Crítica de El origen de los guardianes (Rise of the Guardians)
Finalmente y tras varios años de titubeos parece que la división animada de DreamWorks ha terminado encontrando su lugar de estabilidad. Hasta hace poco, la gran mayoría de sus películas eran fusiladas con saña y toda la justicia del mundo por una crítica que ya se había malacostumbrado a los nivelones de excelencia de una Pixar en crecimiento perpetuo y geométrico. Pero es cierto que por un lado Pixar ha tenido algún (relativo) tropezón reciente, y que Cómo entrenar a tu dragón supuso para la productora de Shrek un huracán de aire fresco que se tradujo en lo que a día de hoy sigue siendo, en términos absolutos, su mejor producto. Un highlight que, además, abrió la puerta a un nivel de exigencia más elevado. A resultas de ello, los tipos de DreamWorks han subido medio peldaño sus rendimientos y desde entonces han logrado incluso entregar un peliculón en forma de tercera entrega de una saga, la de Madagascar, que parecía herida de muerte en inspiración desde su mismo nacimiento.
Ahora, con las cartas mejor jugadas, llega esta El origen de los guardianes que viene a confirmar el cambio: el peso conceptual es mayor (parte de una serie de libros ilustrados infantiles creada por William Joyce, guionista de la película), el enfoque humorístico más universal y menos pasajero (ya no se pretende echar mano de la cinefagia más frugal y parodiar todo lo parodiable) y las capacidades técnicas ya aparecen mucho más desarrolladas. A resultas de todo ello, la película se presenta a priori como un producto competente, sólido y bien acabado. A priori. Porque no todo cuadra tanto en el resultado final.
Y es que si bien su concepto del gag es menos coyuntural también es cierto que El origen de los guardianes parece concebida para captar sin condiciones al público joven de aquí y ahora apelando a su propio ideario iconográfico y estético. En otras palabras, la película parte de unos preceptos muy globales (Santa Claus, el Conejo de Pascua, el Hada de los Dientes y El Hombre de los Sueños forman un dream team en lucha mefistofélica contra el Coco), pero busca la identificación emo, el guiño de afectación adolescente, especialmente a través de un Jack Frost descaradamente enfocado a reflejar el dudoso cánon de belleza escuchimizada del hecho stepheniemeyeriano. Y que por consiguiente termina resultando repelente y antipático, envuelto en un halo de pesadumbre sombría y épica oscura con un referente claro en la evolución a lo lúgubre de las últimas películas de la serie de Harry Potter. No es lo único, y ni siquiera es lo predominante, porque esto tiene más personalidades y todas ellas se esfuerzan en caer bien. En su vocación de nuevo giro a las tradiciones, Pesadilla antes de navidad vuelve a asomar el hocico e incluso la reciente Arthur Christmas podría actuar como referente directo, bastante más fresco y ágil que la de DreamWorks, que pretende tener una base sólida a partir de la cual convertirse en una aventura enfebrecida y en una comedia de acción que pretende no dar respiro.
El problema es justo ese. Un exceso de pretensiones no siempre fundamentadas. La película se esfuerza demasiado en caer bien, en ser más guay, en resultar ágil, trepidante, divertida y moderna, en caer más simpática y ser más actual que sus competidoras; y en cierto modo lo logra. Pero no siempre. A menudo su guión cabecea sin demasiada visión de conjunto. Son demasiados los momentos en los que la cosa parece más una sucesión de set-pieces pensadas para epatar que de hilvanar un gran plan narrativo global. Sospecho que porque, en el fondo, lo que pretende contar es de una simplicidad aplastante. Pero en cualquier caso sus rocambolescos movimientos de plano y sus complejas planificaciones esconden con eficacia ese presunto vacío en un torbellino más espástico que trepidante.
Porque, sí es cierto, el virtuosismo es notable. La calidad de la animación y el uso de la imagen estereoscópica vuela a cotas elevadas (incluso demasiado en el caso del inquietantemente hiperexpresivo Frost), la iluminación está lograda y el diseño de algunos personajes y localizaciones es bastante interesante (mención especial para esa madriguera del Conejo de Pascua y su superpoblación de huevos, o incluso la breve aparición de la guarida escheriana del Coco). Pero al cabo, el grueso de personajes es poco carismático, o potencialmente carismáticos pero desaprovechados en última instancia. Sirva como ejemplo ese desangelado y conceptualmente minúsculo villano.
Al final queda una película de animación potable y moderadamente solvente que sin embargo termina operando a un perfil más bajo de lo esperable. Será por la presentación poco novedosa de su discurso de manual relacionado con la maduración, la autoaceptación y el triunfo del elegido. Por sus reflexiones poco chichudas sobre las ilusiones, los sueños y la magia de la fe o por su estética de cuento que pretende reubicar unos valores tradicionalistas en el mundo hipertecnificado del siglo XXI. Pero el caso es que El origen de los guardianes, tras el sometimiento a un análisis mínimamente crítico, termina cayendo bastante mal.
6’5/10
Muy buena critica!! la verdad que la peli no tiene mala pinta aunque despues de leer la critica voy viendo de que pie cojea… de todos modos a ver si consigo convencer a los niños increibles para verla mientras yo me escapo de una vez a ver Argo!!!! xD
Thanx, Lastie! :D
A ver, a pesar de todo no es una peli indigna, y creo que los chavales hasta puyeden disfrutarla.
Pero ojo, si los tuyos fueran un pelín mayores casi te diría que los metieras en Argo, que siendo como (creo que) son de espabilados fijo que la disfrutan lo suyo!
Nah, casi esperarse unos añitos…
Ya nos contarás!