Crítica de No te preocupes querida (Don’t Worry Darling)
La dirección de una película se asemeja al trabajo de un ilusionista que construye una fábula con la suficiente gracia como para que los trucos y los secretos queden ocultos tras la sensación de maravilla. Olivia Wilde se enfrentaba a su segunda película con un público predispuesto, un grupo de actores molestamente atractivos y el gran desafío de embrujarnos en su terrario de fantasía de los años 50. Es una lástima el tropiezo que se enreda con las telas, que nos enseña las cartas trucadas y demuestra que la belleza era solo buena iluminación y mucho maquillaje.
En No te preocupes querida (Don’t Worry Darling) seguimos a un grupo de amas de casa que viven felizmente en su, estéticamente impoluto, mundo de sumisión. Ellas se ponen guapas, limpian la casa, preparan la comida y esperan la llegada de sus maridos. Ellos van impecables, trabajan en un secretísimo programa y además les proporcionan sexo satisfactorio. Algo no encaja aquí. Esta prolongación del sueño de Las mujeres perfectas no tarda en quebrantarse. La artificialidad de una casa de muñecas se ve alterada por comportamientos divergentes que atentan contra el status quo.
Resulta tan anodino el acercamiento que hace Wilde al matrimonio convencional y su repercusión en la libertad individual… Cada idea, cada planteamiento y cada resolución nos suenan y nos lleva a referentes mucho más estimulantes. Porque el mayor pecado de su película es ser llanamente aburrida. Los actores se transforman en maniquíes que llegan, dicen su frase y esperan la réplica con autentico vacío en las miradas. Incluso la solvente Florence Pugh queda desequilibrada frente a la pasividad de su compañero en escena.
¿Puntos destacables? La película luce muy bien pese a su modesto presupuesto. El diseño de producción en su coqueteo con la ciencia ficción clásica (a medio camino entre una de Bond y The Prisioner) es un sueño que fácilmente venderá las entradas. La partitura de John Powell también resulta tremendamente intrusiva, y por momentos ensordecedora, pero es refrescante y capaz de construir una atmosfera que en guion no tiene los pilares suficientes.
La ambición le juega una mala pasada a este trabajo que pide a gritos formar parte de una nueva temporada de Black Mirror o La dimensión desconocida y no tener que enfrentarse al escrutinio de ser un gran estreno de Hollywood. Y es que es tal el aumento de la puesta por parte de su directora que por el camino se olvida de lo que hizo tan genuina Súper empollonas (Booksmart).
La conspiración de luz de gas feminista de Olivia Wilde falla a la hora de sustentar su fantasía estética en un argumentario y unos personajes que la sepan soportar. Mucho high concept, mucha ensoñación delirante pero todo queda resumido en una escena de la propia película en la que su protagonista rompe la cascara de un huevo que no tiene nada por dentro.
Trailer de No te preocupes querida
No te preocupes querida: cuando el río suena...
Por qué (no) ver No te preocupes querida
La prueba de fuego de Olivia Wilde termina convertida en un incendio del plató en el que hasta ella se quema las manos. Una sobredimensionada película a la que le cuesta encontrar algo de verdad.