Crítica de Para Sama
Una ciudad de Siria, en este caso Aleppo, muy afectada por el conflicto. Los habitantes que se quedan, intentan salvar lo que quede de humanidad en el lugar en todos los sentidos, incluyendo el mantenimiento de un hospital al que acuden decenas de heridos. Es la misma temática de siempre (porque tristemente es lo que está pasando más allá de nuestras fronteras), y de hecho este año hay dos documentales de idéntica sinopsis luchando por el Oscar. ¿Pero qué hace de Para Sama un producto imprescindible? ¿Qué la diferencia de The Cave (el otro título en cuestión, igualmente relevante por su contenido pero algo deficitario en su continente)? Principalmente dos cosas, a juicio de quien esto escribe al menos: el acercamiento tremendamente humano, durísimamente próximo al drama que se vive en esa ciudad; y el uso de un lenguaje cinematográfico en total sincronía con las nuevas fórmulas de expresión social, como es el videodiario en primera persona que perfectamente podría colgarse en stories de Instagram o similar.
Lo primero, esa sensación de proximidad brutal, se genera gracias a lo segundo, claro. Y es que lo último que los creadores de la película (Waad al-Kateab y Edward Watts) quieren tener en consideración, es el bienestar emocional del espectador. Lo que significa que Para Sama sólo se aleja de los acontecimientos, sólo nos permite «apartar la mirada», en dos o tres tomas aéreas, cargadas de mensaje por cierto. Por lo demás, es un crudo y casi palpable retrato de una pesadilla infinita, sin corte que valga. Por mucho que acuda uno concienciado a la sala, acabará inexorablemente tocado y hundido al comprobar, con todo detalle, hasta dónde es capaz de llegar el ser humano.
Pero es que además, este estilo videobloguero infiere un extra de empatía, como si no fuera suficiente ya su premisa: una chica con vocación periodista decide crear un videodiario para su hija, empezando antes incluso de que ella nazca, para que cuando crezca entienda por qué ha visto la luz en el infierno, por qué le ha tocado vivir un horror desde el primer minuto de su existencia. Sin que suene a banalización, más bien todo lo contrario, la periodista Waad Al-Kateab se convierte en una suerte de influencer, emulando soliloquios emocionales propios de este fenómeno voyeurista, para describir el pánico, la impotencia, la rabia… y las explosiones, la sangre, la muerte. Un ataque frontal al espectador, que habla el idioma que se habla a través de nuestros móviles, y abre así la puerta a un discurso de doble filo: Para Sama abraza las nuevas formas de comunicación (sólo falta la pantalla vertical) y supone un llamamiento a las nuevas generaciones más expositivo que nunca; y a su vez, muy probablemente, las nuevas generaciones ignoren totalmente esta película.
No deberían, porque Para Sama es un portento, consigue exactamente lo que se propone… Lo cual no es precisamente alentador. Nos sumerge en una pesadilla y no la embellece lo más mínimo, al contrario. Imágenes durísimas e incluso comprometidas para la protagonista (¿por qué sigues grabando, cómo puedes hacerlo?) acaban impresas en nuestras retinas y memoria, y no parecen tener intención alguna de desaparecer. Al menos, hasta que no acabe de una puta vez esta pesadilla. A lo mejor iría siendo hora de que todos hiciéramos algo. Algo más que darle (quizá) un Oscar a Para Sama, y apartar la mirada lo más rápido posible.
Trailer de Para Sama
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Devastador documento que refleja con todo lujo de detalles y emociones, los horrores por los que pasa la ciudad siria de Aleppo, en forma prácticamente de un videoblog. Duro, sí. Necesario, también.