Crítica de Palm Springs
Mirad, doy por imposible escribir esto sin hablar del gimmick narrativo que mueve toda la trama de Palm Springs, el debut en largo del californiano Max Barbakow. La coña, claro está, radica en que la película empieza pareciendo algo – la enésima comedieta romántica indie americana- que pronto se revela que no es. Y llevarse la sorpresa es parte de la gracia del asunto. Así que entenderé que alguien quiera dejar de leer estas líneas, pero yo así no puedo trabajar. Con el secretismo y el eufemismo permanentes bufándome en la nuca. No va a haber manera. De modo que dejo unos momentos de reflexión
y lo suelto ya: esto es otra película de día de la marmota. A pesar de que de un inicio tiene todos esos mimbres de, sí, enésima comedieta romántica indie americana -tono desenfadado, parejita mona, tal- pronto salta la liebre: tras una noche ajetreada en una boda, y su posterior intento de polvo, la mañana siguiente resetea por completo el día. Classic timeloop shit. La novedad es que el protagonista, por primera vez, no está solo. Su ligue de la última iteración ha trascendido con él, se ha colado con él en el rinse and repeat. Ahora son dos los que viven un bucle temporal infinito. La cosa empieza a pintar a comedieta romántica indie americana… con giro cuántico.
Y tampoco es que en ese planteamiento nada deba llamarnos la atención por concepto. Los tenemos bastante pelados ya de ver este tipo de mezclas fantacientíficas con pareja simpática y, en fin, Atrapado en el tiempo ya es un clásico entre clásicos. Pero de algún modo Palm Springs se las maneja para parecer bastante, bastante fresquita. Primero, por su descaro (el protagonista le suelta a su compañera «pues nada, ahora estás metida en una de esas movidas de bucle infinito, ya sabes») y segundo por su irresistible desparpajo y abierta tontunidad, en virtud de los cuales algunos sucesos de la trama no tienen ni puñetero sentido… pero bueno, las risas.
A lo primero responde un guión muy cerradito, muy redondo, conciso y seguro de sí mismo pero totalmente desenfadado, bufo, estructuralmente excitante y tirando a negruzco en su vis cómica. Respecto a lo segundo, el goofyness general, Andy Samberg y Cristin Milioti se aseguran de que la cosa vaya por sus adecuados cauces de calculada bobez. A su irresistible relación le debe la película gran parte de su éxito: no descubrimos nada si decimos que Samberg es un actor de recursos limitados, pero es un enorme cómico y la mejor persona a este lado de SNL. Pero es que no está solo. Milioti vuela a su altura, o quizá a una aún mayor, y se asegura de, por lo menos, aportar las mismas dosis de calidez y carisma. El resultado, pura química. Y la foto general, aún más relevante de lo que podríamos pensar.
Y es que Palm Springs es bastante más profunda que cualquier producto más o menos enfocado a un público que se las da de nerdy porque los viernes se pone una camiseta desvaída de Regreso al futuro para ir a la oficina. Como debería pedírseles por género, tono y referentes Barbakow y su coguionista Andy Siara hablan, en el fondo y bajo su tonelada de millennialismo geek, de evitar la soledad, de sobreponerse a la rutina, de estar encadenado a los errores de la vida, de resignarse ante la inevitabilidad del destino… Pero además añaden nuevos temas a esos que ya apuntaba la seminal obra maestra de Harold Ramis: el miedo al compromiso, el montarse una vida adulta o el plantearse pasar una eternidad junto a otra persona, la misma día tras día.
O sea que no. Palm Springs no es otra estúpida comedia romántica indie americana con giro cuántico. O bueno, sí lo es, pero tan ingeniosa, divertida, compacta y tierna que uno termina por olvidar de una vez la maldita tonadilla irritante de Sonny & Cher para empezarse a plantear cómo viviría una vida que empieza cada día igual, con una relajante piscina y un mojito al sol. Y eso, en un mundo de incertidumbres en el que Jack Black es blanco, Neil Young es viejo y no sabemos si mañana podremos salir siquiera de casa, no es poca cosa precisamente.
Trailer de Palm Springs
Reseña de Palm Springs
Motivos para ver Palm Springs en bucle
Casi un spoof de Atrapado en el tiempo, o quizá su remake apócrifo para la generación millennial, Palm Springs funciona gracias a su gracia, desparpajo y el desproporcionado tamaño de la jeta de todos sus responsables.