Crítica de Más allá del tiempo
No, por aquí no paso. Como consumidor masivo de cine que soy, me trago y disfruto con cualquier tipo de propuesta, género, estilo o guión, y sin arrugarme me confieso fan tanto de “La matanza de Texas” como de “Love Actually”; qué demonios, películas generalmente consideradas como auténticos pestiños brillan con orgullo entre mi colección de DVD. Además, siento un gran aprecio tanto por la ciencia-ficción en todas sus versiones como por Eric Bana y Rachel McAdams, los dos protagonistas de “Más allá del tiempo” (“The Time Traveler’s Wife” en versión original), y guiones que mezclen géneros al tuntún géneros radicalmente distintos suelen caerme bien.
La que nos ocupa es la historia de amor que se establece entre la pareja protagonista, un amor idílico y verdadero con tan sólo un pequeño problemilla: él viaja en el tiempo cada dos por tres de manera incontrolada, desapareciendo de golpe, sin avisar, y truncando así la mayoría de veces en que los dos tienen ocasión de dar rienda suelta a su amor.
Sobre el papel, nada que objetar. Es una cinta cien por cien romántica con un añadido extravagante -en otras condiciones incluso podría haberse atribuido a Gondry, Jonze o Kaufman-, que obliga al espectador a concienciarse y a esperar lo esperable de una producción de estas características.
Bajo este prisma de relajación y apatía neuronal, las primeras dudas sobre la condición del protagonista varón se pueden pasar por alto y abandonarlas a un simple y fugaz levantamiento de ceja. Puede permitirse que en ningún momento se dé un mínimo de explicación que justifique los saltos temporales, siempre y cuando uno no piense demasiado en ellos, y así tratar de hacerse con la vertiente puramente cotilla interesada en saber cómo les va a los amantes. El problema es que a los treinta minutos, cuando por una parte se ha confirmado que la historia de amor va a contar con pocas sorpresas y por otra se incrementan las licencias del guión, esas dudas iniciales se hacen excesivamente evidentes, y por tanto necesitadas de una aclaración que nunca llega. Porque mientras se dirijan todos los viajes a la misma dirección (el pasado) vale, pero cuando empiezan a darse saltos tanto para detrás como para delante, advertencias sobre el futuro en algunos casos y no en otros, los ‘no puedo influir revelándote lo que aún no ha pasado’ suplantados por las loterías ganadas con trampa… Entonces uno se pregunta por qué no aprovechar uno de sus viajes para revelar ésto o lo otro, por qué no advertir a nadie de los altibajos de su relación, o de los peligros en que puede desembocar todo.
Misterios y más misterios que enseguida rondan con demasiada intensidad y se convierten en el principal foco de atención, habida cuenta de la apatía con que todo el romance es tratado. Y es que entre el snobismo que rezuman los dos personajes, la falta de intensidad vital del hombre agotado y harto de su condición, y el hecho de que desde el principio -y salvo pinceladas intrascendentes- mucho saben de antemano gracias a los viajes premonitorios que teóricamente deberían estar prohibidos, “Más allá del tiempo” no consigue nunca adquirir las cotas de intensidad suficientes como para que el espectador sienta el más mínimo apego por la pareja.
Y la cosa empeora en sus minutos finales, igual de desalentadores y, encima, de una arbitrariedad pasmosa que echa por tierra el ínfimo atisbo de justificación inicial según la cual Eric Bana desaparece en los momentos en que más se altera.
Todo ello, al final, hace que uno empiece a pensar mal. Porque los viajes en el tiempo de marras podrían haber sido sustituidos perfectamente por otro trabajo estresante, pongamos el manager de una celebridad o un importante médico, y en vista del total desaprovechamiento del superpoder que aflige al pobre chico, hasta hubiera sido mejor. En otras palabras, es como si los guionistas encargados de adaptar la novela de Audrey Niffenegger (o la propia autora) hubieran colocado con calzador la vertiente fantástica para ocultar la triste realidad de todo el tinglado: que tras la película se esconde, una vez más, la enésima mediocridad sentimentaloide de turno, con cero originalidad, poca emotividad, y lo más flagrante, la más absoluta nada que aportar. A no ser que uno se conforme con ver a Eric Bana desnudo cada dos por tres…
3,5/10
ERIC BANA EN BOLINGAS??????!!!!!!!!
Ésta hay que verla!!!!
xD
Por si acaso: es broma. Hace tiempo que le perdí el gusto a las romantimelosas. Aunque el detalle nudista es tentador…
jejeje, sabía que habría alguien que encontraría algo de provecho en la película, aunque sea el culo de Bana! a ver, no te exaltes tampoco, que es película para todos los públicos! pero sí es cierto que el tío, cuando viaja en el tiempo, aparece como un Terminator, no sé si me explico…
Ahora bien, también se le ve el culete a la chica, y nostá nada mal!!
Pues no le veo el porblema a ver el torso de Bana, por eso sólo le doy un tres… XD
yo le he dao un 3,5 por el culo de ella, tampoco te vayas a pensar!!
Carlos,le has dado una puntuación super baja y eso que normalmente eres generoso.Por lo que comentáis,el mayor encanto está en ciertas partes de la anatomía de los protagonistas,¿es eso?.No la he visto y no me habéis transmitido mu
chas ganas de verla.Una pregunta tonta,¿vale la pena?.Me gustan las películas románticas,pero,las que se hacen actualmente dejan bastante que desear,la maravilla de la tecnología hace que suela descuidarse el espíritu de la historia y lo que se transmite suele ser pobre.
bueh, en el cine romántico, precisamente de tecnología poca eh? lo que importa es el guión y las interpretaciones, y eso se hace ahora igual que se hacía en los años 20. Bueno, cambiando máquina de escribir por Apple, pero lo demás ahí está. Esta no, claro que no vale la pena, que tiene un 3,5…