Crítica Maixabel
El conflicto vasco vuelve a nutrir de material a la ficción nacional. En esta ocasión es Icíar Bollaín quien lleva a la gran pantalla la historia real de Maixabel Lasa, viuda de una de las víctimas de ETA. Desde la repercusión de estos hechos, la película desarrolla los primeros contactos entre etarras arrepentidos y víctimas. La lucha por la supervivencia de ambos ante el peso de la existencia que afrontan. Causa y efecto, acción y reacción.
El arranque de Maixabel parece demasiado preocupado de crear imágenes contundentes en lo que se traduce como un exceso de planificación que resta a la fuerza veraz de lo que cuenta. La cámara casi resulta ostentosa ante la solemnidad del dolor como motor de la película. Mucho mejor funciona todo cuando el conjunto se siente más cómodo en la que es su verdadera misión. El guion, en colaboración Isa Campo, muestra un trabajo exquisito de dialogación y de tiempos en lo que resulta ser una película testimonial.
Las conversaciones entre víctimas y victimarios son el plato fuerte. Son aquí donde los personajes al fin muestran sus cartas y se consigue el equilibrio tan complicado entre la rabia, la sumisión y la comprensión. Estos diálogos además son necesarios para intentar completar la foto completa. Blanca Portillo y Lluis Tosar son dos pesos pesados de nuestro cine y un cara a cara con este guion se convierte en uno de los momentos del año. Mención especial al trabajo de Urko Olazabal como otro de los etarras arrepentidos. La potencia de estos encuentros es tal que casi opacan los puntos débiles del conjunto. Pero haberlos, los hay.
ETA sigue siendo para el cine español un virus irracional que contagió a todo un pueblo. El razonamiento de los etarras de Maixabel se mueve entre la secta y la inercia. Es curiosa la subestimación o el miedo a afrontar los mecanismos detrás de estas mentes. Siento que esta es una oportunidad perdida para asomarse e iluminar una cueva abandonada durante años. Además creo que es un elemento pertinente para que la confesión de arrepentimiento tenga un recorrido completo. Tampoco ayuda la cercanía de Patria. La película de Bollaín y la serie de HBO comparten ideas, situaciones y mecanismos. La interpretación de Portillo se resiente en comparativa con la naturalidad nativa de Irureta y Gabarain. Pero esto son conjunciones de crítico que tampoco son significativas con la película.
Las sensaciones generales de Maixabel son las de un trabajo bien hecho. Quizás no sea el relato más completo, ni el más emocional, ni el más imaginativo pero es innegable que hay talento a bordo de este buque por la concordia. El perdón al pasado, al presente y al futuro de una batalla de peones.
Trailer de Maixabel
Maixabel: que ya tengamos la serie Patria
Por qué ver Maixabel
Una nueva oportunidad de afrontar el conflicto vasco. Esta vez desde las repercusiones y el arrepentimiento tras la lucha. Trabajo eficiente pero con una presencia desigual.