Crítica de Musa
Hay un punto de no retorno bastante irónico, en la filmografía de Jaume Balagueró. Porque arranca justamente cuando se embarca en el evento que le catapulta. Había hecho sus pinitos, lejos de mí despreciar su filmografía previa; pero es que luego llegó Rec, y claro, ahí sí que se empezó a hablar del de Los sin nombre con intensidad. Sólo que (y ahí la ironía) se hablaba de él tanto como de Paco Plaza, co-director de la saga de zombies catalana, con un creciente debate por saber, medio en coña medio en serio, quién era el bueno de los dos cineastas. El principio del fin tiene ahí su primera página escrita, y cuaja en el momento en que deciden separarse y presentar por separado las entregas 3 y 4 Plaza y él respectivamente. Como queriendo despejar dudas sobre la calidad de uno y de otro, esperando demostrar que ambos valen (claro)… pero con resultado francamente distinto a lo deseado. Paco Plaza brillaba con su Rec: Genésis, y sigue haciéndolo con la muy disfrutable Verónica. Balagueró aún tendría un último chispazo con Mientras duermes, pero se hundiría rápidamente con la aparición de la mediocrísima Rec: Apocalypse de la que se extraía una alarmante falta de ideas. Y ahora vuelve a quedar en evidencia con Musa.
Los problemas de su nueva propuesta parten de diversos frentes, todos ellos conocidos: por un lado, cabría cuestionar la decisión de rodar en inglés, siendo históricamente un primer motivo para fruncir el ceño (Darkness y Frágiles ya demostraron que lo suyo no iban a ser los idiomas). Por otro, esa ciega obcecación por tornarse en un director cien por cien comercial, sustituyendo ideas por recursos: y es que indudablemente, Musa se ve muy bien, todo son efectos digitales, planos aéreos y filtros de gran elegancia; pero no hay una sola idea destacable, todo es vulgar y anodino. Irónico, también que vaya a quedar en el recuerdo Verónica, desde su absoluta sencillez, que esta eyaculación casi inabarcable de recursos. Quizá de todo ello se derive también otra gran lacra, como es la deslocalización del film. Si Mientras duermes funciona, o incluso Darkness esquiva (por los pelos) la total quema, es por su condición de proximidad. Luis Tosar y Marta Etura eran conserje y vecina de cualquiera de nosotros, mientras que los profesores de poesía que por aquí pululan, y las bailarinas de clubes de alterne de bajos fondos ingleses, ni nos van ni nos vienen.
Con todo ello, era imposible que se salvara un film de premisa tan delirante como estimulante: las musas (qué curioso que Manuela Vellés recite a Dante Alighieri en los primeros compases del film, y se llame justamente como la musa de éste: Beatriz) no son precisamente lo que suponemos los lectores, sino una forma bastante más fantasmagórica de presencia, que aún ronda por nuestro mundo. Claro que ayuda poco que el guión no esté a la altura de la misma, trufando el metraje de infinidad de agujeros negros, resoluciones de vergüenza ajena y giros ridículos en el mejor de los casos. Pero sobre todo, limitando su grueso argumental a la habitual investigación medioparanormal, manida ad nauseam y sin una sola sorpresa que regalar a un espectador que se huele la tostada desde los primeros compases: Musa habrá supuesto un esfuerzo enorme, nadie lo duda; pero el tufillo a serie B de piloto automático se le impregna antes incluso de sus títulos de crédito.
Duda resuelta pues: el bueno es Paco Plaza.
Valoración de La Casa
Resumen
Jaume Balagueró vuelve a dar un revés en su inestable filmografía, ahora con una Musa que ni aterra ni despierta el menor interés más allá de valer para una siesta de primer nivel. Subproducto a evitar.