manticora critica

Crítica de Mantícora

La mantícora es un ser mitológico que acabó siendo la representación del mal en la Edad Media. Su traducción del persa viene a ser algo así como devorador de hombres, y se supone que es un león con cara humana y cola de escorpión, con la que paralizaba a sus víctimas. Y sin embargo, la Mantícora de Carlos Vermut es una relación entre dos personas más o menos necesitadas que se ayudan, de alguna manera, desde el momento en que se encuentran. No parece haber nada más en común entre el título de la película y la quimera en que se inspira, más allá de la profesión de él: diseñador de monstruos de videojuegos. Claro está que, a la hora de la verdad, la propuesta del director de Magical Girl es una maquinaria mucho más compleja, en que el mal hace acto de presencia y las bestias demoníacas también, y de qué manera, si bien no tengan formas grotescas, vengan de la ultratumba, ni nada por el estilo.

La complejidad se traduce en una conducción, por parte de un Vermut más titiritero que nunca (si cabe), de las emociones de un público que muy probablemente se convertirá en un monstruo de dos cabezas: muchos, de seguro, no aceptarán la profunda perversión, la violación en toda regla, de su comprensión sentimental de una película. Y es que todo el rato, Mantícora es un juego de apariencias: en apariencia todo está bien, en apariencia gente entristecida con la vida encuentra motivos para sonreír, y en apariencia está bastante claro lo que hay que sentir por Julián y Diana (alter egos de unos excelentes Nacho Sánchez y Zoe Stein). Pero como siempre en la filmografía del director madrileño, todo son pistas que den ser recogidas, piezas que deben ser empleadas por un público que no puede limitarse a consumir fotogramas de manera pasiva. De las piezas relativas a lo argumental mejor no entrar: cuanto menos se sepa, mejor. Pero sí parece, acontecimientos del guion al margen, que un halo de tristeza invada de manera constante a sus protagonistas. Algo que se resalta desde el punto de vista formal: la película es sombría, la banda sonora incluso opresiva. Aquí, cada sonrisa cuesta horrores. Inputs soterrados que van recordando que a veces la redención no es posible, que la felicidad no es merecida. Que el mal vive por dentro.

De manera que, si uno se detiene a leer por encima su sinopsis, o si obvia determinadas piezas, a priori podría creerse ante película romántica. De tono opaco y con cierta melancolía (que empieza a ser ya marca de la casa), pero nada más. Ni parecería entenderse su paso por festivales de terror como el de Sitges. Sin embargo, o por ello justamente, el impacto de Mantícora llega a hacerse visceral e implacablemente terrorífico. Durante mucho tiempo nos olvidamos de todo lo ajeno a una relación entre dos frikis que casi empujamos, desde nuestras butacas, para que salga para delante. Nos reímos y vibramos con ellos. Todo está bien. Hasta que la hostia de realidad que Vermut tan a fuego lento ha ido preparando, nos destroza por dentro. Porque hay cosas que sólo pueden ser blancas o negras, no aceptan tonos grises, y el tiempo no las puede curar. Errores que no pueden, ni deben, ser perdonados. Todos estamos embadurnados de oscuridad (y en este sentido, qué difícil es, a la postre, discernir entre buenos y malos de Mantícora), nos toca contenerla, y es nuestro deber condenarla, sin paliativo que valga.

Estoy intentando evitar spoilers y por ello está quedando bastante simplificada, una película que nos lleva al extremo sin darnos cuenta. Que aunque no lo parezca, nos está dejando sin respiración desde sus primeros compases. Y que requiere de mucho tiempo para ser digerida, y todo ese tiempo es invertido en seguir descubriéndole capas. Aunque sepamos que al final sólo haya una lectura posible. Una lectura que Carlos Vermut nos ha hecho intentar olvidar, para ubicarnos del lado del mal y luego abrirnos los ojos frente al abismo en que nos ha dejado. Hemos sido objetos de su juego macabro, consistente en desnudar nuestra oscuridad interior. Qué asco, qué sucios quedamos.

Qué película más demoledora.

Trailer de Mantícora

Mantícora: el mal no necesita quimeras
  • Carlos Giacomelli
4.5

Por qué ver Mantícora

Que sea más narrativa que Magical Girl no significa que Mantícora sea más simple. Al contrario: Vermut propone la película más difícil de su carrera, acaso la mejor, en forma de pesadilla para un espectador que queda vendido en manos del cineasta, quien no necesita de aspaviento alguno para dejarnos tiritando de miedo. De las que no se olvidan (mal que nos pese)

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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