Crítica de Noé (Noah)

Noé (Noah)

En un determinado momento de Noé, quizá cuando apenas si se ha cumplido la primera media hora de las dos horas y cuarto totales, uno se encuentra casi sin querer pensando en las ensoñaciones pesadillescas de Ingmar Bergman, pasadas por el túrmix de un Peter Jackson (y quien dice Jackson dice Del Toro) que se hubiera obsesionado con aspirar a ser el nuevo Terrence Malick. Poco después, se asiste a un inesperado montaje tipo stop motion que no es sino el preludio del momento, a juicio de un servidor, más arrebatador del film: bien entrada la película, la explicación de la creación de la vida según las Escrituras, que Darren Aronofsky relata recurriendo de nuevo a una sucesión de fotogramas congelados para dar paso a sombras chinescas y luego a un haz de luz que ilumina el rostro del narrador en cuestión (Russell Crowe) en medio de la penumbra. Casi como si de la evolución del cine se tratara. Es lo que tiene que un macroblockbuster cuente con una firma, con un director que aspire a algo más que a poner el piloto automático: que si bien deba cumplir con los cánones del mercado y del CGI (por cierto, efectos especiales a cargo de la Industrial Light and Magic), puede que acabe deparando agradables sorpresas. Porque es más que evidente que Noé va a lo que va, tanto como que no deja de ser una suerte de crónicas narnianas para adultos. Pero excepto alérgicos irracionales a todo lo que huela a religión (esto va sobre el arca de Noé, sorpresa; quien se irrite con una alegoría personificada en una paloma blanca o un rayo de luz no sabe dónde se mete), el espectador puede estar tranquilo: por lo menos, esta película no va a ser una más.

De hecho, tan habitual acaba siendo encontrar en el film infinidad de personalísimas (¡y arriesgadas!) marcas de autor, como natural el descubrir lo rápido que se aleja de la historia más o menos conocida por todos para llevarse a unos terrenos infinitamente más estimulantes (y no me refiero a los gigantes parlanchines de piedra): al final, al de Cisne negro lo que le importa es su protagonista, y de su protagonista el tremebundo conflicto interior por el que pasa cuando se ve arrastrado a cumplir tamaña obra. Tamaño acto de fe. Y es que sí, sobre el papel esto es un vehículo para la promulgación de los valores cristianos, pero durante algo así como el 90% del metraje (es inevitable toparse con el discurso de redención, de lo contrario estaríamos hablando ya de aquél herético suicidio aronofskyano) es la fe la mala de la película. Un muy ajustado Crowe personifica en su aspecto cambiante y su mirada en constante oscurecimiento la obsesión de un loco, un ciego (cegado, más bien) que en no pocas ocasiones intercambia roles con el antagonista (Ray Winstone, heraldo del raciocinio a la par que capitoste de la sociedad pecaminosa que está por recibir su merecido; de haber sido tratada con mayor mimo, dicha némesis hubiera acabado alistando para su ejército a toda la platea). Como Jack y Locke. Como La última tentación de Cristo. Y en medio de todo ello un gladiator que a veces, más que interpretar a un personaje bíblico, parecería estar contando su vida a corazón abierto: su auge, su caída (hasta llega a cantar en una escena), y la desesperada búsqueda del perdón. De nuevo, esto no va sobre grandes gestas o fantasiosos cuentos aleccionadores. Va sobre una persona tremendamente atormentada, un discurso tan pequeño como para poder extrapolarse a las vivencias de cualquiera.

Ni que decir tiene que ni Aronofsky es capaz de escapar completamente de la mirada de Dios y aquí y allá aparecen moralejas dignas de un La vida de Pi pasado de rosca, que le restan fuerza de impacto a la bomba que ha preparado el de Pi, fe en el caos (contrarrestando y de qué manera la sensación no-tan-soterrada de estar tomándole el pelo a la historia misma en que se basa). Del mismo modo, Noé no está exenta de problemas en forma de desigualdades rítmicas, personajes secundarios algo desdibujados, cierto exceso de fundidos a negro, y sobre todo de la exigencia de que el espectador entre en un juego nada sencillo, a caballo entre la parodia de serie B y la trascendencia propia de un relato bíblico, que sin embargo tira de locuras que harían las delicias de Michael Bay. No es una película perfecta. Pero allá donde cualquier otro se hubiera contentado con hinchar los minutos más adrenalínicos en detrimento de todo atisbo de evolución dramática, vomitando efectos digitales a cada escena y haciendo de los pasajes pausados un mero trámite, Aronofsky ha hecho todo lo contrario: ha enarbolado un drama profundo e intimista, tan bien desarrollado que es el propio espectador quien, cuando se topa ante escenas de acción (muy contenidas, por su parte; algunos dirán que desaprovechadas), desea que acaben rápido para saber más de la atribulada psique de un fanático obcecado.

