Crítica de Oink (Knor)
Holanda es un país muy suyo: sus habitantes son ávidos comedores de hamburguesas y salchichas, y a la vez hay una corriente vegetariana cada vez más extendida. También es una gente que entiende la unidad familiar de manera algo diferente a la nuestra. Y si en Oink se nos dice que hay un concurso anual para proclamar al rey de la salchicha… sí, será la ficción de una película de animación, pero encaja perfectamente. En semejante marco, entre medio de bicicletas, casitas de ladrillos y escuelas para cachorros, una familia de vegetarianos recibe la visita de un abuelo a quien creían perdido por los Estados Unidos. Casualmente, el hombre regresa a casa a falta de poco tiempo para que se dé el concurso de las salchichas; un hombre que va cantando cancioncillas por casa, algo así como «qué buenas están las salchichas de carne de cerdo». Y casualmente, le regala a su nieta un lechón para su cumpleaños; un lechón al que alimenta mucho y al que pesa cada día.
Poco más de hora y 10 necesita Mascha Halberstad para adaptar a la gran pantalla, por vía de la animación en stop motion, el cuento infantil homónimo de Tosca Menten. Con todo lo expuesto en el párrafo anterior, la directora propone una película del costumbrismo holandés (o algo) sobre, por un lado, el reencuentro familiar, la comunicación en los fueros internos de la misma, y la amistad. Y en este sentido, calienta corazones con lo entrañable de sus personajes, tanto por sus personalidades como por la propia caracterización y ¿plasticidad? de los mismos. Pero Oink también habla, por otro lado, de la humanidad a niveles globales, y por aquí ofusca conciencias en relación, claro, al consumo de carne. Se trata de un alegato en contra de la matanza de animales que, durante al menos buena parte de su escueto metraje, impacta mucho más que ciertos documentales mucho más aprensivos y escandalosos.
Lástima que el clímax se desvíe más de la cuenta hacia la aventura y la comedia de situación. Imagino que el público más peque agradecerá el jolgorio final, que de hecho es realmente divertido; pero aligera las cargas morales de un discurso que se estaba llevando por delante, incluso, los valores de la familia en pos de la salvación de un cerdito. Hasta el punto de no quedar del todo claro a qué público va realmente destinada esta Oink que finalmente no se moja: es para que la disfruten adultos y retoños por igual, lanzando mensajes para ambos bandos de manera lo suficientemente sabia como para que no desentonen lo más mínimo. Si acaso, su único problema pasa por un exceso de chistes de caca y pedos: tres o cuatro flatulencias menos le hubieran sentado de maravilla a esta, en cualquier caso, agradabilísima, pequeñísima sorpresa animada cuyo visionado debería ser impuesto en colegios, sí… pero más en las reuniones de padres que en las aulas.
Trailer de Oink
Oink: el cerdito valiente
Por qué ver oink
Pequeñita película de animación con moralejas esperadas pero desarrolladas con frescura y originalidad, convirtiéndose en una propuesta adorable tanto para pequeños como para adultos, quienes encontrarán más de una sorpresa. Divertida, emocionante y, a la postre, inolvidable.