Crítica de Mi niña
Cada película, a priori al menos, tiene su público. Luego puede arrastrar a otros, pero en ocasiones es tan evidente su target, que difícil tendrá llamar la atención de nadie más. El caso de Mi niña es un claro ejemplo: es una dramedia francesa ligera (ligerísima) sobre una madre que afronta el momento en que el nido se va a quedar definitivamente vacío cuando su hija menor apura los últimos días en su casa antes de irse a estudiar al extranjero. En unos 80 minutos, Lisa Azuelos (muy dada al género por cierto: LOL, Reencontrar el amor, o incluso el biopic sobre Dalida) cuenta cómo vive la protagonista la ambigua sensación de felicidad y tristeza que ello le genera, y lo hace íntegramente desde la perspectiva de esta ¿acaso basándose en experiencias personales? Todo, desde un planteamiento del todo esperable: marchando otra de esas comedias francesas con un punto lacrimógeno, coloridas y montadas con cierta agilidad. Vamos, que su público, más definido, imposible. Y yo no me cuento entre él, dígase ya desde ahora.
Películas ligeramente por encima del corte televisivo, desde Francia en concreto, llegan a puñados; y el caso de Mi niña no es ni peor ni mejor. Es, simplemente, otro más. Ya sabemos, pues, a lo que atenernos: un despiste de poco menos de hora y media, a consumir en una sala a oscuras y con aire acondicionado un domingo por la tarde sin nada más que hacer, y menos ahora que no se nos permite prácticamente nada. No pasará a la historia, pero por lo menos Azuelos se esfuerza por agilizar el cotarro todo lo posible. Y en este sentido, destacan muy positivamente los alegres saltos temporales que la directora cuela entre escena y escena, para hacer hincapié en el recuerdo, en esa casa poblada originariamente por cinco personas, que poco a poco se ha ido vaciando hasta convertirse en un álbum de fotos para quien se está a punto de quedar en ella totalmente sola. Esos, a juicio de quien esto escribe, son los pasajes genuinamente buenos de la película.
Ahora bien, decía antes que si el público objetivo, y los que se ven arrastrados. Y aquí no hay tu tía. Sin embargo, Mi niña abre las puertas a una nueva perspectiva, un nuevo nicho. El de la otra cara de la moneda, los que abandonamos el nido. Si la película consigue acabar calando (hasta cierto punto, claro) entre propios y extraños, más allá de quienes viven o han vivido las mismas sensaciones que las de su protagonista, es porque permite plantear a su audiencia las sensaciones que una emancipación genera entre quienes se quedan. Algo de lo que no siempre se habla, en lo que no siempre se cae en pos de las ganas de una nueva aventura fuera de casa de los padres.
Así que mirad, no, Mi niña no descubre la pólvora, no esconde sorpresa alguna, y da exactamente lo que promete. Si tenéis cosas mejores que hacer, no cabe en la cabeza de nadie que invirtáis vuestro tiempo en ella. Pero si os lo planteáis, os encontraréis con la típica comedieta francesa de la semana, pero con la santísima voluntad de haber querido hacer las cosas bien desde la liga en la que juega. Ajustando expectativas y sabiendo a lo que atenerse, permite disfrutar de un entretenimiento que fluye con suma ligereza mientras deja algunas cosillas en las que pensar o con las que sentir. Pues ya es.
Trailer de Mi niña
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Comedia francesa sobre la emancipación que no pasará a la historia, pero que al menos se molesta por hacer las cosas bien, logrando un entretenimiento digno, que era exactamente lo que se proponía, con algún que otro extra para un poquito de reflexión.