Si además el director y co-guionista ha sido capaz de sazonar el resultado con una mano reconocible (esas persecuciones a los personajes desde su cogote) y atrevida, propia de un autor jamás protagonista pero siempre presente; si además ha sido capaz de regalarnos destellos tan brillantes (sigo pensando en la escena que comentábamos al principio, pero hay muchos detalles más que acercan Noé al cine europeo de hace unas décadas, juegos de montaje exquisitos…) para confirmar que «blockbuster» y «buen cine» no son necesariamente términos excluyentes; y si además ha sido capaz de recuperar la mejor versión de un Russell Crowe necesitado de un papel tan gigante en todos los sentidos… Bueno, que me perdonen los más fanáticos, pero el resultado le ha salido divinamente bien. Noé es de aquellas que o se aman o se odian, y eso ya es mucho más de lo que cualquier otro revienta-taquillas pueda decir.
7,5/10

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. Puees… no pretendía verla, porque a mí las propuestas épico-bíblicas no me van demasiado, pero vista ayer, de forma inesperada y en una sala bastante llena, previa invitación, he de decir que me gustó bastante, pero también me generó diversos peros. Eso sí, creo que no es adecuada para aquellos que sean muy cerrados de mente en materia religiosa, porque esto casi parece El Señor de los Anillos (esos gigantes de piedra parlantes recuerdan a los Ents), mezclado con epopeya bíblica con detalles anacrónicos (esa careta de forja, las armaduras y armas, cierta escena de sombras chinescas…), por no hablar de que consigue mezclar con acierto ambas teorías creacionistas en el montaje de fotos fijas.

    Por lo demás, técnicamente me pareció brutal. Visualmente es perfecta, tiene una fotografía fría y extrañamente colorida y esos atrevimientos formales (cómo esa historia del Génesis con imágenes fijas superpuestas, en la que… no sé si fueron imaginaciones mías, ¿¿aparecen soldados de la II Guerra Mundial cuando aparecen las sombras chinescas?), le dan un plus.

    Eso sí, cuando la cosa empieza a ponerse radical (el personaje de Crowe, que está perfecto, evoluciona muy rápido de salvador de la humanidad a brazo ejecutor de la voluntad del Creador en plan fanático mode on), empezó a parecerme todo un poco ida de olla con esas frases estilo "en cuánto nazca tu hijo, sea niño o niña, le cortaré el cuello". ¡Toma! Ahí, sin zarandajas! Pues ahí empecé a pensar en cómo habíamos llegado a eso y dónde degeneraría. Al final todo queda un poco en que siempre éstas cosas se reducen a pruebas de fe y que cómo decía Homer Simpson, el alcohol, es causa y a la vez solución de todos los problemas de la vida. Y a todo ésto, una duda… ¿la película iba de religión o era una especie de alegato ecologista sobre que el problema del planeta somos nosotros y si queremos que la tierra perdure tenemos que eliminarnos de la ecuación? A ver si le mando un tweet a Aronofsky para que me saque de dudas XD.

    En definitiva, que me pareció técnicamente perfecta, con un reparto sobresaliente, y muy entretenida si se toma como un blockbuster de autor.

    PD. Es la tercera vez que veo a gente irse de la sala a mitad de proyección. Solo me había ocurrido en "Sweeney Todd" y en "Sherlock Holmes", que, de hecho, me parecieron también bastante buenas.

    Un abrazo!

  2. Epa! Qué cojones?! Acabo de ver este comentario. Ahora, 22 días después. No sé qué puñetas hace mi bandeja de entrada o qué.

    Juas, en verdad muchas de las cosas que doces no dejan de ser una confirmación de lo que digo yo, con la excepción de que a mí esa vertiginosa evolución del "héroe" sí me moló precisamente porque casi que me la tomé más como una crítica a la religión que otra cosa (y eso siempre mola). Eso, y que apuesto a que en breve sale una versión extendida con tropecientos minutos de metraje.

    Que si es ecologista la peli? No no no no no. O sea, que el malo sea el malo porque se come una serpiente? No no no, qué cosas tienes ;)

    Abrazo back, y disculpa todo este tiempo de silencio!!

  3. Me resultó muy mala, lenta y por momentos ostentosa. Los efectos visuales no fueron su fuerte y son por demás pobres. Por cuanto a la historia, la mística, leyenda e interpretación de viejos relatos biblicos, son aún mas mistificados por el autor, quitándole lo 'macabro' o lo politicamente incorrecto, de acuerdo a lo que en la biblia se relata. Hay religones que consideran el relato del diluvio,como una alegoría, otras la toman al pie de la letra; bueno, creo que el que escribió el guion, no tenía muy en claro que postura tomar.

  4. yo creo que sí lo tiene claro: le da igual una postura que otra, puesto que lo que quiere contar la película es la historia de un hombre bajo la influencia. De algo. Llámese divino, o locura. A mí me pareció genial que no fuera un relato bíblico, después de todo, todo el mundo se sabe la historia "original" al dedillo…

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