Crítica de Negocios con resaca (Unfinished Business)
Varios problemas hay de entrada al hablar de esta película, y debe lidiarse con ellos antes de meterse en la sala para tratar de evitar escozores indeseados donde no suena. El primero es el de siempre: una horrible traducción al castellano del título original. Si Unfinished Business tira de un más o menos hábil juego de palabras para introducir al espectador en la trama (a grandes rasgos, sobre un tipo que deja su empresa al sentirse mal valorado y emprende una por su cuenta con la ayuda de un equipo imposible; un año después debe buscar financiación mediante el cierre de un trato largo tiempo esperado), Negocios con resaca invita a pensar en un muy determinado tipo de comedia: alocada, burda, deudora seguramente de la saga resacón. Peor aún es toda la promoción que recibe de Pirineos para acá, basada casi de manera exclusiva en eso: las farras, y las resacas posteriores (buscan viralizar la pregunta qué harías tú si tuvieras que ir a trabajar con resaca o similar). Bien, perdón por el contra-spoiler, pero de farras y resacas, nada hasta los últimos quince minutos de metraje, poco antes de llegar al clímax, y con el consecuente significado para el desarrollo del arco de los personajes. Más problemas: el doblaje. No quiero ni imaginar cómo se traducirán algunos juegos de palabras, de seguro ahondando aún más en la barrabasada burda que se promete a diestro y siniestro y que luego sí, está ahí, pero no tanto como se quiere vender (más abajo se intenta aclarar). Pocos van a leer esta reseña, y seguramente sean menos quienes, además, compren la entrada, pero si hay alguien ahí, que se ande con ojo.
Dudosas promociones y traducciones ya apartadas a un lado del ring, aún hay otra cuestión a tratar, y es el desconocimiento general de la carrera de Vince Vaughn: se le reconoce por ser el tipo alto de las comedias idiotas (aunque ahora vaya a cambiar de registro con True Detective, y antes haya sido Norman Bates para Gus Van Sant). Pero también es el que a veces usa su trabajo como excusa para viajar. Si antes se apuntaba a Todo incluido para meterse unas vacaciones paradisíacas de tres pares, ahora se va a Alemania. Cuando lleva el modo turista activado, es como cuando Sardà con el Duty Free: o lo tomas o lo dejas, pero no te quejes, que sus intenciones no se esconden en ningún momento.
Y aclarado tamaño background, toca atizar también a la película, que no va a irse de rositas por un mal título y poco más. No, todo lo dicho hasta ahora no vale para excusar a Negocios con resaca y elevarla a la categoría de reivindicable, puesto que es la primera en errar el tiro, incapaz de posicionarse en un tono u otro: es una comedia blanca como pocas, de aquellas cuya moraleja atufa desde kilómetros. Habla sobre la difícil situación socio-económica actual, que fuerza a la clase media a dejar de lado a la familia para dedicarse al trabajo, con el fin de poder llegar a la vida que se merece. Habla de la importancia de los role model, sale por ahí el bullying escolar, se ensalza lo distinto y se da valor al trabajo en equipo… en fin, lo de siempre y como siempre, hasta el punto de importar entre cero y menos un argumento que va y viene, que se alarga con subtramas a las que ni siquiera se les presta atención. Y sin embargo, hete aquí que aquí y allá va sembrando por la totalidad de su metraje (unos bienvenidísimos 90 minutos –títulos de crédito incluidos- por cierto) de gags de brocha variada, algunos de corte familiar, pero otros de lo más grueso, cuando no directamente incómodos. Los chistes sobre las erecciones de Dave Franco van a acabar siendo un clásico en su filmografía a este paso, y quizá ya incomoden un poco menos que la escena de los miembros viriles, o la carretilla. En otra película sí quedarían gloriosos (Malditos vecinos, La boda de mi mejor amiga), aquí chirrían por descolocar a un espectador. O todo lo contrario, y lo que chirría es su blancura de fondo. Lo dicho, falta de posicionamiento que desvía el tiro y de la comedia redonda, pasa a irregular entretenimiento, graciosillo y poco más.
Ahora bien, la intentona es, en todo caso, de agradecer: sin ser ninguna maravilla, Unfinished Business tiene la deferencia de no insultar al respetable. Intenta sacarle alguna sonrisa, y aunque jamás alza del todo el vuelo y no acabe de caer en la pura carcajada, consigue que al menos una mueca se dibuje en el rostro del espectador, con posibilidad medio-alta de fogonazo de risa. Así que no la reivindiquemos, no le concedamos ninguna relevancia mayor de la que se merece, que es prácticamente nula; pero al menos, tampoco queramos demonizarla, que al fin y al cabo, el mero hecho de contar con un reparto tan de primera (Vaughn y Franco, pero también Tom Wilkinson, Sienna Miller, James Marsden, Nick Frost…) bien le da un plus de calidad a cualquier memez de Sandler y compañía, ¿no? Sonrisa. Olvidada y fuera.
5/10