles, pero decisiones al fin y al cabo.
En fin, no es ninguna, ningunísima maravilla, y seguramente la mayoría de espectadores se la tomen como un ladrillo del que olvidarse al instante. Puede que tengan razón, pero para los sufridos seguidores del cine de terror, hartos de tanta fotocopia zombie, una propuesta que refresque mínimamente tan mortecino subgénero y lo haga con gusto, personalidad y carisma, bien vale el sacrificio. Vaya, que se le coge cariño a la tal Maggie.
Trailer de Maggie
https://www.youtube.com/watch?v=8smMVPTlnfs
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Un cambio de registro que le sienta fabulosamente a Arnie, aunque la película, no nos engañemos, sigue siendo menor. Curiosa, sin más.