Crítica de Mo – Temporada 1 (Netflix)
De primeras podía parecer que Mo iba a ser una prolongación natural de Ramy, pequeño hit de culto que ya encara su tercera temporada. Daba la sensación de que Ramy Youssef, creador y rostro visible de aquella, no tuviera suficiente con su pequeño contenedor creativo y se hubiera trasladado de FX a Netflix con un nuevo frontman, Mohammed Amer, pero las mismas intenciones: servir un slice of life urbano de treintañero viviendo en una frontera de religiones. Si en Ramy es un egipcio haciendo malabares a tres bolas con su círculo social, su iglesia y su propia identidad en Mo se trata de un palestino luchando por conseguir la nacionalidad y asumiendo su propia herencia familiar.
Porque aunque adoremos la frescura y sensibilidad de Ramy también debemos agradecer que, finalmente, Mo termine siendo una serie distinta. Mo, el personaje, vive un poco más en la línea de la ilegalidad: es un tipo honesto, algo atribulado pero medianamente razonable, que sin embargo se ve obligado a sobrevivir encasquetando artículos de lujo falsos a quien se acerque al maletero de su coche con ganas de fardar de Rolex o de impresionar a la pareja con un bolso Gucci. La búsqueda del personaje no es romántica, puesto que ya tiene una novia, una arrolladora mexicana encargada de un taller mecánico. Tampoco se plantea su propio encaje social, ya que -a pesar de su lucha contra las instituciones que controlan quién es un «auténtico americano» y quién no- Mo se ha resignado a ser un extraño en cualquier tierra. No, lo suyo es más bien una especie de intra-examen en pos de la autoaceptación que debe lograrse siendo un adulto de provecho. Un viaje sin moverse del barrio dentro de los márgenes de la nueva comedia televisiva urbana, tan híbrida y libre.
Y es que con el paso de los episodios otros géneros meten su pezuña en lo que inicialmente parecía una especie de comedia costumbrista ligeramente surrealista: una subtrama relacionada con el padre -desaparecido durante la guerra de Irak y planteada mediante flashbacks ocasionales- aporta dimensión y espesura dramática; otra, donde una panda de matones trapicheros extorsionan a Mo, tiñe el relato de thriller; la de más allá, que gira alrededor de la búsqueda del permiso de residencia de la familia de Mo, flirtea con la denuncia social. Y todo, la verdad, respira muy bien. El tono siempre se agarra a la personalidad simpaticona de su grandote protagonista y los ensayos de potencial intensidad trágica nunca se imponen a esa suerte de ligereza que caracteriza el guion.
Mo ya empieza a pisar un terreno conocido. El de la comedia dramática urbana indie (lleva el sello A24, para más señas), tintada de un cierto surrealismo y caracterizada por un aspecto formal muy cuidado para un planteamiento muy cinematográfico. Un producto muy FX, por así decirlo. Pero llega en un buen momento, aún temprano para que estemos saturados, y tiene los suficientes valores, especialmente dos, como para despertar el interés y ponernos a esperar una nueva temporada: por un lado una acertada visión social, alejada de la imagen monocromática cada vez más caduca de una América única. Por otro, un protagonista carismático y showrunner interesante al que empezar a vigilar un poco más de cerca, este Mohammed Amer que debería instalarse ya en la agenda de la comedia televisiva actual.
Trailer de Mo
Mo: how to make it in America
Por qué ver Mo
Ramy Youssef y Mohammed Amer se unen en una nueva serie centrada en un joven musulmán, un producto cargado de carisma y que no teme enfrentar con humor ciertas cuestiones que dibujan un relato de América lleno de asperezas y sinsabores.