Crítica de Mammuth
Y lo cierto es que es una pena, que al principio, promete lo suyo. Un Gérard Depardieu que a la postre se convierte en lo único verdaderamente salvable, con peluca a lo Mickey Rourke en El luchador, ve cómo su vida da un vuelco tan relativamente esperable como irremediablemente inesperado: un despido cuestionable que responde al inexorable paso del tiempo. Sí, se ha hace mayor; sí, toca reconsiderarse la cosa. Tras una fiesta de despedida peculiar en que el consumo de ganchitos de los compañeros suena por encima del discurso de su superior, el hombre sale por última vez del matadero en que trabajaba. Ah, qué aburrida es la vida de jubilado. Hacer la compra es un tedioso ejercicio que ni siquiera se altera por la presencia de un posible cadáver en el súper. Y qué difícil. Cambiar el pomo de una puerta puede acabar con sus huesos encerrados todo el día en el baño, y cuando pasan más de tres coches por delante de su casa, hay riesgo de descontarse. No, esto no va con él, menos mal que su mujer le insta a salir a por los papeles de sus antiguos trabajos que le aseguren una pensión digna.
Ya digo, hasta bien tirando a muy bien. Sólo que entonces, cuando está a punto de salir con su moto, una fugaz visión lo echa todo por tierra. Puede que sorprenda la (SPOILER) presencia de un fantasma a su lado (FIN SPOILER), pero en verdad, lo que está haciendo es desvelar lo que va a explicar Mammuth desde el principio hasta el final. Y es lo mismo, lo mismo de siempre. Por mucho que el espectador pudiera relamerse ante un film que apuntaba a una mezcla entre la citada película de Aronofsky, Easy Rider, Thelma & Louise y algún conato de ese humor de Canino que tanto nos deleita, a medida que progresa el metraje se acaba dando cuenta de que lo que hay es la sempiterna historia de un hombre que tiene que afrontar su madurez, al tiempo que aprovecha un viaje para encontrarse a sí mismo y abandonar fantasmas del pasado. Y relatada con bastante poco tino, la verdad: menudo tostón nos lanzan a la frente sus responsables.
En definitiva, hay que echarle mucha fuerza de voluntad para que el invento no desespere. Pero aun así, lo único rescatable de esta indie d’auteur que es Mammuth acaba siendo, lo apuntábamos antes, la acertada actuación de un Depardieu a quien ya creíamos perdido entre superproducciones basadas en cómics sobre aldeas anti-romanas. Todo lo demás suena a ejercicio de revisión tirando a pedante, con algún apartado momento de brillantez y algún otro graciosete (la llamada a un servicio de asistencia telefónica), pero con poca cosa que realmente funcione. Y ya digo, es una pena; al principio prometía mucho, mucho más.
5/10