Crítica de No respires (Don’t Breathe)
88 minutos sin gota de oxígeno en la butaca
No respires es el segundo largometraje del cineasta Fede Álvarez, al que conocimos hace unos año gracias al estupendo y achuchable remake de Evil Dead, que no se cortaba al putear a sus personajes, con la sangre o dándole una vuelta al argumento (los amigos se van un fin de semana a una cabaña perdida en el campo, pero para que una de las chicas se recupere de su mono tras dejar las drogas). Afortunadamente, el director uruguayo no ha tirado por la vía fácil, con un nuevo remake o una secuela, sino que parte de un guión propio para presentar una historia vista en otras ocasiones, pero que logra hacer suya y nos mantiene pegados a la butaca como nunca ha conseguido el Loctite.
Tres amigos que viven en Detroit, ciudad modelo de Manuela Carmena para Ahora Madrid, según los acólitos de Ciudadanos, se dedican a robar en casas de ricos, gracias a que el padre de uno de los zagales trabaja en una empresa de seguridad, con lo que tienen acceso completo a llaves, alarmas y códigos de las alertas. Uno de ellos se entera de que un ex marine ciego guarda celosamente una cuantiosa suma, como pago por la negligencia de una conductora, que atropelló y mató a su hija. Y allá que van nuestros amiguitos, pero en la casa se encontrarán más de un problema, ya que allí vive Rambo pasado de coca (prometo dejar de hacer chistes sobre Ciudadanos, perdón).
El filme arranca de forma espectacular, con una cuidada presentación de los personajes, el villano y la casa en cuestión, una protagonista más, con más escondites y habitaciones que La Zarzuela. Stephen Lang es quien se lleva la palma, al interpretar al marine con malas pulgas, que pese a su minusvalía, resulta más peligroso que muchos otros malvados del cine. El argumento nos suena mucho, gracias a otras grandes producciones de terror como The Cottage, Livide o The Collector (también nos recuerda por momentos a la reciente y recomendable Green Room), pero el director juega con los sonidos, los movimientos y la sorpresa para que estemos intranquilos de forma constante. A su favor también juega su corta duración, ya que se pasa como un suspiro. Vivan los filmes de menos de dos horas y media de metraje.
El final nos guarda una sorpresa de agradecer, que la aleja del mainstream, y aunque se pueda desinflar en su última recta, debido a sus continuos cambios para seguir en el mismo lugar, es un soplo de aire fresco a una cartelera de este 2016 con pocos estrenos del género. Fede Álvarez es el nombre a seguir dentro del terror, sin duda.
Trailer de No respires
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Un grandísimo thriller que destaca por su originalidad tanto por el acierto con que todo él se concibe: breve, directo, impactante… y alejado de (algunas) concesiones comerciales.