Crítica de Monte Carlo

Antes o después, cuando se habla de una película (o se piensa en ella) llega el momento en que hay que preguntarse para qué existe; qué quiere aportar, al margen de que luego lo consiga o no. Hay veces en que no es fácil encontrar una respuesta: más pasa el tiempo y más me pregunto si lo de Super 8 no es más que un ejercicio de chulería de su director. Otras, en cambio, no hace falta ir mucho más allá: algunas cintas buscan tan sólo entretener al espectador, alejarle un rato de sus problemas mundanos y poco más. Y luego está Monte Carlo. La película de Thomas Bezucha es la enésima historieta de gemelas que intercambian sus roles con la consiguiente sucesión de, ejem, hilarantes situaciones que las hará aprender de la vida y descubrir nuevos puntos de vista. Lo más sorprendente de ello radica en que el estudio detrás de semejante producto no sea Walt Disney, así como en la elección de los destinos de este «Tú a Londres y yo a California 2011»: tres amigas viajan de Texas a París, donde una de ellas (súper buena y súper todo) es confundida por la heredera (rancia y borde) de una importante fortuna, y enviada a Mónaco para que protagonice una subasta benéfica. Declaración de intenciones de lo que les va a interesar a las chicas de esta inesperada opción de descubrir Europa.
Decíamos que nos costaba encontrar el propósito de este film, y seguimos sin averiguarlo. No puede ser, por un lado, que pretenda aleccionar, ya que más o menos cada semana nos llega al menos una película de mensaje similar y, cuando esta falla, siempre quedarán las mil y un cadenas de televisión especializadas en público infantil. Tampoco será el mero entretenimiento, puesto que alguien que busque tan noble propósito ni borracho alargaría tan poquita cosa hasta rebasar la hora y media de duración. La condensación es una de las mejores armas de la diversión, esto es así, y todos lo sabemos. Y habida cuenta de la suma pobreza de sus interpretaciones, la vulgaridad de sus bellezas, y las escasas habilidades de director y guión, Monte Carlo tampoco apunta a carta de presentación de nadie (y eso que dos de sus actrices son Katie Cassidy y Leighton Meester, vistas en la popular serie Gossip Girl, y la protagonista es la joven estrella Selena Gomez).
Vamos, que estamos ante un peñazo pretendidamente moralizante, mal concebido y peor interpretado, del que mejor será no sacar a colación su forma de interpretar lo de que París sea una ciudad mágica, ni mucho menos esa suerte de aberrante homenaje a Los 400 golpes, quien seguramente a estas alturas esté pactando con quien corresponda un puntual regreso al mundo de los vivos para darla su merecido a Bezucha. ¿Queda algo que rascar para maquillar el resultado? Pues sí, porque este desesperante ejercicio de anticine descubre un inesperado defensor en su banda sonora, a cargo del siempre eficiente Michael Giacchino. Tanto da que le toque componer la música de una serie en una isla perdida, de una película de animación, una de ciencia-ficción o una comedia infantil/juvenil: el tío se saca unas melodías maravillosas, siempre acertadas, siempre pegadizas, hasta inolvidables. Cuando todo lo demás falla, ahí está su música. Lo hemos visto recientemente en los compases finales de «Super 8«, a cuya falta de gancho se contraponía una intensa emoción auditiva; y lo vemos ahora en Monte Carlo donde Giacchino se posiciona descaradamente mil peldaños por encima de la cinta en sí.
Así que sí, al final sí le hemos encontrado una razón de ser a la dichosa película. Pese a que en no pocas ocasiones llega a la categoría de aberrante, cuando el maldito Mika lo permite (hasta en tres ocasiones suena su dañina voz) permite asistir a una auténtica gozada para los oídos. En definitiva, tanto los amantes a las bandas sonoras como quienes estén estudiando cine y necesiten saber que es lo que no hay que hacer para crear una película, tienen una cita obligada con su multisalas más cercano. Por supuesto, que todos los demás (niños incluidos) huyan de esta gilipollez como la copa de un pino. Avisados quedáis.
2,5/10
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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. ¡Ostras! ¿y has tenido que verla? pobrecito, qué pena! Por lo menos te tomarías unas cañas al salir para levantar el espíritu… ains! lo que hay que hacé pa darle de comé a lo´churumbele

  2. Peli excluasivamente para niñas entre 6 y 10 años. Capi, te han salido trencitas de la irritación? Pobrete…

  3. lo hago por vosotras, queridas lectoras, que lo sepáis. Alguien tiene que tragarse estos bodrios…
    Sobreviví a base de alcohol y de destrenzarme las trencitas, efectamente :P

    Eso sí, ya digo, la BSO es sublime, en serio. Sorprende un montón!

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