Crítica de Más dura será la caída (The Harder They Fall)
Que Humphrey Bogart haya sido uno de los mejores actores de Hollywood es algo que no mucha gente se atreverá a poner en duda. Cuesta encontrar un título genuinamente malo en su filmografía, que si acaso podría dividirse entre películas mayores (tanto por calidad como por su peso en la historia) y menores. Y de este segundo grupo muchas podrían reivindicarse, caso de la que ahora nos ocupa y que Sony edita en DVD dentro de su colección Grandes clásicos (Clásicos años 50). Ojo, Más dura será la caída ha trascendido, claro, pero más por motivos extraoficiales que por los estrictamente vinculados a la calidad de la cinta. Y es que cuenta con el dudoso honor de ser el último trabajo del actor de Casablanca antes de su prematuro fallecimiento. Ahora, más de medio siglo después de su estreno, no está de más recuperarla desde la distancia (desde más distancia, esto es) y darle el valor que se merece: es sorprendente comprobar lo bien que le han sentado los años a la mejor película del irregular Mark Robson, quien se sirvió del guión de Philip Yordan, oscarizado responsable de Lanza rota, para llevar a la gran pantalla esta novela pugilística escrita por otro poseedor de la preciada estatuilla, Budd Schulberg (La ley del silencio). Mucho nombre de aúpa entre bastidores, para una de esas cintas deportivas de cuestiones sempiternas, más válidas a día de hoy si cabe de lo que lo fueron en su día.
Y es que aquí la cosa va de deporte, sí, pero de uno de los más manipulados y alternados por intereses económicos y trapicheos de todo tipo. Con Bogart, motor principal de la cinta como no podía ser de otro modo, como periodista deportivo, veterano y con una economía justita, a quien contratan para hacer de agente de prensa de un gigantón tan físicamente apto para el deporte como inútil una vez puesto a prueba, arranca una trama de combates amañados, falsas ilusiones y remordimientos de conciencia. Rod Steiger es quien contrata al periodista y quien ejerce de manager del boxeador (su descubrimiento), por lo que su único interés pasa por convertirle en la próxima gran estrella del deporte sensación en los Estados Unidos. Aunque eso implique pactar hasta el último de los resultados. Aunque eso implique mentir a la prensa y el público. Aunque eso implique jugar con los sueños de un pobre grandullón venido de Suramérica a quien hacen creer que está viviendo el sueño americano. De modo que Más dura será la caída sí es una cinta deportiva, pero tarda bien poco en adquirir matices evidentes de cine negro, mafias y apuestas arriesgadas mediante, a su vez reconvertido en puro acoso y derribo a la sociedad americana y los valores de pega que la rigen (y podrían incluso detectarse algunas gotitas de thriller en la miscelánea resultante).
El boxeo sirve, por tanto, de reflejo (aún más viciado) de la sociedad, su estratificación y su reparto de poderes. Se critican los sobornos, la desinformación, el apolillamiento de quien no hace nada por cambiar las cosas, y el aprovechamiento del necesitado; y a la vez, se sitúa la acción en un marco de crisis económica, donde el puedo vale más, por fuerza, que el quiero. Se atisba cierta urgencia por sobrevivir ante un más que presumible ahogamiento (de ahí los compases iniciales de la banda sonora de Hugo Friedhofer, tan trepidantes como el hábil montaje que sirve para agilizar el fulgurante ascenso del boxeador). En definitiva, le arrea una buena torta a los USA donde más duele. De manera que se da una gozosa bifurcación emocional entre lo negativo de todo ello, y la figura de un hombre bueno en el fondo, pero que no parece dar con la manera de salir a la superficie de las aguas turbias en que se hunde. Por contrastes, y por la interpretación de Bogart (máxime a sabiendas de las condiciones en que interpretó el papel, ya muy afectado por su enfermedad), cuesta poco simpatizar con este último, comprender la obligada venta inicial de su alma al diablo, y el posterior intento de recompra de la misma. Es casi más descorazonador para el espectador que para el personaje asistir a la mentira que viven El Toro y Agrandi, el pobre grandullón y su primer manager que es más una figura paterna que otra cosa. Cuestiones morales, valores puros, y qué coño, orgullo y amor propio, empiezan a aflorar de manera paulatina y siempre mediante la sola figura del héroe americano por excelencia. Tajo de esperanza en un mundo oprimido por la injusticia y en el que apenas quedan resquicios de salubridad: brutal la aparición de uno de los rivales del Toro, Gus Dundee (Pat Comiskey), y sobre todo, en lo que desemboca.
A todas estas, Robson responde a las exigencias cualitativas que lo rodean con pulso muy firme, lo que se traduce, y de ahí la perorata reivindicativa inicial, en una película sorprendentemente trepidante, puro nervio desde el primer minuto. Cuesta muy poco imaginarse Más dura será la caída estrenada a día de hoy, y no sólo por tratar cuestiones que aparecen constantemente en el género deportivo como venimos diciendo, sino por descubrirse de lo más ágil gracias al empleo de infinidad de recursos totalmente válidos en la actualidad. El cineasta intercala desasosegantes diálogos en interiores de ambiente cargado, con notables secuencias en los rings que no dan el suficiente pie para dilucidar hasta dónde llega el amaño; jamás se detiene más de lo debido en un pasaje concreto, las hábiles elipsis antes mentadas restan importancia a lo que a priori debía suponer el tema principal de la cinta, para pasar rápidamente al verdadero tinglado de fondo que se va montando alrededor de la figura del boxeador; y además, simple y llanamente, demuestra un gusto exquisito, por lo que hablando en plata, la película entra por los ojos desde el primer momento.
En definitiva, el tiempo ha decidido que Más dura será la caída sea una película menor en la filmografía de Humphret Bogart. Y viendo la whole picture, es evidente que no puede compararse a las más grandes del actor, entre lo mejor de la historia del séptimo arte. Pero no por ello debería despreciarse, ni mucho menos olvidarse. Y es que un visionado a estas alturas la redescubre y la confirma como una cinta avanzada a su época. Tanto como para resultar absolutamente actual visto como está el panorama en varios deportes de interés general. Nervio, ritmo, y por supuesto interpretaciones de lujo agradecen que Sony Pictures, en su colección Clásicos años 50, recupere en DVD Más dura será la caída, en una edición totalmente desprovista de extras (eso sí, cargada de idiomas y subtítulos) pero igualmente imprescindible.
Gran película. Me apunto la de Réquiem por un boxeador.
Saludos
Bien que haces! ;)