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Crítica de París, Distrito 13

Más o menos cada año se van infiltrando en cartelera pequeñas subversiones fílmicas en forma de películas que, paradójicamente, pretenden todo lo contrario: relatos que vuelven a las tramas más esenciales (románticas o de desamor, qué hay más esencial que eso) para, simplemente, elaborar pequeños retratos de treintañeros perdidos en su propia maraña romántica o articular sistemas de personajes que se cruzan y se descruzan con naturalidad y sin alardes narrativos. La temporada 21-22 ha refrendado esta tendencia con pequeñas joyas como Las cosas que decimos, las cosas que hacemos o La peor persona del mundo, películas que observadas desde un prisma macro no cuentan nada nuevo pero que saben jugar (y vencer con) la carta del naturalismo, de la honestidad y del detalle emocional minucioso. Grandeza fílmica disfrazada de pequeños momentos cotidianos, casi descreídos en sus planteamientos.

Un poco vendría a ser el caso de París, Distrito 13, nuevo golpe de timón del casi impredecible Jacques Audiard que ahora decide, con ayuda inestimable de las coguionistas Céline Sciamma y Léa Mysius, adaptar tres relatos sueltos del comiquero Adrian Tomine. Unas “Escapada a Hawai”, “Triunfo y tragedia” y “Amber Sweet” -recogidas en los álbumes Rubia de verano e Intrusos– que, bajo sus manos, terminan cruzadas en un único relato natural en el que se encuentran cuatro personajes, tres chicas y un chico, todos ellos en busca de amor y sexo: Émilie, una trabajadora precaria que se enamora de Camille, su nuevo compañero de piso, que a su vez empieza a trabajar con Nora después de que esta sufra un percance social cuando es confundida con Amber, una musa sexual online. Y, como digo, a nivel de planteamiento poco se le puede añadir al asunto. Las historias se entretejen de manera orgánica en una narración que se va desplegando con sólido ritmo narrativo y empuje visual, ayudado esto último por una elegante fotografía en blanco y negro que, imagino, quiere guiñar a Philippe Garrel o… ¿quizá al Woody Allen de Manhattan?

El gran valor de la propuesta está, claro, en el enfoque de las relaciones afectivosexuales (abiertas, desprejuiciadas, libres) y, especialmente, en los detalles que lo enriquecen. En el enorme tacto que demuestran sus responsables creativos a la hora de retratar a sus personajes, sus dinámicas, sus cambios de humor y sus contradicciones internas. Son personajes creíbles, tridimensionales, que pueden partir de situaciones estereotípicas para sin embargo ir creciendo poco a poco dando ocasionales volantazos que parecen tener su motivación no tanto en las exigencias del guión como de una construcción psicológica rica e interesante. Representan todos ellos un estar de la clase media urbanita contemporánea que, obviamente, encuentra su razón de ser en los temas habituales: el trabajo, el compromiso afectivo, la imagen pública, la identidad sexual, los lazos familiares. Todos ellos empujan una narración con giros pero sin grandes revelaciones. Dicho de otra manera: con recursos narrativos interesantes pero sin artificios innecesarios. Natural y sin aditivos.

Por otro lado el Audiard realizador se muestra muy creativo. Se permite varias fugas preciosistas pero en todo momento demuestra un control de la escena y una precisión milimétricas… sin sacrificar un ápice de naturalidad en su manejo -de entrada aparentemente pretencioso- del blanco y negro. Sabe cuándo sostener un plano en un rostro, cómo fijarse en una sonrisa en el momento adecuado, cómo capturar la ternura desde un único ángulo de cámara, cómo capturar el erotismo sin desnaturalizarse, cómo transmitir la eterna espera, la incertidumbre vital en un encuadre aparentemente banal. Y sabe, obviamente, cómo sacar oro de un cuarteto interpretativo en el que, cumplen con creces Jehnny Beth y Makita Samba y brillan con especial potencia Lucie Zhang y Noémie Merlant. Junto a los propios Sciamma y Audiard, un equipo de ensueño puesto al servicio de una película que, como decía, sólo pretende contar bien una historia mil veces contada. Vaya si lo consigue.

Trailer de París, Distrito 13

París, Distrito 13: Audiard, Sciamma, Merlant... nada podía salir mal
  • Xavi Roldan
4

Por qué ver París, Distrito 13

Recomendamos dejarse llevar por la calidez humana de Paris, Distrito 13, un afinado slice of life galo, comedia treintañera cargada de amor y sexo donde lo cotidiano funciona como un extraordinario en el que todos, en realidad, hemos estado sumidos en algún momento de nuestras vidas.

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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