Crítica de Objetivo Terrum

Con muchísimo retraso nos llega esta «Objetivo Terrum», que tres años después de su estreno en sus tierras natales se deja ver finalmente por nuestras carteleras. Que nadie se espere un «desgraciadamente», o una diatriba contra las distribuidoras. No en este caso por lo menos, porque «Objetivo Terrum» se lo ha ganado a pulso: ha tardado mucho, sí, pero se lo tiene bien merecido.
Y luego, encima, la cosa del restraso juega aún más en su contra. Y poco importa que la concepción del invento se remonte a aún antes (la idea germinaba en un corto del director Aristomenis Tsirbas concebido en 2003), que entre medio ha pasado algo muy gordo. Más específicamente dos acontecimientos: uno llamado «Wall·E«, el otro conocido como «Avatar«.
Y repito, aun siendo difuso el momento en que una idea pega el chispazo en la mente de un creador, ver «Objetivo Terrum» después de sendos pelotazos mundiales genera una frustración algo despesperante: todo eso ya lo has visto antes, y mucho mejor. Una lástima por el pobre Tsirbas, pero, no sé, igual debería haber mostrado más anticipación.
Al turrón: «Objetivo Terrum» es algo así como una fábula moral sobre la perfidia humana y cómo sus anhelos latentes de (auto)destrucción puede llegar a llevarse por delante todo lo que encuentran. La historia se centra en Terra, un pacífico planeta que recibe la visita de humanos hostiles empecinados en conquistarlo para terraformarlo, uséase, convertirlo en una especie de Tierra-colonia para su uso y disfrute propio. Si se consigue tan hijoputesco objetivo, todos los seres de Terra morirán sin remedio, incapaces de respirar nuestro preciado oxigeno.
Yadda yadda: cae un humano en una contienda, es auxiliado por un (¿una?) terriense, él descubre que estos son pobres inocentes e intenta convencer a sus congéneres humanos de ello.
Como suena. Muy, muy soft, amigos. Ver «Objetivo Terrum» se limita a apoyar a un joven talento (o así: el canadiense Tsirbas) que opera al margen de los grandes mamotretos empresariales en el negocio de la animación. Y ya está. Que nadie se meta en una sala esperando encontrar emoción, aventuras nunca vistas, imaginación desbordada, novedad, ingenio. Ni mucho menos. Lo que Tsirbas nos depara es algo como un proyecto de final de carrera de lujo, con unas voces que conforman un reparto de campanillas (y aun así Danny Glover, Dennis Quaid, Luke Wilson, Evan Rachel Wood, Brian Cox, Amanda Peet o Justin Long no dan, ni de lejos, lo mejor de sí mismos) y toneladas de material de reciclaje.
Quitadle a «Objetivo Terrum» montones de elementos ripeados directamente del universo «Star Wars» (con look de «Las Guerras Clon» incluído), imageniería space-operística reciente, paisajes y ambientes tipificados, un deje Ghibli (esos ingenios y criaturas voladores) y ¿qué quedará? Pues, además de una hora y pico de aburrimiento a voluntad del espectador (alguien habrá que se lo pase más o menos bien), un trabajo argumental endeble y un apartado técnico de lo más chichinábico.
Porque de lo primero, nos encontramos con una historia simple, demasiado, narrada infinidad de veces y revestida de un mensaje moral excesivamente naïf, recurrente y que incluye recursos que ya son topicazos: el demoledor avance destructivo del ser humano (que, sin embargo, puede albergar sentimientos), el valor del ecologismo y la posibilidad de la convivencia pacífica. Y así. A añadir una construcción psicológica de personajes inexistente que no contempla la caracterización, por no decir ya una mínima evolución psicológica. Más un sentido del espectáculo comatoso, narcótico, donde no cabe la aventura ni un espíritu audaz.
De lo segundo, el nivel técnico, hay una animación de dudosísima calidad, indigna para los tiempos que corren (el efecto de movimiento es macarrónico, las texturas están tratadas con torpeza). Y un diseño de personajes personajes y criaturas muy poco atractivo: esos renacuajos flotantes es de lo más anticarismático visto en eones. Los humanos, absolutamente anodinos, se distinguen unos de otros por las voces y por binomios de características: hombre/mujer, joven/viejo, con pelo/sin pelo.
Todo, imágenes sin auténtica emoción, sin vida, construidas con pixels muertos.
En el platillo «elementos positivos», vale, hay que concederle algún que otro acierto visual y de atmósfera (especialmente en el diseño de algún decorado) y que, aunque el clímax llega por decreto, para cumplimentar el formulario correspondiente, este tiene cierta enjundia visual y un ritmo algo más decente.

Pero son un par de virtudes aisladas. Porque el resto es una serie de despropósitos que, en el fondo, no serían tan desastrosos de no renquear «Objetivo Terrum» de una importantísima pierna: no hay en esta película ni una miserable secuencia humorística. Ni un gag, ni una situación cómica, ni un momento de distensión simpática. Afirman con insistencia Los Que Saben De Ello, que en la sociedad esta nuestra se está dando una catastrófica crisis de valores en la que el hedonismo se está comiendo el terreno que antes ocupaba la espiritualidad fundamentada en los valores del compromiso, el sacrificio y demás intangibilidades del alma.
«Objetivo Terrum», contribuye a mandar al garete semejante afirmación, todo frialdad, seriedad y falsa trascendencia, olvidando por completo la emoción infantil, la diversión desprejuiciada y cualquier espíritu lúdico. Desastre absoluto: ya nadie se acuerda de los niños, ni siquiera cuando son ellos el público potencial.
Así las cosas, «Objetivo Terrum» es tan floja, tan anecdótica y tan definitivamente modesta en todos sus aspectos que hasta hace buena «Planet 51«. Pero tranquilos, que en dos semanas ya nadie recordará nada, porque esto no es más que puro relleno de cebollas y ciruelas pochas para el pavo que es la cartelera vacacional.
Para esto mejor id a ver «Toy Story 3» otra vez.

3’5/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Es una pena, porque a priori parecía una película bastante interesante..

    Se agradece la crítica.

    Felicidades por el buen nivel del blog!!

    Un saludo desde Espacio Galáctico.

  2. sí? no sé, a mí siempre me ha dado muy mala espina, así que suspiré aliviado cuando la vio mi compañero Bluto ;)

    Gracias por el piropo, luego nos damos un garbeo por el tuyo!

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