Crítica de Nanny
Lo primero que sorprende y, a la postre le pasa seria factura, de Nanny, es que se trate de una película de terror producida por Blumhouse, casa especializada en el género y rentabilizar hasta el último dólar con películas que van desde Expediente Warren a Fantasy Island. Es leer el nombre de dicha empresa, y saber a la perfección por dónde irán los tiros. Y choca porque el interés de la escritora y guionista Nikyatu Jusu parecería ir por otros derroteros: su película va de una inmigrante senegalesa que empieza a trabajar como niñera de una niña fruto de la típica pareja perfectita blanca y adinerada. Lo hace porque necesita el dinero para pagarle el billete a su hijo, aún en el país natal, pudiendo así reencontrarse tras un año separados.
Lo sobrenatural existe desde las primeras de cambio, pero es puramente anecdótico, en absoluto parece ser el miedo su interés, sino más bien hablar de la insufrible situación por la que pasa la protagonista. Que también da miedo, claro, pero de una manera muy distinta a los fantasmas con pelo largo negro y compañía. De hecho, durante al menos una hora de metraje, por ahí parecen ir los tiros: apenas hay set pieces propias del género y, cuando las hay, se antojan forzadas, completamente opuestas a la naturaleza de un film que pedía a gritos un acercamiento al mundo de los fantasmas más cercano a, qué sé yo, Weerasethakul, que a James Wan. Pero tales escenas, que buscan sin suerte el sobresalto barato, nos ponen en alerta: algo no encaja, y sólo impiden que nos sumamos en el drama que parecía estar buscando Nanny.
Claro que tampoco ayuda una realización tan tirando a vulgar, con paleta cromática y ubicaciones tan habituales en las series B (B de Blumhouse). El tono, en definitiva, va equivocándose a cada paso que da, hasta caer definitivamente en el error sin paliativos. Una herida mortal para el cómputo global del film, que se traduce en un tercer acto que intenta hacernos saltar de nuestra butaca a la desesperada. Desafortunadas decisiones que van por un lado, mientras el argumento dramático va por el otro resolviendo un entuerto que, ay, se ve venir de lejos. Ahora, ¿tan previsible es el twist-bomba que se reserva Jusu, como para que no impacte tanto al público? No queda claro: a lo mejor, pese a su previsibilidad, nos hubiera dado de lleno de haberse mantenido fiel al drama, en lugar de proponer semejante disparate de terror barato que hace aguas por todos lados.
Habrá que ver, pues, cuál es el siguiente paso de Nikyatu Jusu en su carrera cinematográfica. A lo mejor haya que achacar las culpas del fracaso de tan estimulante opera prima, a las directrices de la empresa que pone la pasta. O a lo mejor es que, simplemente, la cineasta carece de talento. Me inclino a pensar en la primera opción ya que, desde luego, en Nanny demuestra tener cierto potencial, antes de ahogarse en sus propias aguas. Acaba siendo un verdadero despropósito. Lástima.
Trailer de Nanny
Nanny: conexión sobrenatural con Senegal
Por qué (no) ver Nanny
Todo lo bueno e interesante de su premisa queda en eso, la premisa, antes de que este tremendo drama humano pase a convertirse en el habitual subproducto de la casa Blumhouse que ni asusta, ni interesa, ni emociona. Apuntaba maneras.