Crítica de Men in Black 3
Hace catorce años, un tal K reclutaba a otro tal J, para ponerlo a currar en una agencia hipersecreta del gobierno de los Estados Unidos. Comenzaba así la franquicia de los hombres de negro, protectores de la Tierra (o sólo los Estados Unidos, que para ellos viene a ser más o menos lo mismo) frente a amenazas de otro planeta. Una cinta de éxito estratosférico con la presencia de Spielberg como titiritero en la sombra, Barry Sonnenfield tras las cámaras, y Will Smith y Tommy Lee Jones delante de ellas. Extraña pero sorprendentemente atinada pareja, que se descubrió ideal para la tarea de matar aliens, hasta el punto de que volvió a reunirse una segunda vez al poco, antes de colgar el traje aparentemente para siempre. Y la estrategia se descubrió inteligente, hasta cierto punto incluso noble: tenían algo que contar y lo contaron la primera vez; aprovecharon el filón para contar una anécdota más, pero antes de seguir empobreciendo el invento, lo dejaron correr. Los MIB ya habían tenido suficiente, ya se habían echado las cuatro risas de rigor (por partida doble); todos contentos y a otra cosa… Hasta ahora. En pleno 2012, el equipo se reúne por tercera vez para subirse al carro de los viajes temporales, la multiplicidad de realidades y demás sujetos que harían enloquecer a J.J. Abrams. ¿Necesidad de Men in Black 3? Ninguna. ¿Ganas? Moderadas: si deciden regresar tras tanto tiempo de silencio y sin que nadie se lo pida, será que tienen algo que contar. O que por lo menos, la anécdota sobre la que vayan a construir todo el tinglado tendrá las mismas dosis de buen humor que en ocasiones anteriores, porque en el fondo, de eso se trata. De pasar un buen rato viendo a unos tipos que parecen ser los primeros en disfrutar de lo lindo.
Esas son las cartas con las que se presenta el ¿cierre? de la trilogía. Un entramado lejos ya de la primera parte pero igual o mejor que el de la segunda, una sanísima conservación de los dos o tres valores sin los que nada tendría sentido (y que vienen a ser entretenimiento por un tubo y un humor que se mueve entre el gag verbal, el visual y la parodia), y los mismos responsables, corregidos y aumentados pero invariables en esencia. En definitiva, la estrategia que ya se siguió en Men in Black II. En este caso se presenta un nuevo enemigo mortal que decide cambiar el presente para dominar el futuro, viajando para ello al pasado y matando a K antes de que este llegue a detenerle. En vista de su éxito, es J quien debe viajar también al pasado, para adelantarse al asesinato y mantener las cosas como están. El pasado, en concreto, es 1969. Ya sabéis: astronautas, tensiones raciales, sueño americano en pleno apogeo, artistas pintando latas de sopa de tomate, y mucho cine de ciencia-ficción con tufo a serie B. Ese 1969, tan plagado de elementos con potencial para ser tomados por el pito del sereno, a cuya cocción hay que añadir un Tommy Lee Jones lo suficientemente rejuvenecido como para adoptar el rostro de Josh Brolin… y no tener ni idea de quién es el afroamericano que se le presenta afirmando ser del futuro. Y mientras tanto, el asesino interplanetario motero con la cara (más o menos) de Jemaine Clement.
La verdad, con todo esto sobre la mesa y la ventaja con la que ya partía desde la línea de salida, pensar siquiera en el fracaso se antojaba del todo descabellado. Hete aquí que Men in Black 3 cumple sobradamente con lo que se espera de ella (y de hecho, se le exige). Personajes tan socarrones como de costumbre, gags entrelazados con habilidad entre sus diversos pasajes de acción, una sucesión sin apenas tregua de chistes frescos, con la habitual inmediatez y un punto de picante (estupendo el chiste sobre Obama y la reinvención de cierto artista adelantado a su tiempo, acertadas prácticamente todas las interactuaciones entre los dos protagonistas, ya sean del presente o del pasado), y minutos de gloria en la base de operaciones de los MIB: el aspecto que se gastan todos y cada uno de los múltiples extraterrestres de finales de los 60 es tal que resulta imposible fijarse en lo que hacen o se dicen los protagonistas. Y en el presente, ¿acaso no se ve fugazmente a Lady Gaga entre la lista de extraterrestres infiltrados en la Tierra? Este último, de hecho, no es sino una reinvención de un clásico: en alguna de las dos ocasiones anteriores ya se coqueteaba con la posibilidad de que Michael Jackson fuese de Marte, Venus, o cualquier otro lugar. No deja de ser, pues, uno de los múltiples auto-homenajes que se convierten en el último pilar sobre el que se sustenta el éxito de este nuevo Men in Black. Los fans de la saga adorarán el póster del Carlino, la fugaz presencia de las larvas malhabladas, las explosiones de cuerpos extraterrestres o esos interrogatorios improvisados en un restaurante chino y una bolera.
Cabría pedirle, a todo el mejunje, algo más de enjundia a nivel argumental, por un entramado no sólo visto ya en demasiadas ocasiones, sino por multitud de patilladas tan evidentes como para resultar molestas en alguna que otra ocasión: cada vez que el humor (o buen rollo en general) pasa a un segundo plano a favor del desarrollo puro y duro, la cinta se resiente. Y como prueba de ello está su final, varias marchas por debajo de lo deseado. Por otra parte, queda algo desaprovechada la figura del monstruo de la comedia que es Clement. Tanto él como su personaje (¿soy yo o se le nota cierto deje ruso en el acento, a este Boris the animal?) podían haber sido exprimidos con algo más de ganas. Ni que fuera para cantar la canción de los títulos de crédito, en vez de cierto reguetoniano… Pero es que no hay tu tía, aquí los protagonistas son J y K. Punto. Sobre sus hombros debe recaer todo, puesto que a ellos dos es a quienes el espectador quiere ver. Y mientras el reparto siga desprendiendo la sensación de ser los primeros en disfrutar; mientras logren seguir transmitiendo tan buenas vibraciones como ya han hecho en estas tres ocasiones (ojo a Josh Brolin y su imitación de Lee Jones), todo estará bien.
Men in Black 3 tiene, a fin de cuentas, lo que de Men in Black 3 se esperaba: 100 minutos de pura diversión y entretenimiento. Uno entra en el cine y puede que salga de la sala más o menos convencido, pero la sonrisa en la cara no se la va a quitar nadie. Y si siguieran así, encontrando excusas válidas sobre las que enarbolar más momentos como estos, bienvenidos, oigan. En un tiempo en que todo parece que tenga que ser grave, dramático, largo y/o apesadumbrado, pequeños oasis como este sientan de auténtico vicio. Y eso, no hay Pitbull que lo estropee.
7/10
Bieeeen!! Sabía que no me fallarían… vale que no dan más, pero tampoco menos y, en este caso, "lo mismo" es suficiente para mí. Ganas. Yo creo que la pareja J/K, Smith-Lee Jones, es la mejor en su género. Gacias Capi, la alegría del día!
:) a mandar (son veinte euros)
Nah, mola, a mí es que la saga me cae muy bien. La segunda quedó así un poco rezagada, but still, tenía su aquél. Saben reírse de todo (de ellos los primeros) y mientras sigan en la línea……
Justo lo que me esperaba. Así son los hombres de negro.
fíjate si mola, que es la primera vez que veo en Fotogramas una crítica con menos de tres estrellas. Dos estrellas sobre cinco para MIB 3? Eso es que quieren dar la nota, una de sus muchas puñetas que sólo pueden significar una cosa: la peli mola.