Crítica de Mr. Brooks
Kevin Costner regresa con un oscuro thriller en el que interpreta el papel de un exitoso hombre de negocios y padre de familia que por la noche da rienda suelta a sus terribles deseos de sangre y muerte. Demi Moore será la inspectora encargada de intentar detener la ola de perversos crímenes que este señor Brooks provoca.
La propuesta de Bruce A. Evans no puede dejar de llamar la atención por varios motivos. Ante todo, porque supone el reencuentro de Costner y Moore con el público (en los últimos años es difícil ver películas en que uno de los dos sea protagonista, y no suelen tener demasiado éxito en taquilla), pero también porque el concepto que la película parecía ofrecer a priori se antojaba original, muy diferente a los thrillers que se han ido estrenando en los últimos años.
A la hora de la verdad, dicha originalidad es cierta solo en parte, ya que a fin de cuentas, lo que “Mr. Brooks” propone no es más que un capítulo de la serie “Dexter” de dos horas de duración. Pero eso no tiene por qué significar necesariamente algo negativo.
Si se echa un vistazo a los últimos estrenos de este género, no resulta difícil comprobar como un mismo patrón se ha ido repitiendo con cada vez más insistencia, tanto a nivel visual como de montaje. Me estoy refiriendo a la serie «CSI». Tan grande es el éxito de esta, que la casi totalidad de estrenos cinematográficos beben con cada vez más descaro de ella.
Sin embargo «Mr. Brooks» opta por cambiar completamente la tónica, por lo que ya de antemano supone un soplo de aire fresco entre tan manido género. La sobriedad visual y el rechazo a los montajes videocliperos ya significan un importante progreso, pero es que además el asemejarse a algo de tanta calidad como «Dexter» no supone más pega que la consiguiente falta de personalidad. Pero aunque Evans juguetea constantemente con el caer en un anodino plagio, logra esquivarlo dotando a su película de un elemento básico para distinguirla, que además supone un gran acierto para la misma. Me estoy refiriendo a Marshall, personaje interpretado por un excelente William Hurt que supone la encarnación de la locura del protagonista, una especie de demoníaco ángel de la guarda, alter ego que es el que le insta a seguir asesinando. Los diálogos entre él (cínico y punzante) y Costner son sin duda lo mejor de la película, pues le dan esa pincelada de distinción que tanto necesita.
Es principalmente a través de estos diálogos (y alguno más que mantiene con demás secundarios) que entendemos la mentalidad del señor Brooks, hombre atormentado (por cierto, más que correcta la interpretación de Costner) que se reconoce adicto a los asesinatos. No le gusta, pero no puede parar por mucho que lo intente, y su desazón no deja de aumentar mientras intenta evitar síntomas de flaqueza ante sus seres queridos.
A nivel más general, el guión mantiene un ritmo fluido y constante, y logra entretener pese a su pausado desarrollo. Cabe reprocharle, eso sí, la inserción de un cúmulo de historias secundarias alargadas en exceso que, a fin de cuentas, no aportan absolutamente nada a la historia principal y solo sirven para entorpecer el ritmo y no acabar de desarrollar la personalidad del protagonista.
Lo que nos queda, pues, es un correcto thriller de dobles personalidades y caza al asesino, que pese a sus fallos no deja de ser un entretenimiento relativamente atípico dados los tiempos que corren, y por tanto nada despreciable. La pregunta que no deja de rondarme por la cabeza es si «Mr. Brooks» hubiese existido de no hacerlo «Dexter»…
6/10