Crítica de Nueva vida en Nueva York (Casse-tête chinois)

Nueva vida en Nueva York (Casse-tête chinois)

Cuántas hay, cada semana, prácticamente iguales. Cuántas comedias de personaje tienen un puntito dramático vinculado a la desdicha de su protagonista. Cuántas tienen ese tono a la vez grave y pelín aleccionador (arengas vitales de pacotilla), que sin embargo se camufla de un aura colorista y aparentemente distendida, casi como si de una fábula urbana se tratara. Cuántas se acompañan de esa banda sonora a medio camino entre alegre y socarrona, y emotiva y conductista. Cuántas tienen, en su inicio, a un escritor moderadamente falto de inspiración que rompe la cuarta pared y se pone a hablar de tú a tú con el espectador para demostrar que en realidad es megasuperbrillante, con su humor fino, o bien su salero en general… para acabar explicando sus desaventuras sentimentales. Cuántas tardan menos que cero en confundir la originalidad al servicio de la historia, con una imperiosa necesidad de convertirse en lo más original y surrealista visto hasta la fecha, incluyendo montajes extraños, escenas absurdas (lo de la masturbación…), etcétera, para luego avanzar, argumentalmente, a base de clichés y lugares comunes. Y cuántas aprovechan la excusa de hacer una película para que su equipo pueda pegarse el viaje padre.

Nueva vida en Nueva York viene a ser la tercera entrega de esa inesperada saga que conforman Una casa de locos y Las muñecas rusas. Ahora toca, pues, irse a la gran manzana a contar entre múltiples idiomas la nueva etapa de Xavier (Romain Duris otra vez), quien ve cómo su mujer coge a sus hijos y se larga a recuperar su vida allende el océano. A recuperarla tocan; o más bien a encontrarse a sí mismo. Y de paso, a seguir escribiendo, a quedar con antiguos conocidos… lo dicho en el párrafo anterior: a pasar por los mismos raíles vistos una y mil veces tanto argumental como formalmente. De modo que con tal de no cortarse las venas cinéfilas, toca detenerse en detalles, traducidos en las pequeñas fugas hacia lo inesperado: personajes que a veces descubren alguna pincelada más interesante de lo esperado (la relación entre Duris y la Tautou); algún giro algo más sorprendente de lo habitual, algún toque surrealista (en ocasiones cayendo en el exceso, por otra parte)… fruto de la indudable pericia de un Cédric Klapisch (director y guionista de nuevo) experto en materia y por lo tanto, puntualmente por encima de la media.

Puntualmente, y es que la tibieza general es constante. Se agradecen esas salidas un tanto más frescas, pero en cuanto desaparecen el ladrillo cae cual losa. Y poco a poco lo van haciendo en pos de un devenir que sí, es sutil, es humano y apuesta por la lógica; pero significa la caída en la trampa de un ritmo lento y meloso, en una película que si se acaba siguiendo es por mera inercia. Fórmula, efectos y sensaciones que, en verdad, ya se desgranaban de Una casa de locos. Y es que me da que, a la postre, a los fans de la saga será a quienes realmente convenza una película que para el resto de mortales significará tan sólo una más. La enésima comedia romántica francesa con su punto de drama, su punto de pretencioso y su aroma tan distinguido como olvidable. Tanto, como cualquier otra comedia que incluya escritores hablando en voz en off, viajes al extranjero, Audrey Tautous, y moraleja de andar por casa. Demonios, si es que hasta en su intento de convertirse en comedia clásica neoyorquina sin salirse de la denominación de origen gala, recordaría a nuestra La vida inesperada, cuya presencia en carteleras es tan reciente que de seguro implicará más de una confusión en la memoria del público (en caso de que alguna de las dos llegue a instalarse en ella, probabilidad altamente dudosa). Falta decidir si es mejor o peor que cualquier otro de los innumerables ejemplos que pululan por ahí; pero un servidor ya está harto de jugar a esta liga de fotocopias, así que allá cada cual.
5/10

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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