Crítica de La oveja Shaun: La película (Shaun the Sheep: The Movie)
El estudio de animación británico Aardman ya nos había alegrado con anteriores producciones de plastilina y montadas en stop-motion como Wallace & Gromit o Chicken Run. Películas que además de ser un hermoso canto a la exquisitez de lo artesanal, además de proporcionarnos una riqueza plástica extraordinaria, también son agudísimas narraciones de humor y de sensibilidad poética que se aleja de la que domina en la mayoría de industriales producciones globalizadas. Sus largometrajes hablan de lo doméstico y lo cotidiano, fábulas modernas con distintos niveles de lectura que pueden seducir a un público de todas las edades.
La oveja Shaun es un personaje que surgió del cortometraje A Close Shave protagonizado por Wallace y Gromit, y que, tras muchos años triunfando con una serie televisiva, ha dado el salto al cine con La oveja Shaun: la película.
Ver La oveja Shaun en una sala atestada de niños riéndose a carcajada limpia de sus gags mudos, de humor blanco, es una experiencia que se podría clasificar casi de redención. La ausencia de efectos especiales impresionantes y de complejas tecnologías, que a menudo no están al servicio del cine sino que parecen ser obligatorias, permite reconciliarse con un tipo de cine que se alza como homenaje al cine de los inicios, una vuelta a los orígenes sin resultar por ello una película anticuada. Al contrario, La oveja Shaun es una película moderna, introduce incluso numerosos guiños precisamente a la modernidad. Su humor enteramente visual, sin la presencia de diálogos ni palabras entendibles, es claramente heredero del slapstick, de las comedias de Keaton y Chaplin.
Es cierto que esta película resulta más infantil que las predecesoras del mismo estudio. La trama es más blanda que, por ejemplo, la de Chicken Run y la ausencia de diálogos suaviza la acidez verbal a la que nos tenían acostumbrados. Pero que nadie se equivoque, ésta no es una aburrida película para niños. Es posible encontrar en ella numerosas referencias cinéfilas y culturales que pueden hacer divertir cantidad a un público más adulto: Taxi Driver, Breaking Bad, Lobezno, Hannibal Lecter, The Beatles… están ahí si quieres encontrarlos.
En las salas de cine comerciales, antes de la proyección suelen pasar tráilers de películas susceptibles de seducir al público que ha pagado entrada para el film que se proyecta. En este caso, se proyectaban tráilers de películas de animación para público infantil. Equivocación, pues como hemos mencionado antes, no es sólo un público infantil el que puede disfrutar las películas de Aardman. Y todavía más equivocación, puesto que estos tráilers sugerían películas industriales, que perpetúan los valores comerciales por encima de cualquier otra voluntad de expresión.
Reírse de un pastel en la cara, reírse con el ingenio surrealista para salir de situaciones absurdas, reírse con disfraces que pasan absurdamente desapercibidos… Se reían los primeros espectadores del cine, se ríen los niños, y nos seguimos riendo todos de comprobar que el poder del cine ingenuo y sencillo sigue intacto.
7/10