Crítica de Mammuth

Hace un par de años se estrenaba por aquí, con el habitual retraso en esta clase de cine, la comedia de origen galo Louise-Michel, una gamberrada a medias que no acababa de definir demasiado su línea de actuación, creando más dudas que otra cosa. Sus directores y guionistas eran Benoît Delépine y Gustave de Kervern, quienes ahora nos presentan (una vez más, con meses de delay) una nueva intentona de cine que es a la vez comedia y algo más, sin acabar de estar del todo claro cuánto hay de lo primero y en qué consiste lo segundo. En este Mammuth cambia el discurso y cambian los modales, pero la esencia se queda: parece que a Delépine y De Kervern les cuesta saber de qué cuerda tirar y el que más se incomoda con ello es el espectador, que a veces no sabe muy bien no sólo lo que le quieren contar, sino qué sentir ante un hombre al que prejubilan y que, aburrido, aprovecha la necesidad de poner en orden unos papeles para coger su antigua moto y darse un viaje por la geografía francesa; un hombre que por el camino ve presencias fantasmagóricas, se encuentra con antiguos familiares y realiza actos de dudosa moralidad. En una película que lo mismo podría definirse como una road movie que como un drama de personajes, una comedia indie, un esperpento… o una excentricidad más que añadir a ese (molesto) saco de cintas sí sin demasiado que aportar más allá de las elucubraciones de un(os) cineasta(s).
Y lo cierto es que es una pena, que al principio, promete lo suyo. Un Gérard Depardieu que a la postre se convierte en lo único verdaderamente salvable, con peluca a lo Mickey Rourke en El luchador, ve cómo su vida da un vuelco tan relativamente esperable como irremediablemente inesperado: un despido cuestionable que responde al inexorable paso del tiempo. Sí, se ha hace mayor; sí, toca reconsiderarse la cosa. Tras una fiesta de despedida peculiar en que el consumo de ganchitos de los compañeros suena por encima del discurso de su superior, el hombre sale por última vez del matadero en que trabajaba. Ah, qué aburrida es la vida de jubilado. Hacer la compra es un tedioso ejercicio que ni siquiera se altera por la presencia de un posible cadáver en el súper. Y qué difícil. Cambiar el pomo de una puerta puede acabar con sus huesos encerrados todo el día en el baño, y cuando pasan más de tres coches por delante de su casa, hay riesgo de descontarse. No, esto no va con él, menos mal que su mujer le insta a salir a por los papeles de sus antiguos trabajos que le aseguren una pensión digna.
Ya digo, hasta bien tirando a muy bien. Sólo que entonces, cuando está a punto de salir con su moto, una fugaz visión lo echa todo por tierra. Puede que sorprenda la (SPOILER) presencia de un fantasma a su lado (FIN SPOILER), pero en verdad, lo que está haciendo es desvelar lo que va a explicar Mammuth desde el principio hasta el final. Y es lo mismo, lo mismo de siempre. Por mucho que el espectador pudiera relamerse ante un film que apuntaba a una mezcla entre la citada película de Aronofsky, Easy Rider, Thelma & Louise y algún conato de ese humor de Canino que tanto nos deleita, a medida que progresa el metraje se acaba dando cuenta de que lo que hay es la sempiterna historia de un hombre que tiene que afrontar su madurez, al tiempo que aprovecha un viaje para encontrarse a sí mismo y abandonar fantasmas del pasado. Y relatada con bastante poco tino, la verdad: menudo tostón nos lanzan a la frente sus responsables.
En definitiva, hay que echarle mucha fuerza de voluntad para que el invento no desespere. Pero aun así, lo único rescatable de esta indie d’auteur que es Mammuth acaba siendo, lo apuntábamos antes, la acertada actuación de un Depardieu a quien ya creíamos perdido entre superproducciones basadas en cómics sobre aldeas anti-romanas. Todo lo demás suena a ejercicio de revisión tirando a pedante, con algún apartado momento de brillantez y algún otro graciosete (la llamada a un servicio de asistencia telefónica), pero con poca cosa que realmente funcione. Y ya digo, es una pena; al principio prometía mucho, mucho más.
5/10
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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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