Crítica de Para pasar un buen rato, llama… (For a Good Time, Call…)
Aprovechando el tirón de la nueva comedia americana, se estrenaba hace algunos meses y con más pena que gloria por pantallas estadounidenses Para pasar un buen rato, llama…, debut en la dirección del cortometrajista Jamie Travis, sobre dos chicas que acaban viéndose obligadas a compartir piso, si bien no se traguen la una a la otra. La primera (Lauren Miller) debe abandonar su apartamento actual después de que su pareja se largue a Italia, y la segunda (Ari Graynor, Rachel en Fringe) necesita encontrar compañero de piso con quien compartir gastos, con tal de no perder su casa. Las tensiones iniciales son más que evidentes, pero se relajan rápidamente cuando la nueva inquilina descubre a qué se dedica la dueña del piso: operadora de una línea caliente. Negocio explotable, que además las ayudará a ir estrechando lazos, construyendo una amistad con la que ir haciendo frente a las adversidades que les pueda presentar la vida, qué sé yo, una oferta de trabajo, un posible noviete… Es la misma historia de siempre, en definitiva: mismos valores a ensalzar, mismas situaciones por las que pasar. La única diferencia es el gimmick en cuestión, a priori rompedor y picantón… de no ser porque hace nada Seth Rogen y Elizabeth Banks ya tiraron de recurso rompedor y picantón hace nada con ¿Hacemos una porno? para contar más o menos lo mismo.
Es uno de los dos males principales de la que nos ocupa. La sensación de que todo se ha visto ya en demasiadas ocasiones, y alguna de ellas demasiado reciente. Hablábamos de la de Kevin Smith como referente actual absoluto de comedia con excusa subida de tono para ir a parar a unos valores mucho más conservadores, pero se puede ir más allá: las dos protagonistas principales, y el grupo de secundarios por el que se rodean, tienen demasiados puntos en común con Lena Dunham y compañía, y si bien sea injusto hablar de parecidos sospechosamente similares tratándose de propuestas parejas en el tiempo (por más que la Dunham le deba buena parte del éxito a Judd Apatow, quien sí lleva varios años en materia), ciertamente Girls y Para pasar un buen rato, llama… se parecen. Se parecen tanto en la caracterización de los personajes (lo de Justin Long versus Andrew Rannells es demasiado evidente), como en muchas de sus salidas hacia el humor ya sea vía diálogos con chispa pretendidamente smart, como con alguna situación de ridículo ajeno, o directamente la explicitud de su guión, que no se arruga al hablar abiertamente de sexo desde el punto de vista de dos amigas en la intimidad.
Sólo que aquí se da uno de bruces con el segundo gran mal que arrastra la cinta de Travis: que a nivel de humor, la verdad, es muy justita. Pasada la sorpresa inicial (relativa) de que se hable de sexo de manera constante, salgan en pantalla diversos juguetes sexuales y se trate con toda naturalidad el tema moderadamente tabú de las llamadas eróticas, todo se torna anodino, alegre de espíritu pero poco más. Ninguna de las dos sobreactuadas protagonistas consigue acabar de resultar genuinamente divertida, como sí lo son Tina Fey, a quien citan de pasada, Seth Rogen, que se reserva un cameo que sin ser ninguna maravilla, acaba siendo lo más gracioso de la cinta, o el propio Long, demasiado secundario. Y por su parte, tampoco es que el guión depare ninguna salida de tiesto, ninguna sorpresa hilarante. Más bien al contrario: no ocurre nada que se salga de los habituales lugares comunes (el chico que llama pero por estar enamorado de una de ellas, la oferta de trabajo que nada tiene que ver con las líneas calientes, la presencia de los padres conservadores, el enfado cuando parece que el negocio va mejor que nunca…); de hecho, en realidad no ocurre mucho nada a secas. Pensando en otras propuestas similares, es difícil no caer también en la serie Dos chicas sin blanca, que como la película tratada, cuenta con tantos clichés como para recurrir incluso a las risas enlatadas. En ambos casos son dos protagonistas femeninas, y en ambos casos comparten piso por obligaciones económicas, se montan un negocio juntas, y hablan de sexo abierta y casi soezmente. Sólo que en la serie sí se acaba saliendo de los sempiternos raíles del humor blanco y con mensaje; sí se escuchan líneas de diálogos realmente pasados de rosca y sí se dan situaciones inesperadas como respuesta a los lugares comunes que adquieren, de este modo, un significado casi posmoderno.
Nada de ello ocurre en la muy regulera Para pasar un buen rato, llama…, que justifica sobradamente su lanzamiento directo a vídeo en nuestro país. Y vista desde esta perspectiva sí, claro, puede caer algo más en gracia. Puede agradecerse la credibilidad física (que no interpretativa) de sus dos actrices, mujeres reales de belleza más implícita que de costumbre. Puede que se miren con otros ojos sus gags más logrados, y que por consiguiente alguno de ellos acabe cuajando (la visita de los padres a la casa plagada de penes gigantes de plástico, o el juego de palabras final en versión original, por ejemplo). Qué demonios, aceptando sus limitaciones, rebajando ostensiblemente el ánimo hasta situarlo en la órbita de las ventas directas y películas de sobremesa, es posible que alguno de sus espectadores acabe hasta sintiendo algo de emoción en su clímax. Bien pensado, son poco más de 80 minutos los que requiere esta comedia, entre lo indie, lo romántico y lo posmo (pero sin acabar de ser nada ni de lo uno, de lo otro o lo de más allá) por lo que la sensación de pérdida de tiempo está ahí, pero limita su escozor. La verdad, para quien esto escribe nada de esto vale: ni engancha ni divierte. Pero allá cada cual.
4,5/10
Y en el Blu-Ray…
Universal Pictures distribuye en España Para pasar un buen rato, llama… y lo hace a sabiendas de su condición de fondo de catálogo. Aun gracias que incluye un apartado de extras, que ojo, no resulta nada desdeñable: cinco escenas eliminadas (unos cinco minutos en total) entre las que se pueden ver más gags. Uno de ellos, pelea de sables puede que sea el mejor de toda la cinta en general… Por lo demás, la presentación del Blu-Ray es la que toca: imagen muy depurada, de definición perfecta (y ojo, en formato Widescreen 2.35:1, como demostrando que sí, que originariamente esta sitcom se estrenó en cines), y audio en DTS-HD Master Audio 5.1 para la versión original, y DTS Digital Surround 5.1 para sus diversos doblajes: castellano, italiano, y alemán. Bien, casi incluso por encima de sus posibilidades…